¿Son del Cartel Jalisco o no? Los expertos están divididos sobre la autoría de un video de encapuchados negando reclutamientos forzados en Teuchitlán
La grabación muestra a un grupo con armas del Ejército que ataca a las madres buscadoras y defiende a la policía estatal


Un grupo de encapuchados que se identifica con el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) ha grabado un video para dar su opinión sobre lo ocurrido en el rancho Izaguirre, el supuesto recinto de reclutamiento y exterminio de Teuchitlán (Jalisco) denunciado por un colectivo de buscadoras de desaparecidos, el último gran escándalo que ha espantado a la población por la capacidad del crimen organizado para sumar fuerza social a sus filas y recrearse en la violencia. El video en cuestión divide a los expertos sobre la veracidad del mismo. Mientras algunos opinan sin dudas que se trata de miembros del cartel, uno de los más poderosos de México, otros no creen en su autenticidad y cada quien aporta buenos argumentos a su tesis. También aquellos que no saben a qué carta quedarse. En la complejidad del narco y la política mexicanos, unos encapuchados pueden ser cualquier cosa, alegan.
Armados hasta los dientes con poderosas metralletas como las que usa el Ejército, el grupo se sitúa a cielo abierto tras un portavoz que lee un papel. El discurso es tan delirante que por momentos semeja un monólogo cómico en el que el mundo se ha dado la vuelta: el crimen es bueno, pacificador, comprensible con el dolor, respetuoso con las fuerzas del orden y crítico con las madres buscadoras, los medios de comunicación, en fin, un chiste completo y no de buen gusto.
Experto en asuntos de Seguridad, Bernardo León no da crédito a la grabación, que le parece “megaburocrática, con expresiones como ‘en tiempo y forma”, ridículas, a su modo de ver, para un mensaje como ese. También echa en falta el clásico cartel con la marca del cartel jalisciense, que ha acompañado otros videos como este. Pero sabe, como todos, que sin pruebas suficientes, comprobables, solo se mueve en el terreno de la especulación. En el lado del escepticismo se mueve también Carlos Pérez Ricart, “por la lejanía de las imágenes en la cámara, por el lenguaje que usan y hasta por el acento de quien lee”. No, dice, no se lo cree. Opina que no hay que prestar atención a un producto como ese, que hasta ha conseguido enojarlo, por la esquizofrenia del mensaje y el cinismo absoluto. “Es completamente irreal, ridículo e insustancial”.
Si no son ellos, ¿quiénes pueden tener interés en grabar algo así? Pérez Ricart asegura que hay múltiples actores, desde alguien con buen manejo de la Inteligencia Artificial, gentes de los gobiernos federal o estatal o cualquier otro grupo criminal. Lo cierto es que el encapuchado portavoz niega que las ropas, zapatos y restos humanos encontrados en el rancho Izaguirre sean pruebas de un campo de exterminio del cartel y carga contra quienes defienden esa versión en contra de las autoridades policiales de Jalisco, que dejaron el caso en suspenso cuando entraron allí en septiembre de 2024. El que lee el papel hasta se pregunta con qué autoridad entraron allí las madres buscadoras, como si un cartel criminal fuera el mayor garante del Estado de Derecho. No entienden, sigue el mensaje, qué buscan ni por qué quieren perjudicar al CJNG y amenazan con romper la paz que ellos mismos dicen haber llevado a Jalisco, un Estado con el mayor número de desapariciones. Ellos no reclutan forzadamente ni secuestran, sostienen, ni son secuestrados, solo comparten los mismos ideales de su líder.
Este es el discurso que decanta a otros expertos por la veracidad del video. “Coinciden con la narrativa de Nemesio Oseguera [líder del CJNG], las armas que llevan son de los lotes que poseen: para mí es totalmente verídico”, dice David Saucedo, y asegura que tiene fuentes oficiales que se lo han confirmado. Para Eduardo Guerrero, otro de los grandes expertos en Seguridad de México, tampoco hay duda, son ellos: “El video es una buena producción y se le ve muy ensayado, las armas son impresionantes, un alarde que deja un mensaje claro a las autoridades federales y estatales”. También contra las madres buscadoras, a las que deja “en peligro grave al menos en los próximos meses”, sostiene Guerrero, de Lantia Consultores. Dice también que el hallazgo en el rancho de Teuchitlán parece un error de una de las múltiples células que tiene el cartel y que, con probabilidad, habrá represiones por ello. “Lo que vienen a decir es que no fue una orden ni error de la cúpula, sino de alguna de las células, de la que toman distancia”.
Todos los consultados sostienen que el mensaje va dirigido también a su base social. Que este cartel, como otros, se dedica a repartir juguetes, despensas de comida y en ocasiones a impartir cierta justicia en los territorios. Por donde pasan pueden sembrar el terror, sobre todo cuando se pelean con otros carteles, pero también han pacificado algunas zonas. Por eso, la aparición pública de una suerte de campo de exterminio “pega a su marca nacional, les desprestigia”, afirma Guerrero. Porque, dice, los reclutamientos no siempre son forzados, a veces los jóvenes reciben una paga de 1.000 o 1.500 dólares por su trabajo, más de lo que consiguen en su vida común. “Es forzado solo cuando tienen escasez de personal, quizá en Jalisco ahora no lo consigan, pero lo lograrán en otros Estados al sur”, sostiene Guerrero, quien define el funcionamiento del cartel como una empresa poderosa, extendida y multifacética.
“El cartel puede no tener credibilidad, pero algunos jóvenes encuentran en sus filas un modo de vida”, dice Saucedo. El rancho de los horrores, que ha espantado a los mexicanos por un cierto parecido con un campo de exterminio nazi, perturba la imagen que el crimen cultiva en ciertos pueblos, de benefactores de los pobres. Así lo dice Saucedo: “El rancho rompe con el discurso de que ofrece una forma de vida, por eso se quieren desvincular de ese lugar. Sienten que los reportajes afectan a su imagen ante esa población que quieren reclutar y entre la que reparten juguetes, ropa, medicina…”. La doble cara del narco. De ahí que Guerrero sostenga que habrá un castigo para la célula que ha cometido ese error. “Les supone un costo reputacional” y les afecta el clamor social que se ha levantado pidiendo consecuencias para un crimen tan terrible.
La base social es también el argumento que, según Bernardo León, justifica un video como este. Es, dice, lo que están defendiendo. “Claro que tienen base social. Teuchitlán no está en un lugar escondido, ¿acaso nadie se dio cuenta de lo que allí ocurría?”, y repasa de nuevo el catálogo de regalos con que los miembros del crimen obsequian a ciertas poblaciones, algo que sale en los medios de comunicación a menudo.
Javier Garza, analista también de estas cuestiones de seguridad, quiere mantenerse muy distante con este video. No confía en encapuchados “porque no hay manera de verificar nada”. “Pueden decir que son del cartel Jalisco Nueva Generación y echar la culpa a otro cartel de lo de Teuchitlán. Detrás de un pasamontañas puedes decir lo que sea”, afirma. Fijándose en el mensaje, en todo caso, Garza dice que es coherente con un grupo criminal al que se le acusa de campos de exterminio en Teuchitlán, razón por la que arremeten contra las madres buscadoras que lo sacaron a la luz. La diferencia, explica, es que cuando los colectivos dicen que han desaparecido a personas lo dicen con su cara, sin anonimato. “Sabemos quiénes son y qué trabajo realizan”. Sin embargo, añade: “¿Por qué aceptar el mensaje de un grupo criminal que lleva el anonimato al extremo?”.
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