Sian Clifford, la hermana sargento de ‘Fleabag’: «Cada vez soy menos competitiva. Como no nos apoyemos tenemos un problema»
Hay quien no se acerca a Sian Clifford por si gruñe. Pero la actriz no se parece a su ‘alter ego’ en ‘Fleabag’. Y menos en su nueva serie, ‘Quiz’.
La risa precede a esta londinense de 37 años, desconocida hasta el éxito de Fleabag. En esa serie le toca bailar con la más fea, Claire, la hermana sargento del personaje de Phoebe Waller-Bridge. En la vida real las dos actrices son uña y carne, amigas desde sus años de estudiantes en la Real Academia de Arte Dramático de Londres. Y, más importante, compañeras de metro durante 45 minutos al día, hasta que volvían a su casa en Ealing, muy a las afueras de Londres. Vegana por convicción y enamorada de la humanidad, ahora Natalie Portman, Reese Witherspoon o Julia Roberts son sus mayores fans. Quiz, que se estrena el 28 de septiembre en Movistar Series, la ha devuelto a sus años de adolescente. Esta miniserie de tres capítulos, basada en una historia real y dirigida por Stephen Frears, recuerda un sonado escándalo en el concurso televisivo británico ¿Quién quiere ser millonario?
¿Es una buena concursante?
¡Soy terrible! Aunque debo decir que durante la pandemia participé en un concurso por Zoom y mi equipo ganó. Pero lo mío son los juegos de mesa. Entiendo perfectamente que no se quiera contar conmigo en un concurso…
¿Mala perdedora?
No lo creo. Nunca me he enfadado y he tirado el tablero por los aires. Y cada vez soy menos competitiva. Al revés, con los tiempos que corren me parece que como no nos apoyemos los unos a los otros tenemos un problema.
Como la apoyó Phoebe Waller-Bridge.
Sigue haciéndolo. Es una gran amiga a la que llamaría sin dudarlo para preguntarle cualquier cosa sobre mi vida.
¿Cuál es el mejor consejo que le ha dado?
Que siempre sea yo misma. No sé. Me ha dado tantos… Son 20 años de amistad, que se dice pronto. Veinte años de consejos maravillosos. Pero ese me parece el mejor.
¿Cuál fue el secreto de Fleabag?
Hubo mucha magia. Lo notamos desde la lectura de ese primer guion. Phoebe escribió para nosotros, fijándose en lo que sabíamos hacer mejor. No hubo improvisación. Todo estaba tan bien escrito que se sentía ese realismo con un punto muy ácido.
¿Es muy diferente su trabajo en Quiz?
Stephen Frears es otro gran amigo y otro gran maestro, aunque son seres humanos muy diferentes. Para mí, lo mejor de Quiz es que ha sabido plasmar una época que sentí tan real al grabarla como cuando la viví en mi adolescencia. Y que el guion ha sabido retratar a los protagonistas como seres humanos, que es lo que son. Que cada uno saque sus propias conclusiones sobre lo que hicieron o no.
¿Cuánto la ha cambiado la fama?
Está claro que mi vida ha cambiado. Y que ahora la gente me reconoce por la calle. Pero lo principal es que el éxito de Fleabag ha abierto puertas a nuevas oportunidades en mi vida, como ha ocurrido con Quiz.
¿Cómo comenzó su pasión por la interpretación?
Siempre quise ser actriz, pero de niña participé en una producción escolar de El mago de Oz. Tenía seis años. Interpreté a uno de los enanos. Y pasé miedo, así que al año siguiente no formé parte. Pero cuando vi a mi hermana participando en el montaje de La sirenita mientras yo estaba en el patio de butacas me di cuenta de que donde yo quería estar era en el escenario.
¿Ha sido fácil para usted conservar la pasión todos estos años? ¿Evitar el miedo?
Tardé tres años en poder entrar en la escuela de arte dramático y ahí fue donde conocí a Phoebe. Desde entonces hemos navegado por momentos hilarantes y otros de penuria, en los que nuestra amistad ha sido nuestra mejor aliada. Pero aunque adoro la interpretación, soy una persona multipasional. Me encanta escribir, aunque necesito a alguien como Phoebe para que me azuce a enseñar mis textos. Soy una defensora de un estilo de vida concienciado, algo por lo que abogo con mi compañía Still Space [una plataforma centrada en promover la meditación que creó en 2015]. Y soy una total enamorada de la humanidad.
Y de la meditación, tengo entendido.
La meditación ha hecho de mí una persona mucho más relajada, más contemplativa. No es solo la meditación. Son otras muchas prácticas de lo que llamo ‘una vida más concienciada’ las que me permiten escuchar los susurros de mi alma.
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