Marine Le Pen, en la manifestación de la ultraderecha contra su condena a inhabilitación: “¡No es justicia, es una decisión política!”
La izquierda y el centro también convocan protestas en París de apoyo a la justicia y contra el Reagrupamiento Nacional y su virulenta reacción a la sentencia contra sus dirigentes

La explosiva semana política en Francia, detonada el lunes con la condena a Marine Le Pen, líder del Reagrupamiento Nacional (RN), a cinco años de inhabilitación para presentarse a unas elecciones y a cuatro años de cárcel, concluyó en un domingo de protesta en la calle de casi todo el espectro parlamentario. La izquierda y el centro macronista convocaron a sus seguidores para denunciar la postura virulenta de la ultraderecha contra una sentencia que considera probado que el RN y su líder malversaron 4,1 millones de euros de fondos europeos para pagar gastos de su partido en Francia. El RN, que se había pasado la semana invocando el fantasma del complot y de la corrupción de “jueces de izquierda” que querrían acabar con la carrera de su líder, convocó a los suyos con esa música de fondo en la céntrica plaza Vauban, ante el imponente hospital de los Inválidos, donde reposan los héroes militares de la nación, incluido Napoleón. La ultraderecha logró movilizar ahí a unas 3.000 personas, según señaló una fuente policial a AFP, una cifra algo modesta atendiendo a la magnitud retórica de la convocatoria: “Salvar la democracia”.
A las 16.15, después de los parlamentos de sus teloneros y de los vídeos de apoyo de la constelación europea ultra (con primeros espadas como Viktor Orbán, Matteo Salvini o Geert Wilders), apareció Le Pen. Algo emocionada, agresiva como acostumbra en el discurso, denunció “una caza de brujas” y se lanzó en tromba contra el sistema judicial, a quien acusó de estar politizado y de haberla condenado por motivos extrajudiciales. “¡No es una decisión de justicia, sino política!”, gritó ante el éxtasis de sus seguidores. “Ahora resulta que habría que eliminarme de la vida democrática [...] en nombre de un supuesto trastorno del orden público democrático, un concepto pura y simplemente inventado para la ocasión”, criticó Le Pen ante sus simpatizantes, afirmando que esta “decisión política” ha “pisoteado el Estado de derecho, pero también el Estado de la democracia”. Le Pen, sin embargo, no dio explicaciones sobre los delitos que se le imputan.






Le Pen, cada vez más encendida, convertida en una suerte de Juana de Arco víctima de los jueces, intentó sin éxito evitar señalar a toda la judicatura. Solo unos cuantos, venía a decir, como tomando distancia del trumpismo sistémico que corre el riesgo de asumir después de años intentando normalizar a su partido. Pero el combate contra los jueces, el mismo que comenzó a librar hace 30 años Silvio Berlusconi en Italia, ha empezado. “La justicia no puede inmiscuirse en la manera en que los cargos electos ejercen su mandato al servicio de los franceses, siempre que no haya enriquecimiento personal ni corrupción. Tampoco le corresponde elegir a los candidatos para las elecciones”, denunció, quien mencionó el “juego turbio” entre la justicia y los medios de comunicación. “No cuestionamos a la justicia, pero pedimos que cesen estas desviaciones indignas de la democracia. Lo digo y lo repito: somos nosotros los más fervientes defensores de la democracia y del Estado de derecho”. Las explicaciones sobre sus delitos seguían sin llegar. No lo harían en todo el discurso.
La protesta, en realidad, se convirtió en un mitin político. Y más allá de la propaganda electoral en la plaza y de la condena judicial, el RN sigue encabezando todas las encuestas. Un sondeo publicado este domingo sobre las presidenciales de 2027 ofrece una clara victoria tanto a Le Pen como a su delfín y posible sustituto, Bardella, a pesar de la sentencia. En una encuesta realizada por el instituto Elabe para BFMTV y LaTribune Dimanche, la líder ultraderechista se clasificaría para la segunda vuelta con un colchón de entre el 32% y el 36% de los votos. Bardella lo haría con un respaldo similar: entre el 31,5% y el 35,5%.
La plaza Vauban parecía algo grande a esas alturas para los seguidores que respondieron a la llamada: un nutrido grupo de fieles convencidos de que la justicia en Francia está politizada y a quienes parecía no importarles que su líder haya sido condenada por corrupción después de tantos años de azuzar ese demonio. “Esto es muy grave, es escandaloso. Hay una dictadura en toda Europa, mire lo que ha pasado en Rumania. Ese fantasma totalitario está llegando ahora a Francia de la mano de una justicia de izquierdas”, protestan Phil y Clo, dos jubilados parisinos con una banderita francesa en la mano. ¿Los hechos probados? ¿El dinero malversado? “No es verdad”, zanjan sin lugar a réplica.
Marianne, de 29 años, look de caza, perro y amigos con jersey de cuello alto pese a los primeros calores primaverales en París, opina que la condena es “una manipulación de la izquierda para impedir que gobierne el RN”. Junto a ella, un hombre con una peluca con la bandera de Francia se pasea dando silbidos y mostrando un cartel donde puede leerse: “Marine, te necesitamos”. El perro de Marianne le ladra.

