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Brasil quiere reservar un 2% de plazas de una oposición a personas trans y otro 2% para indígenas

El ministro de Trabajo, autor de la propuesta y del PT, busca la fórmula legal para implantarla en el concurso público para 900 inspectores de trabajo

Naiara Galarraga Gortázar
El palacio de Itamaraty, sede de la Cancillería brasileña, en Brasilia
El palacio de Itamaraty, sede de la Cancillería brasileña, en Brasilia, iluminado para celebrar el Día del Orgullo Gay, este miércoles.SERGIO LIMA (AFP)

Brasil, que hace una década implantó cuotas universitarias para estudiantes pobres y negros que revolucionaron cientos de miles de familias, quiere dar un paso más. El ministro de Trabajo y Empleo acaba de anunciar su intención de crear cuotas específicas, en una oposición concreta, para personas trans (2% de las plazas), indigenas (otro 2%) y ampliar al 45% los puestos para brasileños negros y mestizos, y al 6% las destinados a personas con deficiencia. La iniciativa se refiere a la oposición pública para incorporar 900 nuevos inspectores de trabajo a la Administración pública. El Ministerio de Trabajo y su titular, Luiz Marinho, buscan ahora la fórmula legal para hacer realidad esa voluntad política.

El anuncio del ministro Marinho se produjo pocas horas después del día internacional por los derechos LGTBI y poco antes de que el Tribunal Supremo de Estados Unidos decidiera acabar con la discriminación positiva por raza en las universidades. El ministro pertenece al Partido de los Trabajadores, como el presidente Luiz Inácio Lula da Silva. Es una incógnita si el mandatario y su Gobierno abrazan el interés del ministro en ampliar las cuotas en las oposiciones para entrar en la administración. El ministerio ha confirmado la iniciativa a este diario, pero el Ejecutivo no ha respondido a las preguntas formuladas sobre la propuesta.

Quizá este anuncio del ministro de Trabajo y la sentencia de Estados Unidos reactiven el debate sobre las cuotas en general. Brasil introdujo en 2012 cuotas para ampliar las oportunidades de los estudiantes desfavorecidos. Es un sistema en varias capas que discrimina positivamente al alumnado de la red pública, de familias pobres, mestizos o negros. Por ese orden. Quien cumple más categorías tiene más opciones de ser admitido a una de las plazas reservadas para las cuotas. La medida tocó hace una década el nervio de las familias blancas. Pero con el paso de los años las cuotas se han normalizado y el debate ha amainado. Pero estudiante a estudiante, ha supuesto un salto adelante para reducir el abismo de la desigualdad.

En un país donde los mestizos y negros suponen el 56% de la población, ahora son también mayoría entre el alumnado de la Universidad pública. Y a pequeña escala, cientos de miles de hogares han vivido una revolución: el primer licenciado de la familia, lo que allana el camino para prosperar.

Cabe esperar que las cuotas para las trans agraven la polémica entre un Gobierno que ha elegido la diversidad como una de sus banderas y una derecha reaccionaria, liderada por Jair Bolsonaro, que, como en otros puntos del planeta, ha elegido los avances LGTBI, en general, y los derechos trans en particular como su terreno preferido para embestir contra los progresistas. Varios de los principales edificios oficiales de Brasil, como el Congreso o el palacio de Itamaraty, sede de la cancillería, celebraron el día del Orgullo LGTBI con iluminación multicolor.

El asunto de las cuotas en las oposiciones cobra especial relevancia ahora porque este Gobierno, que tomó posesión hace seis meses, ha anunciado una catarata de concursos públicos para seleccionar funcionarios en múltiples áreas que incluyen inspectores de trabajo o ambientales, contrataciones que deberían contribuir a la lucha contra la esclavitud contemporánea o la deforestación en Amazonia.

El país más poblado de América Latina es desde hace años escenario de importantes avances en derechos y sociales para los transexuales. Su visibilidad es grande. Cuatro mujeres transexuales fueron electas diputadas en los últimos comicios, dos en el Congreso, una en el Parlamento estatal de Río de Janeiro y otra en el de Sergipe. Y algunas empresas empiezan a mostrar interés en contratarlos como parte de sus planes de diversidad. Pero las transexuales brasileñas tienen aún gravísimos problemas para conseguir trabajo e incluso para algo tan básico y natural como llegar a la vejez. Su esperanza de vida es espectacularmente menor que la de sus compatriotas. Y este país sigue como el más letal para esta minoría. El último balance de Trans Murder Monitoring, una red internacional de ONGs, contabiliza 96 trans asesinadas en un año, entre octubre de 2021 y 2022.

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).

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