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El cirujano francés que agredió sexualmente a 299 pacientes: “Mi vida era la pederastia”

Joël Le Scouarnec se somete por primera vez a un interrogatorio en el juicio por los abusos a menores cometidos durante 25 años: “Necesito entender por qué me convertí en esto. Perdí todo sentido moral”

Un dibujo del ex cirujano francés Joël Le Scouarnec, durante el juicio.
Un dibujo del ex cirujano francés Joël Le Scouarnec, durante el juicio.ZZIIGG (REUTERS)
Daniel Verdú

Joël Le Scouarnec era un cirujano con una vida profesional y personal consolidada. Tres hijos, una esposa, nietos y unas aficiones tranquilas y cultivadas, como la ópera y la lectura. Algunos tics de su personalidad —su afición por el coleccionismo, su obsesión por clasificarlo todo— dejaban entrever una conducta algo maníaca. Su entorno, con el tiempo, comenzó a tener noticia de sus inclinaciones pederastas. De sus delitos. Llegó un momento en que cada miembro de la familia, incluidos sus hijos, sus hermanos y su esposa, tuvieron en la mano una pieza del enorme puzle que componía su enfermiza y criminal personalidad, pero ninguno se molestó en ponerlas sobre la mesa para construir su verdadero retrato. Este lunes, en el tribunal de Vannes (Bretaña) que le juzga por haber abusado de, al menos, 299 víctimas (la mayoría menores de edad), ese cuadro comenzó a aflorar a través del primer interrogatorio al que fue sometido. “Tenía dos vidas. Una vida social, familiar y profesional. Y, aparte de eso, una vida pederasta […]. Pasaba muchísimo tiempo satisfaciendo mis deseos. […] Era adicto a todo lo que pudiera estar relacionado con la pederastia”, admitió el lunes.

Los delitos de los que se acusa a Le Scouarnec en este juicio están detallados por él mismo en una serie de escritos en los que, a modo de diario, relataba los abusos a los que sometía a las víctimas, pacientes suyos que se encontraban bajo los efectos de la anestesia o en pleno proceso antes o después de la operación. El policía que dirigió la investigación, Sylvain Boissinot, declaró este lunes que el acusado reconoció tras su detención que había hecho todo lo que había escrito en esos diarios. También añadió que en los discos duros se encontraron imágenes que apuntan a múltiples parafilias, como zoofilia, pero también imágenes ”muy duras”, como decapitaciones o ahorcamiento de personas. Otro agente, Benoit Bordenave, reconoció que los textos escritos en los diarios “no dejan indiferente”, mientras que la abogada de varias de las víctimas recordó que entre ese material escrito hay cuentos y poesías de tema pederasta.

Le Scouarnec, tras este preámbulo, comenzó finalmente su declaración con mucho más detalle, arrancando desde su juventud. “No tengo el mínimo recuerdo de que pudiera ser víctima de nada”. Una declaración que desmiente la posibilidad de que hubiera sido víctima de agresiones sexuales y eso hubiera contribuido a desencadenar una actitud parecida con otras personas. Le Scouarnec, a preguntas del tribunal, comenzó a desgranar los entresijos de su personalidad. “Cuando estaba en mi burbuja pedófila, solo veía al niño como un objeto de mi deseo”. Ahora sostiene que su impulso pederasta ha desaparecido: “Ahora veo al niño, lo escucho”, trató de convencer. Además, el acusado declaró comprender su condena de 15 años de reclusión dictada en 2020 por la Corte de lo Penal de Charente-Maritime, en Saintes. Esta pena le fue impuesta por la violación de sus sobrinas, de una paciente de cuatro años y de otra pequeña vecina.

Le Scouarnec aseguró durante el interrogatorio haber tomado conciencia de la gravedad de sus actos en prisión. “Sentí la necesidad de ver a un psicólogo”, primero en Saintes y luego en Lorient. “Para mí, es una necesidad intentar entender por qué me convertí en esto. No tengo una respuesta. Lo que sí puedo decir es que ahora soy consciente del daño y la devastación que causé. Perdí todo sentido moral”. El acusado aseguró que “los sitios de pornografía infantil proliferan en internet”, describiendo plataformas fácilmente accesibles sin necesidad de recurrir a la dark web. Tras una primera condena de 2005, sostiene que dejó de utilizar su tarjeta bancaria para acceder a este tipo de contenidos.

La sensación, a medida que avanza el juicio, es que muchos de sus crímenes podían haberse evitado. Había pistas y demasiados indicios. En noviembre de 2005, de hecho, Le Scouarnec fue condenado a cuatro meses de prisión en suspenso por descargar en tres ocasiones imágenes de pornografía infantil, compradas con su tarjeta bancaria. A pesar de esta condena, continuó ejerciendo como cirujano. Durante su interrogatorio, el acusado admitió haber ocultado material pedófilo en su domicilio durante todo ese tiempo. “Teníamos un sótano lleno de cosas apiladas, era fácil esconder más cajas entre ellas”. Entre esos objetos, había unas 70 muñecas que simulaban niños y bebés. Todas tenían nombres, a veces de pacientes que correspondían con los que anotaba en los diarios.

El cirujano pasó los últimos años de su vida solo tras separarse de su mujer. Durante el interrogatorio, reconoció haber tenido dificultades económicas debido a créditos al consumo con altos intereses. También admitió haber desarrollado una fuerte adicción al alcohol en Jonzac, la localidad del sur de Bretaña donde vivía, llegando a consumir medio litro de whisky al día. Su vida transcurría, explicó, en un total aislamiento social, en una reclusión que aumentó progresivamente su ensimismamiento y obsesiones. “No recibía a nadie o casi nadie. Me hundía en la negligencia. Había moho en mi casa. No quería cambiar de apartamento. Mi vida eran los sitios de pornografía infantil y la pederastia”. Le Scouarnec explicó que su exesposa tomó la decisión de divorciarse definitivamente tras su encarcelamiento. “Al principio, ella tenía poder sobre mi cuenta bancaria. Después del divorcio, se decidió que ella se quedaría con la casa y yo le pagaría una cantidad mensual durante ocho años”.

La familia de Le Scouarnec estuvo marcada por las agresiones sexuales y el incesto. Su padre abusó de su nieto (el hijo de Scouarnec) y él hizo lo mismo con sus sobrinas, las hijas de su hermana. “Reproduje en múltiples niños lo que mi padre hizo con mi hijo”. Cuando se le preguntó sobre la primera agresión cometida, relató: “Lo sitúo con mi sobrina. Era una niña inquieta que buscaba refugio en mis brazos. Fue entonces cuando comencé a tener gestos inadecuados con ella”. Sin embargo, Le Scouarnec negó que los abusos intrafamiliares que sufrió hayan influido en su conducta. “Cuando me convertí en pederasta, no sabía nada de esto. No veo cómo podría haberme afectado”. El juicio, a lo largo de los cuatro meses que durará, también resolverá esa incógnita.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes
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