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Lara Ferreiro, autora de ‘Ni un capullo más’: “Los hijos interiorizan mecanismos tóxicos en un hogar con gritos, desprecios o engaños”

Para la escritora y experta en terapia familiar, el bienestar de los menores no solo depende del amor que reciben, sino también de la estabilidad emocional de sus progenitores. A partir de su experiencia, da algunas claves para entender el impacto que tienen las relaciones sentimentales en la crianza

Lara Ferreiro, psicóloga, explica que muchas veces los traumas de la infancia quedan almacenados en la memoria emocional y afectan sin que la persona se dé cuenta.
Mayte Ametlla

Las discusiones constantes, los gritos, el desprecio o la indiferencia no solo afectan al matrimonio, sino también a los hijos que crecen en ese ambiente. Aunque muchos padres creen que los niños no se dan cuenta de lo que ocurre en casa, lo cierto es que son testigos silenciosos de las dinámicas emocionales de sus progenitores. Ven cómo se hablan, cómo se respetan (o no) y cómo gestionan los conflictos. Y, sin darse cuenta, aprenden de ahí lo que significa el amor y la convivencia. “Si un niño ve que su padre trata mal a su madre, aunque a él le cuide y le dé cariño, está normalizando un abuso emocional”, explica la psicóloga Lara Ferreiro (Madrid, 37 años), especialista en adicción emocional, autoestima y terapia de pareja familiar e infantojuvenil. “Los hijos lo absorben todo. Pueden no experimentar directamente la violencia o el abuso psicológico, pero si ven a su madre llorar o sufrir por culpa de su marido, están interiorizando un modelo de relación tóxica que probablemente repetirán en su vida adulta”, matiza la experta que estudió en el Metropolitan Center for Mental Health de Nueva York. En la actualidad, Ferreiro compagina la atención clínica presencial, en su despacho de Madrid, con la terapia online.

Tras el éxito de su primer libro, Adicta a un gilipollas (Grijalbo, 2023), publica ahora Ni un capullo más (Grijalbo, 2025), donde analiza los mecanismos de las relaciones tóxicas, la importancia del amor propio y cómo las experiencias del pasado, especialmente en la infancia, condicionan el futuro sentimental y la manera de elegir compañero de vida. El libro está dirigido a quienes buscan romper con patrones dañinos en sus relaciones, aprendiendo a identificar señales de alerta y fortalecer su autoestima, pero Ferreiro nos cuenta también cómo estas conductas pueden afectar a la educación de los hijos. ¿Hasta qué punto el modelo de pareja que ven en casa influye en su desarrollo? ¿Cómo evitar transmitirles hábitos tóxicos? ¿Qué pueden hacer los padres para que sus hijos crezcan con una visión sana del amor y las relaciones?

PREGUNTA. En su libro habla de los “capullos”. ¿Puede un capullo ser un buen padre?

RESPUESTA. No, en absoluto. Un buen padre debe ser, ante todo, una buena persona. Normalmente, la responsabilidad que alguien asume en la convivencia es un reflejo de cómo actuará como padre. Si una persona no adopta responsabilidades en su vida sentimental, difícilmente lo hará como padre. En casos extremos, como en el de un narcisista o un psicópata, estos individuos pueden utilizar a los hijos como herramientas para dañar a la madre. Puede ser de forma consciente o inconsciente. Por ejemplo, los hombres infieles crónicos, aquellos que engañan una y otra vez y mienten a sus cónyuges, diciéndoles que están locas y que ven fantasmas donde no los hay, ejercen una manipulación emocional que termina afectando a los menores.

P. Entonces, ¿las personas infieles no puede ser buenos padres?

R. Depende, pero en muchos casos no. Un padre o una madre que engaña expone a sus hijos a un modelo de amor donde la mentira y la deslealtad se normalizan. Aunque puedan ser cariñosos con ellos, si ven a uno de sus progenitores sufrir o perciben engaños constantes, eso también deja huella en su crecimiento afectivo. Lo que los menores observan en casa influye en cómo entenderán el amor en el futuro.

