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El control del Senado se jugará en el Estado de Georgia en el mes de enero

Los demócratas mantienen la mayoría en la Cámara de Representantes aunque se alejan de la meta de controlar el Senado

El Capitolio de Washington, este sábado.
El Capitolio de Washington, este sábado.Steve Helber (AP)
Yolanda Monge

En unas elecciones en las que ha habido que esperar desde el martes 3 de noviembre hasta el sábado para saber quién ocupará la Casa Blanca, los líderes del Congreso han entrado —sin desearlo— en una dinámica de incertidumbre parecida. Cada uno parece sentirse ganador cuando quedan resultados por llegar y escaños que ocupar. Algunos, como los dos asignados al Estado de Georgia para el Senado, se verán abocados a unas elecciones extraordinarias el 5 de enero por no haber superado ninguno de los candidatos el 50% de los votos.

Es cierto que, de momento, los comicios pasados han supuesto un hito en representatividad e igualdad en el país, con casi el doble de representantes transgénero o no binarios elegidos y una cifra récord de mujeres en la Cámara de Representantes. Más de 132 mujeres, casi una decena de ellas latinas, formarán parte del 117º Congreso que se inaugurará el próximo mes de enero.

Cuando todos los recuentos finalicen, el titular que saldrá es que el Congreso tendrá mayorías muy ajustadas que forzarán a lograr compromisos o, según ha demostrado la historia reciente, conducirán a un cierre partidista en el que no se moverán posiciones en detrimento de los ciudadanos y el país.

Del total de los 435 escaños que se renuevan en su totalidad cada dos años en la Cámara de Representantes quedan varias docenas por resolver, pero todo apunta a que la demócrata Nancy Pelosi, la presidenta, tendrá la menor mayoría desde 2002.

Podría suceder igual en el Senado, donde el líder de la mayoría, el recién reelegido republicano Mitch McConnell, está a la espera de lo que suceda en Carolina del Norte y Alaska que, salvo sorpresa, caerán del lado republicano. Sin embargo, los dos escaños de Georgia están a la espera de ganador y además deben, por ley, ya que ningún candidato ha alcanzado el 50% de las papeletas, someterse a una elección especial que se celebrará el 5 de enero. Si esos escaños fueran finalmente demócratas, la composición quedaría en un 50-50, en un empate en el que el voto especial para resolver las votaciones estaría en la mano de la vicepresidenta, Kamala Harris.

Por eso es vital para la presidencia de Joseph Biden la elección en Georgia, que enfrenta a los senadores republicanos Kelly Loeffler y David Perdue frente a los demócratas Raphael Warnock y Jon Osssof. De lo que no hay duda es de que los demócratas no van a lograr una mayoría en la Cámara alta. Y si lograran el empate, Biden comenzaría su presidencia como lo hizo George W. Bush en 2001. Bush, a pesar de perder el voto popular frente a Al Gore y con unas elecciones que acabó por decidir el Tribunal Supremo, llegó al Despacho Oval con un empate en el Senado. Sin embargo, con un Gabinete heredado de la época de su padre, la Administración de Bush hijo logró sacar con apoyo demócrata legislación muy importante, como un significativo recorte impositivo y una ley educativa que afectaba a los alumnos desde los cinco años hasta las puertas de la universidad.

En la Cámara de Representantes, el grupo liderado por Pelosi ha perdido hasta el momento cuatro escaños y los republicanos habrían sumado en su haber cinco. En las presidenciales, se renueva siempre la totalidad de los 435 escaños de la Cámara baja —mientras que en el Senado solo se cambia un tercio cada dos años del total de los 100 escaños—. En las elecciones de 2016, los demócratas tenían 232 asientos frente a los 197 de los republicanos. Según cifras de la agencia Associated Press, en estos momentos los demócratas tendrían 214 escaños frente a 196 de los republicanos, aunque solo están asignados 410 del total de 435. La cifra final tardará días en conocerse todavía.

Las que sí resisten en el Capitolio de EE UU son las demócratas más mediáticas: Alexandria Ocasio-Cortez, de Nueva York; Ilhan Omar, de Minnesota; Rashida Tlaib, de Míchigan; y Ayanna Pressley, de Massachusetts, a las que Donald Trump se refería despectivamente, entre otros insultos xenófobos y machistas, como AOC+3, que también son conocidas como El escuadrón (The Squad, en inglés). Las cuatro representan la pesadilla de los republicanos más conservadores, que las tildan de comunistas.

Habrá también tres novedades en el Capitolio. Cori Bush será la primera congresista afroamericana por Misuri, un Estado blanco, en más de 170 años. “Soy la primera enfermera que irá a la Cámara por Misuri, en medio de una pandemia”, escribió en Twitter. La teoría de la conspiración también tendrá su espacio. QAnon, nacida en el lado oscuro de Internet y que contaba con las simpatías de la Administración Trump, tendrá voz gracias a Marjorie Taylor Greene, representante por Georgia, que considera “blandos” a los actuales republicanos. En Delaware, Sarah McBride, de 30 años, será la primera senadora trans. “Lo hicimos. Ganamos las elecciones generales. Gracias, gracias, gracias”, tuiteó McBride tras su triunfo. “Espero que esta noche le muestre a un niño LGTBQ que nuestra democracia es lo suficientemente grande para ellos también”.

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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