Al mal tiempo, mala cara. Así afecta la lluvia al estado de ánimo
Una de cada 20 personas desarrolla durante episodios meteorología adversa prolongada un tipo de depresión leve llamada TAE


Al mal tiempo no todo el mundo le puede poner buena cara. Aproximadamente una de cada 20 personas desarrolla ante una meteorología adversa prolongada un trastorno afectivo estacional, o TAE. Este es un tipo de depresión que suele aparecer en otoño e invierno. Los síntomas son leves y familiares: aumento del apetito y ansia de hidratos de carbono, ganas de dormir más horas, dificultad para levantarse por la mañana y sensación de agotamiento en el trabajo. Así que si estos días te cuesta comportarte como un adulto funcional, recuerda: no eres tú, es la lluvia.
El mal tiempo nos afecta anímicamente, pero esta influencia no tiene por qué ser grave ni tener consecuencias clínicas. Un estudio realizado en Suiza entre 2014 y 2024, cruzó las precipitaciones con los ingresos hospitalarios por trastornos mentales. No se encontró una relación clara entre ambos fenómenos.
El mal tiempo deprime, pero no tanto, así que puede que el lugar para tomar el pulso no sean los hospitales, sino las redes sociales, allí donde la gente va a desahogarse cuando está enfadada o triste. Es lo que hizo un equipo interdisciplinar en 2014, que cogió miles de mensajes lanzados en Twitter y los correlacionó con el tiempo que hacía cuando y donde se escribieron. Los resultados confirmaron las hipótesis preexistentes. Se estableció una relación evidente entre nieve y estados depresivos. La influencia de otros factores meteorológicos fue menos clara, pero se comprobó que una temperatura media más alta tiende a aliviar la depresión y las precipitaciones pueden agravarla. Esto era así hasta cierto punto, pues un exceso de calor se asoció con una mayor expresión de la ira.
En psicología se cree que el tiempo influye de algún modo en el estado de ánimo de las personas, pero desde hace décadas se debate cómo se correlacionan exactamente. Algunos fenómenos, como el calor extremo, han demostrado tener un efecto claro en nuestro comportamiento, con un aumento de los suicidios y las agresiones durante las olas de calor. Sin embargo, el efecto de la lluvia prolongada y el mal tiempo es menos evidente y solo en los últimos años se le ha empezado a prestar atención.
“Una menor exposición al sol se asocia con niveles más altos de estrés psicosocial, lo que puede afectar negativamente la salud y el bienestar general”, explica Dominic Royé, investigador en biometeorología y la geografía de salud del CSIC. La luz ayuda a regular el ritmo circadiano, esencial para mantener un ciclo de sueño-vigilia saludable y “la alteración de este ritmo puede provocar trastornos del sueño y afectar la salud mental general”.
La falta de luz solar también disminuye la producción de serotonina, un neurotransmisor relacionado con la felicidad y el bienestar. Con menos luz, por el contrario, el cuerpo tiende a producir más melatonina, una hormona que regula el sueño. Además, menos horas de luz y una mayor pluviosidad reducen la actividad social de la gente, hacen que se recluya en casa, y esto tiene un efecto evidente en el estado de ánimo.
Royé concede que “en términos psicológicos, el tiempo puede influir en el estado de ánimo”, pero matiza que esto es algo subjetivo, “y varía significativamente de un individuo a otro”. El trastorno afectivo estacional no afecta a todos por igual: es más frecuente en mujeres, entre quienes viven en lugares donde hay menos horas de luz en invierno y en personas con depresión previa o trastorno bipolar. La buena noticia es que es pasajero por definición.
Un análisis del Instituto de Virginia para la Genética Psiquiátrica y del Comportamiento relacionó el tiempo al aire libre y el clima soleado con un “mejor estado de ánimo, mejor memoria y un estilo cognitivo más amplio”. Estos efectos eran evidentes, sobre todo, al llegar la primavera y se iban difuminando con el paso de las semanas. El motivo es que las personas se habían visto privadas de los efectos positivos del tiempo soleado durante el invierno. Es decir, que la lluvia presente mejora los efectos del sol futuro.
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