P. ¿Cómo afectan las relaciones amorosas a la educación de los hijos?

R. Los hijos son esponjas. Si en casa normalizan comportamientos dañinos, como la falta de respeto o la manipulación, es probable que los repitan en su vida adulta. Es fundamental que los padres cuiden no solo el vínculo con sus hijos, sino también la relación entre ellos. Un hogar con gritos, desprecios o engaños es un caldo de cultivo para interiorizar mecanismos tóxicos.

P. ¿Qué consecuencias puede tener esto en su vida adulta?

R. El modelo de vida sentimental que ven en casa marcará sus relaciones futuras. Los pequeños que crecen en entornos inestables pueden desarrollar lo que llamamos apegos inseguros. Hay varios tipos: el ansioso, que genera miedo al abandono y necesidad de control; el evitativo, que lleva a rechazar el compromiso y a desvincularse emocionalmente; y el ambivalente, que se caracteriza por la inestabilidad y las reacciones desproporcionadas. Todo esto tiene su origen en la infancia, en cómo han aprendido a relacionarse con el afecto y la seguridad.

P. ¿Cómo pueden los padres evitar transmitir estos patrones a sus hijos?

R. Lo primero es ser conscientes del impacto que tienen sus propias relaciones en el desarrollo de sus hijos. No se trata solo de ser buenos padres, sino también de ofrecer un modelo de familia saludable. Es fundamental evitar desacreditar al otro progenitor, incluso en casos de separación. Muchas veces, los padres que han sufrido un vínculo destructivo caen en la tentación de hablar mal del otro, sin darse cuenta de que eso puede dañar la imagen que el niño tiene de sí mismo.

Muchas veces, los traumas de la infancia quedan almacenados en la memoria emocional y afectan sin que la persona se dé cuenta.

P. En el libro menciona la importancia de trabajar la autoestima en la infancia. ¿Cómo se construye una autoestima sana?

R. Los niños necesitan sentirse valorados, respetados y escuchados. Muchos progenitores, sin darse cuenta, basan la educación en la crítica en lugar del refuerzo positivo. Comentarios como “nunca haces nada bien” o comparaciones con otros hermanos pueden afectar profundamente la percepción que el menor tiene de sí mismo. En lugar de eso, es importante validar sus emociones, enseñarles a gestionar los conflictos de forma sana y, sobre todo, demostrarles amor incondicional.

P. Si un niño ha crecido en un entorno con relaciones tóxicas, ¿puede romper ese patrón en la adultez?

R. Sí, pero requiere un trabajo consciente. Muchas veces, los traumas de la infancia quedan almacenados en la memoria emocional y afectan sin que la persona se dé cuenta. La terapia puede ayudar a identificar esos modelos y a aprender nuevas formas de relacionarse. La clave está en romper la cadena de la toxicidad y construir vínculos saludables, tanto con uno mismo como con los demás.

P. ¿Qué consejo daría a los padres para que sus hijos no repitan esquemas de relaciones dañinas?

R. Primero, ser un ejemplo de respeto y comunicación en la pareja. Los niños aprenden más por lo que ven que por lo que se les dice. También es clave fomentar su autoestima, enseñarles a poner límites y a reconocer cuándo una relación no les hace bien. Si los pequeños crecen en un hogar donde hay amor y seguridad emocional, tendrán más herramientas para establecer relaciones sentimentales sanas en el futuro.


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Sobre la firma

Mayte Ametlla
Periodista y colaboradora de la sección Mamás y Papás en EL PAÍS. Se ha formado en Comunicación Audiovisual y ha desarrollado su trayectoria como directora de programas de radio y televisión en algunos de los principales medios de comunicación del país. Es autora de 'Las otras. Hablan las amantes' (Ed. Martínez Roca, 2003).
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