El ‘brazo armado’ de Europa contra la crisis climática
El Banco Europeo de Inversiones veta los combustibles fósiles y aspira a movilizar un billón de euros para la transición verde en la próxima década
El Banco Europeo de Inversiones (BEI), la entidad propiedad de los países de la UE, aspira a convertirse en el brazo armado de los Veintiocho en la lucha contra el cambio climático: no volverá a financiar a partir de 2021 proyectos de combustibles fósiles, los principales emisores de los gases de efecto invernadero. “Nuestro objetivo es consolidarnos como el banco del clima”, dice Emma Navarro, vicepresidenta del BEI responsable dentro del área de cambio climático y medio ambiente.
La decisión de poner fin a la financiación de proyectos de combustibles fósiles —gas natural, carbón y petróleo—, que forma parte de la estrategia verde de esta entidad para la próxima década, se adoptó en noviembre. Y es una de las buenas noticias en la lucha contra el cambio climático que esgrimen desde la ONU en la Cumbre del Clima que se celebra en Madrid, la conocida como COP25. “Es una señal muy importante que se manda al mercado”, opina Valentín Alfaya, presidente del Grupo Español para el Crecimiento Verde, una asociación de la que forman parte casi 50 grandes empresas del país y que apuestan por la descarbonización de la economía. “El sector financiero está cambiando” y se está produciendo una “deslocalización” de las inversiones fósiles, añade Alfaya.
El BEI, explica desde la COP25 Navarro, ya cuenta en el mundo con una “reputación de gran financiador climático”. “Ha sido una de nuestras grandes prioridades de nuestra financiación: en 2010 el BEI se marcó el objetivo de que el 25% de toda nuestra financiación fuera para clima”. La vicepresidenta de esta entidad apunta a que entre 2012 y 2018 la financiación climática ha superado los 150.000 millones de euros. “Y hemos conseguido movilizar inversiones por valor de más de 550.000 millones en este tiempo”, señala Navarro.
Pero el BEI quiere dar un paso más con la estrategia aprobada el mes pasado, que se alinea con la política climática de la nueva Comisión Europea que preside Ursula von der Leyen. El objetivo que se ha fijado el BEI es movilizar “inversiones por valor de 1 billón de euros entre 2021 y 2030”. “Esa será la década crítica según los expertos”, apunta Navarro en referencia a los recortes de emisiones de gases de efecto invernadero que se deberán aplicar para cumplir con el Acuerdo de París, que obliga a los países firmantes a recortar sus emisiones para que el aumento de temperatura no supere los 2 grados y, en la medida de lo posible, 1,5. Otro de los objetivos de la nueva estrategia del BEI es que el 50% de toda la financiación de esta entidad vaya a proyectos climáticos y medioambientales. Dentro de esta categoría entrarían, por ejemplo, los proyectos de energías renovables. También, los de eficiencia energética en las edificaciones que en muchos casos no pueden salir adelante sin el apoyo de financiación pública.
Transición justa y gas
Entre las líneas maestras de financiación también está la “transición justa”, es decir, el apoyo a los sectores y regiones —como las carboneras— que se verán afectadas por la transición climática. El BEI tiene previsto presentar durante el primer trimestre un plan de acciones concretas, expone Navarro. “Somos conscientes de que este es un proceso inevitable y a largo plazo nos va a traer ganancias. Pero la transición tiene unos ajustes y hay algunas regiones que van a tener mayores ajustes en este proceso de transición”, explica la vicepresidenta del BEI. Y, precisamente, en algunas de esas regiones es donde se focalizan las mayores reticencias ante la transición climática.
Esas reticencias, que ya se vieron en junio cuando los Veintiocho fueron incapaces de consensuar la meta de la neutralidad climática para 2050, se repitieron en noviembre, cuando el BEI aprobó su estrategia para la próxima década. Salió adelante, pero Polonia, Rumanía y Hungría votaron en contra de que la entidad dejara de financiar proyectos de combustibles fósiles.
Navarro explica que el BEI se empezó a alejar de estos combustibles fósiles hace tiempo. “Desde 1999 no financiamos ningún proyecto de extracción de petróleo ni proyectos de carbón”, detalla. Pero en este tiempo la entidad sí ha seguido colaborando con proyectos de gas natural, fundamentalmente a través de la financiación de grandes infraestructuras.
El gas natural será el principal damnificado de la nueva política de inversión del BEI, ya que los estándares que ha aprobado este banco los pone en el punto de mira. “No se van a financiar los proyectos tradicionales de gas natural”, señala Navarro. El veto a los proyectos fósiles supone una “señal que se manda” a los mercados, pero Navarro resalta que lo más importante es lo que se “va a financiar”. “El BEI va a ser clave para ayudar a la descarbonización y a cumplir los objetivos europeos”, concluye.
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