La situación en torno al RN va camino de volverse algo delirante si se observa a la luz de su historia. Le Pen —cuyo padre fundó su partido con exmiembros de las SS, colaboracionistas antisemitas y exmiembros del OAS, el grupo terrorista que intentó asesinar al general Charles De Gaulle— se erige ahora en la gran defensora de la democracia, en una combatiente antisemita y en una gaullista convencida. El domingo, incluso invocó a Martin Luther King, del que reivindicó su lucha por “los derechos civiles de los estadounidenses que en su época eran oprimidos”. “Con ese espíritu, invitamos a todos los franceses amantes de la libertad a comprometerse a nuestro lado en una resistencia pacífica, democrática, popular y patriótica”, añadió, antes de concluir un discurso victimista y contra los jueces. Como última pirueta, lanzó un “viva la justicia”.
Otras protestas
París acogía este domingo otras dos manifestaciones políticas. Una de la izquierda para protestar contra el RN. Y otra con la que el macronismo salió a la calle en defensa de las instituciones. La líder de los Ecologistas, Marine Tondelier, presente en la protesta de la plaza de la República organizada por la izquierda, reiteró su oposición a la manifestación organizada por el RN. “Desde el lunes, ya no estamos ante un RN desdiabolizado, sino ante un RN trumpista. Eso es lo que me preocupa”, declaró Tondelier, antes de calificar el evento del partido de Le Pen como una “manifestación de victimización, para atacar a los jueces en general y al Estado de derecho”.
Gabriel Attal, ex primer ministro y rostro principal del macronismo, recordó que la condena a Le Pen se produjo tras 10 años de investigación y procedimiento judicial. “Le Pen y el Reagrupamiento Nacional fueron declarados culpables después de haber desviado millones de euros de nuestros impuestos”, declaró. El ex primer ministro también anunció que su grupo no votaría a favor de la propuesta de ley de la derecha que busca eliminar la pena de inelegibilidad automática en caso de condena. “Robas, pagas, sobre todo cuando eres un responsable político”, respondió a Le Pen.
El expresidente François Hollande expresó también su temor de que la protesta del domingo sometiera a los magistrados a la condena pública. “La libertad de manifestación es absoluta en Francia, pero no la libertad de atacar los cimientos de la República, es decir, la independencia del poder judicial”, hizo saber Hollande el sábado, en declaraciones a Le Parisien.

Los encargados de calentar la plaza desde el escenario, algo deslabazada antes de que apareciese Le Pen, fueron su expareja y alcalde de Perpiñán, Louis Aliot, el presidente del partido, Jordan Bardella, y Éric Ciotti, líder de una formación surgida de la escisión de Los Republicanos en las pasadas legislativas (él se encerró en la sede y hubo que desalojarlo porque se negaba a dimitir). Ciotti es partidario de una unión de derechas. Quiere ser la comparsa de Le Pen en las presidenciales y admite que no se presentará. Es un vehículo electoral, un animador de pistas de la ultraderecha. Ha venido a darles la razón en todo, como hizo desde el escenario. Y es ya de la familia, la gente le quiere, le aplaude como si fuera del RN. Como un tío segundo que siempre anima la fiesta con los mejores chistes. Este domingo, señaló que hay una conspiración para ejecutar la democracia y el sufragio universal. Y todos los seguidores del RN le dieron la razón.
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