Un proyecto deNovartis

Lee y escucha cómo es un día en el Servicio de Cardiología del Hospital Clínic de Barcelona

El latido del equipo que cada día cuida del corazón

20.000 personas pasan cada año por el Hospital Clínic de Barcelona por problemas o afecciones cardiacas. Pasamos una jornada en su servicio de cardiología para conocer a los profesionales que diariamente se enfundan la bata y a las personas que hay debajo de ellas

Las zonas más importantes de cualquier hospital quedan siempre fuera de la vista de casi todos. Ese espacio privado, acotado por mensajes que prohíben el paso, queda reservado para determinados pacientes y los profesionales que los atienden. Por eso, tener acceso al Servicio de Cardiología del Hospital Clínic de Barcelona supone una oportunidad excepcional para conocer las dos caras de los sanitarios que trabajan en él. Por un lado, la de sus médicos, enfermeras o técnicos que, a lo largo del año, realizan casi mil intervenciones. Por otro, el lugar en el que la jefa de servicio García, la enfermera Pérez, el cirujano Castellà o el intervencionista Freixa también son Ana, Silvia, Manel o Xavi.

Pulsa el ‘play’ para entrar en el quirófano, asistir a una de las operaciones cardiovasculares más complejas y recorrer la unidad

Un lugar íntimo y compartido en el que pasar de la precisión quirúrgica y el trabajo de bisturí a la emoción y la satisfacción es natural: “Nuestro trabajo es precisamente eso, sobre todo con el paciente y sus familiares, porque sentimos el impacto que produce nuestra intervención”, asegura Ana García, jefa del Servicio de Cardiología del hospital.

Lidiar con enfermedades tan complejas que afectan al órgano del que depende la vida no es nada fácil. Pero Silvia Pérez, compañera de García y coordinadora de Enfermería, cree que a esa pasión por su labor hay que agregar otro ingrediente para alcanzar el éxito. Un elemento quizá evidente, pero no por ello trivial: el trabajo en equipo. “La confianza mutua es esencial”, aclara.

¿Quiénes están detrás de cada una de las atenciones a estos pacientes? ¿Qué les motiva? ¿Qué les inquieta? ¿Son capaces de desconectar cuando llegan a casa? Escucha y lee las historias de cada una de las personas que mantienen vivo el latido de esta unidad.

Ana García

Jefa del Servicio de Cardiología

Tenemos un carácter particular porque nos enfrentamos a un riesgo mortal

La niña Ana tenía claro desde pequeña que, de mayor, quería ser la doctora García. Pero no fue hasta que empezó a estudiar cuando descubrió que lo suyo era la cardiología. “Estaba haciendo prácticas en urgencias y llegó un infarto. Fui con los cardiólogos y, cuando estabilizaron al paciente, pensé: ‘Esto es impresionante”, recuerda mientras hace de cicerone por los pasillos del hospital. Le maravilla lo que logra su equipo: “El infarto es algo que, si no lo tratas, te lleva a la muerte, pero que, si actúas, eres capaz de salvar a la persona”, enfatiza. En la cardiología, asegura, el avance en investigación ha sido espectacular.

Ahora divide su tiempo, precisamente, entre la investigación, la docencia y la gestión de su equipo, tres actividades inherentes a su profesión. Aunque reconoce que el trabajo con los pacientes es el más gratificante y el más duro a la vez: “Nos llevamos una sobrecarga emocional cuando las cosas no salen como esperabas”, pero, añade, ha aprendido a ser optimista y relativizar. Sin embargo, le cuesta quitar hierro a un asunto que le ronda en casa: que sus hijos conozcan los nombres de más futbolistas que de científicos. “¿Por qué le damos tanta relevancia a unas profesiones y no a otras?”, concluye.

Manel Castellà

Jefe de Cirugía Cardiovascular

Una máquina de 400 kilos sustituye al corazón de 300 gramos

Manel Castellà no pierde ni un ápice de su capacidad de asombro ante su trabajo. Ni después de 30 años abriendo, arreglando y volviendo a cerrar todo tipo de corazones, “las máquinas más perfectas que puede haber en la Tierra”, como los define antes de entrar al quirófano para empezar una operación tan compleja que, en España, solo se realiza en el Clínic y en el 12 de Octubre de Madrid: una tromboentracterectomía pulmonar: “Vamos a enfriar al paciente para pararle la circulación, hasta la del cerebro”, explica con tranquilidad, pero con un atisbo de la excitación que siente ante algo tan excepcional. No lo hará solo: le acompañan su equipo y un sofisticado instrumental entre el que destaca el dispositivo que hará de corazón durante unas horas: “Una máquina de 400 kilos que sustituye a un órgano de 300 gramos”, describe.

