El Arzobispado de Burgos toma el mando en los monasterios rebeldes de las monjas clarisas
El Vaticano nombra “comisario pontificio” al arzobispo burgalés para darle poder total sobre la comunidad religiosa
El Vaticano ha entrado en escena para devolver al rebaño a las monjas rebeldes de Belorado. La Santa Sede ha nombrado “comisario pontificio” a Mario Iceta, arzobispo de Burgos, para otorgarle plenos poderes sobre la congregación religiosa de la provincial, lo cual implica al monasterio donde una decena de hermanas clarisas se han atrincherado junto al obispo excomulgado Pablo de Rojas y alguno de sus adláteres. La cúpula del catolicismo se ha comunicado por burofax con la comunidad emancipada, que ha renegado de la figura del Papa Francisco y se adscribe a postulados de otra época. La receptora ha sido sor Isabel, la madre abadesa de los últimos años, si bien su mandato ha concluido este mismo 29 de mayo. La Iglesia ha reforzado su actitud después de semanas instando al concilio y a que las monjas renunciaran a esa figura expulsada del clero.
Mario Iceta ha comparecido este miércoles en rueda de prensa para comunicar que quedan bajo su mando los monasterios de Belorado, Orduña y Derio, correspondientes a la comunidad de las Hermanas Pobres de Santa Clara declaradas en rebeldía desde el pasado 13 de mayo. Ese día, de forma sorpresiva, anunciaron en su página web y por redes sociales que rompían con la Iglesia católica, acusando al actual modelo del Vaticano de romper con los cánones tradicionales, y poniéndose bajo “la tutela y jurisdicción” de Pablo de Rojas Sánchez-Franco, un personaje excluido de la Iglesia y a quien se acusa de haber celebrado misas y celebraciones dentro del propio convento de Belorado. La normativa religiosa establece que cualquier misa o rito efectuado por parte de figuras expulsadas de la Iglesia supondrá la expulsión, así como en este caso las 16 monjas adeptas a la denominada Pía Unión Sancti Pauli Apostoli, creada por De Rojas.
El rango de comisario pontificio acarrea que el arzobispo de Burgos pueda tomar decisiones administrativas, patrimoniales y religiosas sobre las diversas congregaciones. Este estatus implica también la representación legal ante cuestiones civiles, según ha relatado Iceta. Este ha explicado que la medida tendrá “efectos inmediatos” y se verá asistido por especialistas en cuitas jurídicas, civiles, fiscales y penales. El Arzobispado, en comunión con El Vaticano, tratará de conseguir la salida de Pablo de Rojas y de su principal seguidor, José Ceacero, a fin de salvaguardar la situación de las hermanas clarisas y del propio patrimonio material presente en el monasterio.
“Se prohibirá expresamente el acceso y permanencia en los monasterios y todos sus inmuebles de los señores Pablo de Rojas y José Ceacero y cualquier otra persona vinculada a la Pía Unión de San Pablo Apóstol”, ha señalado este miércoles Mario Iceta. Además, se va a efectuar un inventario sobre los recursos del convento, aunque no se sospecha que las monjas hayan intentado vender patrimonio religioso.
La ruptura de las monjas viene de un contexto con diferencias inmobiliarias entre las residentes de Belorado y el Arzobispado. “Esto de las propiedades debe de ser muy goloso para algunos, ya que aparece como telón de fondo de artimañas de las que hemos sido objeto estos años. Es un modus operandi, desmontar comunidades de línea tradicional y quedarse con sus inmuebles para venderlos. Hemos conocido ya bastantes casos”, escribieron en su comunicado las hermanas, que habían intentado adquirir un monasterio en Derio (Bizkaia) por 1,2 millones de euros, pero el mando religioso se lo impidió porque, según afirmó el Arzobispado, temían que detrás anduviese el excomulgado De Rojas.
“En marzo de 2024, sor Isabel manifiesta tener un benefactor que comprará y pondrá a nombre del propio benefactor el Monasterio, llegarán a un acuerdo de uso y lo revenderán a la comunidad de Belorado cuando obtengan el importe procedente de la venta del Monasterio de Derio”, admitió el Arzobispado, pero la operación se paró cuando intuyeron al religioso expulsado como muñidor de este movimiento.
Las religiosas, de la orden de Hermanas Pobres de Santa Clara, presentaron un documento donde reniegan de Francisco y de sus predecesores hasta Pío XII, fallecido en 1958. “Nos van a denominar herejes y cismáticas, locas y muchas cosas más, muy calumniosas y desagradables. No los creáis, al menos por esta vez, que no os engañen”, afirmaron las monjas cuando dieron a conocer sus movimientos.
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