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El agua, gran desafío terrenal

El cambio climático, cuyo impacto sobre este recurso está siendo feroz, plantea el doble reto de preservarlo allí donde escasea y controlarlo donde se desborda

Desde la izquierda: Alicia Pérez-Porro, bióloga marina y coordinadora científica del CREAF; Elena Pita, directora de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico; Asunción Ruiz, directora ejecutiva de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife), y Antonio Calvo, director de Sostenibilidad de Redeia.
Desde la izquierda: Alicia Pérez-Porro, bióloga marina y coordinadora científica del CREAF; Elena Pita, directora de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico; Asunción Ruiz, directora ejecutiva de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife), y Antonio Calvo, director de Sostenibilidad de Redeia.Santi Burgos

El agua ha sido tema central en todas las conversaciones del foro Tendencias 2024, y no es para menos. Este recurso plantea un doble desafío. Por un lado, preservarla, dado que resulta indispensable para la vida. Por otro, adaptarnos a las consecuencias del cambio climático que implica, entre otras, lidiar con eventos extremos. Casi un 90% de ellos están relacionados con el agua, a través de sequías, inundaciones o tormentas.

“Es un recurso esencial para la vida, para el desarrollo humano, para la salud”, afirmó Rosa Junquera, directora de Sostenibilidad de Prisa. Es también un derecho fundamental reconocido por la ONU. Sin embargo, el aumento de la población mundial, que alcanzará cerca de 9.700 millones de personas en 2050, incrementará enormemente la presión sobre este recurso. La demanda de agua para consumo, agricultura, energía e industria se disparará, convirtiéndose en uno de los desafíos más urgentes desde el punto de vista ambiental. A esto se suman la creciente escasez, la contaminación de los mares y los recursos hídricos, la degradación de los ecosistemas y, por supuesto, el cambio climático, que exacerba estas problemáticas.

Un claro ejemplo de la intersección entre el agua y el cambio climático se ve en la reciente dana en Valencia, donde las intensas lluvias y las inundaciones reflejan cómo el aumento de la temperatura global, ya superior a 1,7 grados en algunas regiones, está alterando los patrones de precipitación. Este incremento de temperatura intensifica fenómenos extremos, como las lluvias torrenciales, que ponen de manifiesto la necesidad de una gestión más eficiente de los recursos hídricos frente a sucesos climáticos cada vez más frecuentes y devastadores.

Elena Pita, directora de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, vinculó el cambio climático con fenómenos como la dana, subrayando que “las precipitaciones intensas no se pueden entender sin el cambio climático generado por las personas”. Pita destacó la importancia de la renaturalización de los ríos, transformándolos en elementos activos contra las inundaciones. Este proceso contribuye a la biodiversidad al restaurar hábitats para especies acuáticas y terrestres, mejorando la calidad del agua y, al mismo tiempo, proporcionando espacios verdes que ayudan a absorber CO₂. “No debemos verlos como el enemigo, sino como parte de la solución”, afirmó.

Soluciones naturales

En este mismo sentido, Asunción Ruiz, directora ejecutiva de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife), destacó que las soluciones basadas en la naturaleza, como la creación de más zonas verdes en las ciudades, no solo combaten el cambio climático, sino que también mejoran la calidad de vida y ayudan a reducir los riesgos de las olas de calor. “La naturaleza puede absorber un tercio de las medidas contra el cambio climático. Son recetas naturales que nos ponen a salvo, nos hacen más felices y protegen nuestros bienes”, explicó. La directora de SEO/BirdLife también resaltó cómo la cubierta vegetal en los campos puede mejorar la retención del agua y reducir la necesidad de riego, lo que representa una solución simple y efectiva para los agricultores.

Por su parte, Antonio Calvo, director de Sostenibilidad de Redeia, abordó una cuestión crucial sobre el impacto de los centros de datos en la gestión del agua en España. “La pregunta es pertinente, especialmente cuando proviene de las personas adecuadas en este contexto”, señaló. El experto resaltó la relevancia de examinar cuidadosamente el consumo hídrico en un país que enfrenta graves retos de sequía. A diferencia de la energía eléctrica, cuya disponibilidad es mayor, Calvo enfatizó que el agua debe ser objeto de una evaluación meticulosa. Para él, el verdadero desafío radica en el uso de agua, un recurso limitado en el territorio español. “No podemos seguir adelante sin entender cuánto recurso se utilizará y qué repercusiones tendrá”, avisó.

Alicia Pérez-Porro, responsable de Interacción Política y Relaciones Institucionales del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), hizo un llamamiento a políticos y mundo académico para trabajar en conjunto en pro de un mejor mundo; solo así se podrá hacer frente a los distintos desafíos que hay en el planeta. “El científico asesorando a gobiernos no está profesionalizado. Necesitamos figuras híbridas que comprendan tanto el lenguaje de las administraciones públicas como el de la ciencia”, indicó. También destacó la necesidad de vincular los temas del océano, el cambio climático y la biodiversidad en las negociaciones internacionales, ya que no se puede abordar uno sin considerar los otros. “La ciencia ve estos temas en compartimentos estancos, pero es crucial conectar estos hilos, ya que los problemas son interdependientes”, concluyó.

El humilde maestro bodeguero del Bierzo

El enólogo Raúl Pérez. 
El enólogo Raúl Pérez. Juan Barbosa

Raúl Pérez nació en Valtuille de Abajo (León) allá por 1972. Apenas tenía 22 años cuando elaboró su primera añada en esas tierras cuyas lomas caen a plomo y se mezclan la arcilla y la pizarra, y brillan los cantos rodados. En aquellos días casi nadie creía que ahí se podía elaborar un producto de calidad. El vino es tiempo y las décadas han puesto todo en su sitio; con 52 años está considerado uno de los mejores enólogos del mundo. Posee y asesora unas 220 etiquetas. Es un visionario. Resulta inconfundible con su barba larga y blanca y esos vaqueros desgastados. Viste como si estuviese siempre elaborando. Su mente es el tictac de un reloj infinito. Crea vinos para dentro de 60 años, que jamás probará. “La gente no lo sabe, pero El Bierzo es la zona del mundo que tiene más hectáreas de viñas viejas, unas 3.000, supera incluso a la Borgoña”, revela. Ha reivindicado uvas que pocos cuidaban. Godello, palomino, malvasía, garnacha tintorera, bastardo. Si una característica traza a este enólogo es su humildad. De toda su enorme gama escoge los dos vinos más sencillos: Ultreia Godello y Ultreia Mencía. Para quien busque en el polvo de la historia, ultreia era la forma en la que se saludaban, en los tiempos antiguos, los peregrinos del Camino de Santiago. Ha trabajado con grandes como Dirk Niepoort (Portugal) o Eben Sadie (Sudáfrica). Pero son casi anécdotas, al igual que su famoso Sketch, un blanco que elabora junto a su amigo Rodrigo Méndez y cuyo origen está en una ruptura sentimental y una psiquiatra que le recomienda descanso. Sin embargo, que Raúl Pérez esté quieto se asemeja a que deje de arder el Sol.

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