Antes de entrar en el quirófano se muestra Manel, el hombre tranquilo y cercano que hay debajo de la bata. La preparación física, comenta, es esencial para mantenerse al 100% durante estos críticos y largos procedimientos. Su pasión es la bicicleta, a la que se sube en cuanto tiene un día libre para hacer “kilómetros y kilómetros”. Al entrar en la sala de operaciones se coloca las lentes especiales que afinan su vista durante la intervención. Vuelve a ser el profesional, al que muchos calificarían de superhéroe. Pero él resta épica a su trabajo para alejarse de la imagen distorsionada que lanza la ficción: “No somos dioses”.

Xavier Freixa

Cardiólogo intervencionista de la Sección de Hemodinámica

Hacemos incisiones milimétricas, somos los fontaneros del corazón

Lo importante del trabajo de Xavier Freixa es que no se note. Este cardiólogo intervencionista se desliza por el sistema circulatorio del paciente para eliminar cualquier obstrucción. Los catéteres, finísimos tubos que se introducen en el tejido o en las venas y las arterias, son sus principales aliados. “Somos los fontaneros del corazón”, resume. El objetivo de su labor es que las intervenciones sean lo menos invasivas posible. “Hacemos incisiones milimétricas”, remarca este maestro de la filigrana cardiovascular sentado en la sala de hemodinámica, un espacio con grandes aparatos, pantallas y diminutos artilugios que demuestran que esta subespecialidad tiene mucho futuro en la medicina cardiovascular. Freixa señala que, aunque es una disciplina incipiente en muchos centros, él ya lleva 11 años consagrado a “reparar lo que no funciona, abrir lo que está cerrado y cerrar lo que está abierto” en esos minúsculos conductos que transportan la vida por nuestro cuerpo. Y siempre de la manera más habilidosa, pero también más sutil posible.

Silvia Pérez

Coordinadora de Enfermería de la Sección de Cuidados de Cardíacos Agudos

Somos quienes están 24 horas con el paciente, quienes detectan sus necesidades

En la Sección de Cuidados de Cardíacos Agudos se produce una de las relaciones más íntimas que los pacientes experimentan a su paso por el hospital. Allí, el equipo de enfermeras, coordinado por la veterana Silvia Pérez, vela por que, en medio del ritmo frenético, los enfermos descansen y se recuperen lo antes posible. Pérez lo cuenta con la confianza y el sosiego de quien lleva una vida “al pie del paciente”. Un trabajo que va mucho más allá de la atención a las necesidades físicas: son capaces de leer su mirada y contribuir a mitigar la incertidumbre y la vulnerabilidad a la que se enfrentan en este trance.

Aunque Pérez huye en todo momento del cliché, utiliza siempre el concepto “enfermeras” porque, asegura, sigue siendo una profesión feminizada. Y, sobre todo, invisibilizada: “Nuestro trabajo queda escondido. Quizá no salvamos la vida como otras profesiones, pero somos quienes están 24 horas con el paciente, quienes detectan sus necesidades”, expresa. Tras esa entereza, y después de 20 años dedicada al paciente crítico, Pérez asegura que, cuando sale del hospital, intenta dedicar el máximo tiempo a los suyos y desenmarañar el ovillo de tensión que se lleva a casa. Si no, “habría días en los que no podría volver”, confiesa justo antes de terminar la conversación para volver al trabajo. Los pacientes requieren su atención.

César Bernadó

Enfermero en el laboratorio de Ecocardiografía

La primera vez que una persona oye su corazón se convierte en un momento especial

Cesar Bernardó lleva 30 años observando corazones en acción, pero sigue disfrutando como el primer día cuando le muestra a cada paciente su latido: “La primera vez que lo escuchan se convierte en un momento especial”, destaca en uno de los pasillos, entre consulta y consulta. Cada día en su departamento se hacen casi 70 ecografías. No dispone de mucho tiempo por paciente; sin embargo, en esos instantes la confianza surge espontáneamente. Sobre todo, señala, pese a lo frío de la tecnología, parte fundamental de su formación técnica y de cuya “fulgurante” evolución ha sido testigo. “¿Te acuerdas del Spectrum?”, pregunta, rememorando uno de los primeros ordenadores personales. Si no se pasara los días entre máquinas, se habría dedicado a la biología. La naturaleza, pero vista con sus propios ojos y no a través de un ecógrafo, es su pasión: “Especialmente el senderismo”, precisa. Nada que ver con su trabajo, en el que se mueve entre pasillos estrechos y salas llenas de aparatos médicos… Como los que debe seguir accionando a lo largo de su jornada para examinar, y entender, los corazones de sus pacientes. Y para que se sigan emocionando al escucharlo.

CRÉDITOS

Coordinación editorial: Francis Pachá y Javier A. Fernández
Redacción Manu Tomillo
Fotografía Gianluca Battista
Programación: Rodolfo Mata
Diseño: Juan Mayordomo
Coordinación de diseño: Adolfo Domenech 
Guion, producción y locución del pódcast : Manu Tomillo
Edición sonora del pódcast: Daniel Gutiérrez
Producción ejecutiva del pódcast: Elia Fernández 



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