La UE ultima una lista de países para reabrir fronteras pero se plantea mantener el veto a los viajeros de EE UU
El país no cumpliría ninguno de los criterios exigidos por el bloque comunitario
La Unión Europea ultima una lista de países que sean lo suficientemente seguros para que sus ciudadanos puedan viajar hacia el bloque comunitario a partir del 1 de julio. Según fuentes diplomáticas, el documento, que todavía debe pactarse, se basaría en tres criterios: sanitarios, de reciprocidad y vínculos con la UE. Eso dejaría fuera a países como los Estados Unidos, Brasil o Rusia. Sin embargo, la confección de la lista está resultando un quebradero de cabeza para los Veintisiete por la dificultad para encontrar una fuente fidedigna que aporte datos para elaborar esos informes.
La UE cerró su frontera exterior el pasado 16 de marzo para permitir solo viajes “estrictamente necesarios”, como la repatriación de europeos. A medida que se acerca el 1 de julio, algunos socios insisten con mayor fuerza en la urgencia de publicar una lista para empezar a abrirla. Los Veintisiete llevan ya semanas tratando de cerrar una carpeta que varias fuentes definen como sumamente compleja. Los embajadores tratarán este miércoles en una reunión de fijar una primera lista de países candidatos a ingresar en esa primera lista, aunque será difícil que lo logren. En cualquier caso, la intención es cerrarla antes del 1 de julio ante el riesgo de que las capitales decidan seguir sus propios criterios.
Uno de los puntos más controvertidos es qué ocurre con Estados Unidos, que suma 2,3 millones de diagnosticados y 120.000 muertos, lo que indica que la expansión del virus está lejos de ser controlada. Si se siguen criterios epidemiológicos, la UE no debería abrir todavía sus fronteras con Washington. Aun así, la decisión no depende solo de los datos sanitarios. Estados Unidos no permite la entrada de viajeros europeos, por lo que las capitales pueden negar la llegada de ciudadanos de ese país.
Fuentes gubernamentales apuntaron a un tercer elemento más subjetivo. En algunos casos, habrá razones políticas o de cercanía con el país que impulsen a abrirle las puertas a pesar de que no exista reciprocidad. A nivel comunitario se habla de los países de los Balcanes. En el caso de España, de Marruecos, que cerró a cal y canto su frontera poco después de declararse la pandemia, pero que tiene un nivel de contagios muy bajo y, por tanto, implica poco riesgo reanudar los tránsitos desde ese país.
De todos modos, tampoco bajo ese supuesto es fácil tomar una decisión a favor de EE UU porque el propio Trump ignoró la importancia de esa relación transatlántica al decretar sin previo aviso el cerrojazo a todos los ciudadanos procedentes de la Unión Europea.
Temporada turística
La presión para abrir las fronteras procede sobre todo de países turísticos, en especial de Grecia. Atenas, que ha elaborado su propia lista con una treintena de países que considera seguros, no quiere prescindir de grandes mercados como el ruso e incluso amaga con abrir sus fronteras a los ciudadanos de esos Estados para que las empresas turísticas y las aerolíneas puedan ir ofertando sus paquetes turísticos.
Otros países, en cambio, están abriendo sus fronteras con la máxima precaución. Es el caso de Dinamarca, que hasta el próximo día 27 permite solo la entrada a ciudadanos de Alemania, Noruega e Islandia. España evita dar pistas sobre qué países integrarán la lista europea, pero asegura que no actuará unilateralmente.
La confección de la lista, sin embargo, no está siendo una tarea especialmente sencilla. Todos los países proporcionan datos sobre el alcance de la pandemia. Pero varias fuentes diplomáticas dudan sobre la fiabilidad de muchas de esas estadísticas. “El problema es de confianza”, sostienen fuentes comunitarias. A ello se añade que muchos países hacen sus contribuciones al debate con argumentos políticos o de vecindad, según estas fuentes.
Los diplomáticos, sin embargo, esperan llegar a un acuerdo antes del día 1 para evitar que el desacuerdo ponga en peligro las garantías sanitarias en la frontera exterior de la Unión Europea. Lo cual, a su vez, supondría una amenaza para toda la zona Schengen.
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