En época de crisis, comedias románticas: por qué las despreciadas películas ‘de chicas’ son el bálsamo que necesitamos en 2022
Despojadas de estereotipos rancios y apoyándose en algunas de sus mayores estrellas, el género defenestrado durante años resurge para conquistar a un público necesitado de evasiones escapistas y finales felices. Viaje al paraíso, con Julia Roberts y George Clooney, es su último ejemplo.
La fórmula ha funcionado durante décadas. Un apuesto joven blanco heterosexual conoce a una apuesta joven blanca heterosexual en una circunstancia lo suficientemente memorable como para que terminen odiándose. Su romance parece imposible por los obstáculos sentimentales/económicos/sociales que se interponen en su camino pero, con la ayuda o con la obstrucción de una ristra de chistosos mejores amigos, consiguen abrir los ojos en sus enormes apartamentos, sobreponerse a la situación y dejarse llevar por un amor para siempre puro y eterno. Con mínimas variantes, este esqueleto argumental ha convertido a la comedia romántica en uno de los géneros por antonomasia del séptimo arte, llenando los patios de butacas en todo el mundo, cosechando estatuillas y catapultando a decenas de estrellas globales. Su predicamento, sin embargo, desapareció sin preaviso. Antes del comienzo de la pandemia, apenas el 2% de las películas estrenadas pertenecían al género. En 2022, y gracias a la ayuda de algunos de sus tótems históricos, la tendencia está a punto a revertirse.
“Creo que no apreciamos lo suficiente la cosecha de comedias románticas que tuvimos. No aprecias todo el esfuerzo y los mecanismos porque son divertidas y dulces, y los espectadores se ríen, se besan y son traviesos. Es un género que me encanta ver y en el que me encanta trabajar, pero es difícil hacerlas bien”. Así de expeditiva se mostraba Julia Roberts en su defensa y reivindicación del género. La que fuera una de sus actrices por antonomasia, con clásicos como Pretty Woman, La boda de mi mejor amigo o Notting Hill, regresa ahora a los cuentos de final feliz. En Viaje al paraíso, la actriz derrocha química con su amigo George Clooney para dar vida a una pareja de divorciados que se unen para arruinar la boda de su única hija. Es la primera comedia romántica del intérprete en 27 años y el regreso de la actriz tras casi otros 20. ¿Por qué deciden dos estrellas consolidadas apostar de nuevo por un género que parecía amortizado? “Queremos darle a la gente unas vacaciones de sus vidas, después que el mundo haya atravesado este tiempo tan duro”, alegó Roberts en The New York Times. “Es como cuando vas caminando por la acera y hace frío, pero de repente un agradable rayo de sol te toca en la espalda y dices, ‘Oh, sí. Esto es exactamente lo que necesitaba sentir”.
Los tiempos convulsos actuales a los que aludía la estrella conforman una de las razones más esgrimidas ante su inminente regreso. “Lo último que la gente quiere es ver historias de gente aislada o llevando mascarillas. Antes era imposible hacer una comedia romántica, ahora han vuelto con toda la fuerza”, explica Jason Blum, productor de películas como Déjame salir. “En estos tiempos inciertos son profundamente satisfactorias”, afirma la editora de The Atlantic Sophie Gilbert. “Hay muy pocos casos en los que los personajes que crees que van a acabar juntos no lo hagan, normalmente sabes lo que va a pasar. Y hay un profundo bienestar y seguridad en esa fórmula. Puedes confiar en ella. No te van a romper el corazón al final y eso tiene algo de hermoso”.
Roberts y Clooney no están solos en su desembarco. La icónica Meg Ryan anunció esta primavera su vuelta al cine tras siete años de ausencia con el género que la convirtió en una estrella internacional. En What Happens Later, se acompaña de David Duchovny para contar la historia de dos examantes que se ven forzados a pasar la noche juntos en el aeropuerto por una nevada. En unos meses también volverán Reese Witherspoon (Your Place or Mine) y Lindsay Lohan (Irish Wish), que acaba de anunciar un acuerdo con Netflix para protagonizar hasta dos comedias. Este mismo año, Jennifer Lopez ya cultivó el terreno con Cásate conmigo y Sandra Bullock convirtió La ciudad perdida en una de las grandísimas sorpresas del año en la taquilla. “No voy a volver a hacer dramas. Solo quiero hacer comedias. Voy a luchar por ellas y voy a disfrutarlas”, aseguraba hace unos meses la actriz de La proposición, denunciando el desprecio histórico sufrido: “Las películas para chicas eran subestimadas y despreciadas”. Los vaticinios le dan la razón. Ellis Jacob y Sean Gamble, responsables de las cadenas de exhibición Cineplex y Cinemark respectivamente, coinciden en augurar un resurgimiento en los próximos años. En Italia, una reciente encuesta sitúa el género como el favorito de los espectadores, por encima del cine de acción.
Mientras que el género ha sido ampliamente criticado por perpetuar valores sexistas y representar patrones sociales basados en la normatividad y un romanticismo cercano al acoso, lo cierto es que ha aprovechado los años de barbecho para reinventarse a sí mismo y ampliar su abanico de personajes, tramas y ambiciones. El espectro es más diverso, más auténtico, más complejo. En los últimos años, los Harry y Sally de las nuevas ‘romcom’ han formado parte de colectivos como el asiático (Crazy Rich Asians), el pakistaní (La gran enfermedad del amor), el latino (El padre de la novia), el gay (Con amor, Simon, Fire Island), el lésbico (Happiest Season) o el autista (Cha Cha Real Smooth). El 28 de octubre llegará a las salas Bros, la primera comedia romántica protagonizada por dos hombres homosexuales producida por uno de los grandes estudios de Hollywood (Universal). Su responsable, Billy Eichner, es el primer hombre abiertamente gay que coescribe y protagoniza una película producida por un gran estudio en la historia del cine. Aunque su sentido escapista es intrínseco a la naturaleza del género, buena parte de la culpa de su renacimiento se basa en la actualización de los clichés más rancios.
La desaparición en la gran pantalla del género puede achacarse a la falta de diversidad de las propuestas presentadas durante la pasada década, pero también a un cambio en el sistema hollywoodiense que todavía hoy hace estragos. Estas enormes productoras comenzaron a priorizar las grandes superproducciones de acción y superhéroes o los filmes de autor con ambición a premio por delante de los proyectos de presupuesto medio, que se han visto arrinconados estos últimos años al nicho del streaming. Conscientes del tirón que tienen a la hora de enganchar al suscriptor, las plataformas se adhirieron al género consiguiendo éxitos incontestables como Mi primer beso, A todos los chicos de los que me enamoré, Emily en París, Modern Love, Palm Springs, Love Life o la reciente y aclamada Heartstopper. En nuestro país, Netflix sacó jugosos réditos de la tendencia con ejemplos como A través de mi ventana, Loco por ella, Te quiero, imbécil, Fuimos canciones o la serie Valeria.
“Todo lo que hacía que las comedias románticas no fueran atractivas para los estudios es lo que las hace atractivas para los streamers. Son relativamente baratas y sencillas de hacer, requieren efectos especiales mínimos y ofrecen papeles protagonistas atractivos para las estrellas que quieren mostrar lo divertidas y encantadoras que son. Netflix, Hulu y Amazon han aumentado su producción de comedias románticas en los últimos años y creo que apenas están comenzando”, añade Scott Meslow, escritor del libro From Hollywood with Love: The Rise and Fall (and Rise Again) of the Romantic Comedy. Acompañados en una sala de cine o en la soledad del hogar, parece que el chicx conoce a chicx será una constante en nuestras pantallas.
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