Berto Romero: “La gente que de verdad tiene mucho éxito está fuera del circuito”
El cómico y actor estrena en La 2 un programa en el que hablará de narrativa y de historias a través de distintos formatos
Berto Romero estrena este martes en La 2 el programa Ovejas eléctricas, una producción de RTVE en colaboración con K 2000 (The Mediapro Studio). Romero (Cardona, 49 años) hablará en él de narrativa y de historias a través de distintos formatos: la literatura, el cine, los cómics o los videojuegos, un proyecto del que dice de sí mismo que será presentador y espectador a la vez y en el que estará acompañado de cinco colaboradores: Jorge Carrión, Marta Jiménez Serrano, Isabel Cadenas Cañón, Antonio Martínez Asensio e Isabel Vázquez.
Pregunta. Hace poco le escuché en la radio definir su papel en Ovejas eléctricas. Dice que será “el atún para la medicina del gato”...
Respuesta. Esa imagen explica mi cometido en este proyecto y es una función muy necesaria. Es un programa que va sobre narrativa, de historias a través de las cuales vamos transitando por la literatura, las películas, los juegos, los cómics… Con el perfil que tengo a lo mejor alguien piensa que voy a salir fumando en una pipa y no va a haber espacio para un chascarrillo, cuando lo que a mí me ha pedido el equipo y el director, José Antonio Pérez Ledo, es lo contrario, que sea yo y haga todos los chistes que pueda.
P. En la nota de prensa se refieren a usted como “cómico pero serio”.
R. A veces los que hacemos comedia parece que tengamos que estar continuamente haciendo el imbécil de una forma desproporcionada. Cuando me preguntan si quiero ponerme serio, que es algo que se suele preguntar desde una cierta mala baba, quieren decirme: “¿Cuándo vas a trabajar en algo respetable?”. Eso me lo tomo siempre a chufla, porque los que nos dedicamos a esto sabemos que requiere el mismo esfuerzo ponerte serio que cómico. Lo que creo es que soy bastante empático y me adapto bastante bien a las situaciones, al tono de los demás. Los colaboradores tienen unos conocimientos apabullantes y profundos sobre estos temas, así que mi papel es el de ser espectador y ser atún.
Cuando me preguntan si quiero ponerme serio quieren decirme: “¿Cuándo vas a trabajar en algo respetable?”
P. Vuelve a la tele, a la que calificó como “trituradora de carne”.
R. Hacer este programa viene de la suerte que tengo de no estar sujeto a necesidades artísticas o cubrir determinados expedientes. Ya hice televisión generalista, diaria, y he recibido ofertas, pero no necesito aceptarlas. Me va bien con mi teatro, con mis proyectos de ficción, puedo hacer algo si me gusta y puedo aprender, y eso es una prerrogativa maravillosa. Insisto en lo de la suerte porque muchos tienen que decir que sí a todo para pagar la hipoteca y mantener a sus hijos. A Pérez Ledo le venía siguiendo la pista desde hace tiempo, me gustaban muchas de sus facetas como creador, en Órbita Laika, El gran apagón, La firma de Dios, como guionista de cómics… Nos conocimos hace poco y de repente sacó este proyecto.
P. ¿Qué le gusta de la tele de ahora?
R. Soy muy mal ejemplo, no veo televisión desde el año 2003, creo (carcajadas). Igual 2006, yo qué sé.
P. En cuanto acabe esta entrevista le van a matar. Lo sabe, ¿verdad?
R. Ya, pero no te quiero engañar. Cuando empecé a vivir solo en mi piso no funcionaba la antena comunitaria, así que ponía videos o me bajaba series del Emule. Nunca he sido muy aficionado a sus formatos más habituales: concursos, realities… De vez en cuando me he enganchado a alguno, pero nunca con la disciplina de sentarme en el sofá una vez a la semana pendiente de algo. Lo siento, ¿eh?
P. Por nada…
R. No vi nunca el programa en el que trabajaba por las noches, mucho menos si salía yo, porque prefería dedicar mi tiempo a otras cosas. Desde que aparecieron las plataformas tengo una dieta de ficción, películas, series y documentales, voy a mi aire. Afortunadamente, ya no hay la ansiedad del principio, cuando creíamos que teníamos que estar al día de la serie del momento.
P. Dice que la labor de un cómico es observar mucho.
R. Soy muy observador, muy curioso, pero profundizo poco. No soy lo suficientemente obsesivo como para meterme en un tema y conocer todas sus ramificaciones. Mi cultura es muy buena para una sobremesa, como de trivial, porque luego si rascas un poco no hay demasiado. Eso se ve en lo que hago, en la última serie que he hecho —El otro lado— se ve un conocimiento del tema, pero nada académico. Es decir, hay una música, pero no me sé la letra muy bien. Y esa forma de ser me va muy bien para hacer comedia, siempre puedo dar una opinión de algo pero es un chiste, un punto de vista, una aproximación.
P. En las últimas horas me han llegado dos notas de prensa con información de dos autores. De uno se centran en los premios que ha recibido. Del otro, en su número de seguidores en redes sociales.
R. Me pone un poco triste. Lo de los premios no lo entiendo ni lo entenderé nunca. Nunca me habían gustado los premios, me olían mal y ahora ya he aceptado que no estoy hecho para eso. No me gusta la propia dinámica de la competición, y sé que el mundo funciona así, valen los seguidores que tienes sin importar la calidad de esos seguidores. Es todo cuantificable y medible. Puedes hacer un programa, una peli, una serie, con lo que cuesta, y de repente entras en una carrera con otra gente. Las listas de quién es el mejor cómico, por ejemplo. Lo importante es que llegue a algunas personas, dé ciertos resultados, te quedes satisfecho, te permita ganar suficiente dinero como para acometer otro proyecto… Y si te das cuenta, la gente que tiene de verdad mucho éxito, pero mucho, mucho, está fuera de todo eso. No tiene redes sociales, no gana premios, está fuera del circuito.
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