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Las críticas al Tren Maya contrastan con el consenso sobre la vuelta de los trenes de pasajeros a México

El presidente no ha podido inaugurar la obra completa en el sureste del país antes del inicio de la campaña electoral, pero sigue firme en su proyecto de trasladar viajeros por las vías férreas

trenes en mexico
El Tren Maya durante su primer día abierto al público.Mónica González Islas
Carmen Morán Breña

En México se habla mucho de trenes en los últimos tiempos, lo que no deja de ser curioso porque en este país no existe ese medio de transporte para los viajeros, solo las mercancías se desplazan por todo el mapa hacia el comercio con el norte, Estados Unidos, y con el sur, en busca de Guatemala. Dos circunstancias han propiciado, sin embargo, que se mencione el tren más que nunca: la obra más ambiciosa del presidente Andrés Manuel López Obrador, el Tren Maya, que atraviesa el sureste mexicano, una de las zonas más bellas del planeta, selvática, histórica y salpicada de los famosos cenotes, únicos en el mundo. Y dos: que el presidente, en el último tramo de su mandato, ha decidido recuperar los viajes de pasajeros por vía férrea. El asunto no se cae de la boca del mandatario en sus conferencias matutinas.

Este jueves, López Obrador se desplazó hacia Cancún para inaugurar el tramo que une esa ciudad con Playa del Carmen. El recorrido del Tren Maya está aún incompleto, pese a que se planeó inaugurarlo todo antes del 1 de marzo, cuando empieza la campaña electoral y esos acontecimientos quedan vetados. De modo que el tramo 5 sur, que se prolonga de Playa del Carmen a Tulum, el 6, que va desde ahí a Chetumal, y el 7, donde la ruta cierra en Escárcega, tendrán que esperar unos meses. El propósito del gobierno, que puso las obras en manos del Ejército para evitar sobrecostos y retrasos en el proyecto, según se dijo, no será posible todavía. El tendido de las vías ha atravesado todo un sexenio de réplicas y contrarréplicas entre ambientalistas y el presidente. Los unos avisaban de que el trazado se introducía por tierras de enorme valor ecológico que se verían gravemente afectadas. López Obrador, incluido este jueves, contraatacaba sin comedimiento mandando a los “pseudoambientalistas” a freír espárragos.

Pero a quienes avisaron de que el proyecto se toparía con problemas severos al atravesar estos tramos que aún están inconclusos, no les faltaba razón, prueba de ello es la demora que llevan las obras debido a inconvenientes geológicos de un valioso subsuelo kárstico e inundado con aguas cristalinas que no está facilitando las cosas. El presidente hace de la necesidad virtud: “Es la obra más importante del mundo”, ha dicho este jueves, vestido de guayabera blanca en Cancún. Y ha comunicado que hasta 90 kilómetros del tendido ferroviario están volados sobre el suelo para no interferir el paso de los animales. La fauna de la zona es otra de las joyas a conservar. En fin, que el asunto no ha ido a la velocidad esperada en Palacio Nacional ni con el respeto a la naturaleza que exigían los activistas, pero todo concluirá antes de que lo haga el sexenio. Tampoco el tren alcanza gran velocidad, por ahora: 140 kilómetros en el momento más animado del viaje, presumió el presidente.

Como el colesterol malo se compensa con el bueno, el otro proyecto ferroviario del sexenio no plantea problemas, ni ambientales ni políticos. La vuelta de los trenes de pasajeros a México, privatizados en tiempos de Ernesto Zedillo (1994-2000) y destinados únicamente a mercancías, se saluda en cualquier rincón del Congreso. El país, que se extiende por 1,9 millones de kilómetros cuadrados, está sujeto a caros y cansinos viajes en avión o a eternizarse por carreteras que no siempre son seguras. López Obrador expuso a los empresarios que operan estas vías férreas que por ellas pasarían vagones con pasajeros. No se trata de una expropiación, les recuerda a menudo, sino de “hacer uso del derecho para que se utilice toda esa infraestructura en beneficio del pueblo”. Y cuando alguien se ha interpuesto, ha sacado al Ejército para vigilar su proyecto, como hizo en mayo del año pasado ante la resistencia que opuso el multimillonario Germán Larrea, uno de los que se hizo con aquellas concesiones ferroviarias de Zedillo. Hubo en aquellos días de mayo un fuerte encontronazo entre el presidente y el rey del cobre, que amasa la segunda fortuna del país.

Hoy las cosas marchan más engrasadas. Larrea ha aceptado la oferta gubernamental para explotar las vías con trenes de pasajeros. Le interesan varios de los tramos propuestos, entre otros el que va de la Ciudad de México a Nogales pasando por Querétaro y Guadalajara. Muchos sueñan con viajar a Guadalajara, una de las grandes urbes del país, en tren. Y a Monterrey, y a la playa. 18.000 kilómetros de vías férreas están ahora esperando estudios de viabilidad por parte de los grandes empresarios. Si no entran al negocio, López Obrador impondrá su recurrente plan b: el Ejército será el concesionario.

La multinacional Canadian Pacific Kansas City también se ha interesado por operar un par de rutas, pero los empresarios están agitando la negociación en busca de apoyos gubernamentales. El presidente en México de la ferroviaria, Oscar del Cueto Cuevas, opina que los trayectos de pasajeros no son rentables y deben estar subsidiados con dinero público; por otro lado, reconoce que con ciertas adaptaciones “no es complicado” trasladar personas por las vías de mercancías. La Canadian está esperando solo las concesiones porque lleva tiempo dando vueltas a este asunto.

Tiempo de trenes, pues, en México. Entrando ya en campaña electoral para los comicios presidenciales del 2 de junio, la candidatura oficialista ha prometido seguir con los planes ferroviarios iniciados por el presidente. Y en la oposición no se han oído voces en contra. Los empresarios están por medio, la diferencia la marcarán las relaciones con ellos y las ayudas que se les presten o se les nieguen.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.
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