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Historia de un fenómeno llamado ‘Élite’: “Aunque la serie es frívola, nosotros no hemos frivolizado con ella”

La ficción de Netflix, una de las más longevas de la plataforma, se despide tras ocho temporadas. Sus tres máximos responsables se reúnen por primera vez para repasar su recorrido

élite netflix última temporada
Darío Madrona, Carlos Montero y Jaime Vaca, creadores y máximos responsables de 'Élite', el miércoles en las oficinas de Netflix en Tres Cantos (Madrid).INMA FLORES
Natalia Marcos

Cuando Carlos Montero y Darío Madrona empezaron a escribir la primera temporada de Élite, Montero tenía muchas dudas. Había estado al frente de Física o Química y tenía la sensación de que ya había contado todo sobre el mundo adolescente. Esa primavera de 2017, Netflix estrenó su primera serie española, Las chicas del cable, que se anunció con una enorme lona en la Puerta del Sol. Y Montero quería su lona para Élite. “Puedo confirmar que la gran motivación de Carlos en toda la primera temporada era la lona”, asentía Darío Madrona, entre risas, cuando Montero recordaba la anécdota este miércoles en una sala de las oficinas de Netflix en Tres Cantos. El resto es historia: Élite se despide este viernes tras ocho temporadas convertida en una de las producciones más longevas de la plataforma y uno de sus mayores éxitos de procedencia española. Y sí, Carlos Montero tuvo su lona.

En tiempos de series efímeras y novedades constantes, es casi un milagro que una producción televisiva llegue a las ocho temporadas. Es un milagro aún mayor que lo haga en Netflix. A pesar de los asesinatos, las extorsiones, los excesos de todo tipo, el exclusivo colegio privado Las Encinas ha logrado mantenerse abierto desde octubre de 2018, cuando se lanzó la primera temporada, hasta 2024. El choque de clases era el fuego que avivaba un thriller con adolescentes como protagonistas, con un crimen como hilo conductor y sexo, drogas, fiestas y relaciones cruzadas como ingredientes imprescindibles. Todo ello ha estado presente en las ocho temporadas, con sus correspondientes crímenes, mientras que el árbol de relaciones convertía la serie en un melodrama con un universo y hasta un lenguaje propio que pronto apostó por un “todo vale” del que sus creadores eran muy conscientes. Los últimos capítulos rizan el rizo con la incorporación de una turbia asociación de antiguos alumnos.

Este miércoles, Carlos Montero, Darío Madrona y Jaime Vaca, los tres máximos responsables de la serie a lo largo de su recorrido, se juntaban por primera vez en una entrevista para repasar con EL PAÍS el camino de este fenómeno inesperado. “Ahora hemos normalizado el éxito de Élite, pero con el tiempo se verá que no era tan sencillo”, reflexiona Jaime Vaca. Cuando Netflix pidió una serie para adolescentes, la televisión en abierto había dado por perdidos a los jóvenes, al menos en la ficción. “A nosotros nos habían dicho que no presentáramos proyectos a las generalistas de adolescentes porque estaban viendo YouTube. Netflix fue muy inteligente y vio que esa gente tenía que ver algo”, recuerda Darío Madrona.

Mireia Balic, Gleb Abrosimov y Ander Puig, en el primer capítulo de la octava temporada de 'Élite'.
Mireia Balic, Gleb Abrosimov y Ander Puig, en el primer capítulo de la octava temporada de 'Élite'.MATÍAS URIS/NETFLIX

Esa ausencia de series para jóvenes hizo que tuvieran a su disposición a prácticamente cualquier actor joven. “El casting fue providencial”, sentencia Montero. “Las estrellas no se crean, se descubren, están ahí. Teníamos todo el catálogo de estrellas jóvenes españolas para elegir”, dice Madrona. Aquel primer casting incluyó a Ester Expósito, Arón Piper, Danna Paola, Álvaro Rico, Jaime Lorente, Miguel Herrán, Miguel Bernardeau, María Pedraza, Itzan Escamilla y Omar Ayuso, una mezcla de caras conocidas (como tres actores de La casa de papel) y desconocidas que saltaron al estrellato casi al instante. “Y escribimos unos personajes que no estaban acostumbrados a hacer, eran muy tremendos y les permitía lucir más”, añade Montero.

Madrona y Montero, máximos responsables de la serie hasta la tercera temporada, recuerdan cómo, a pesar de que incluso dentro de Netflix les aseguraban que sería un éxito, ellos desconfiaban. “Nos decían que todo el staff de Netflix en Los Ángeles se pasaban las cintas para ver los capítulos antes de salir y que estaban enganchados”, dice Madrona. Sí notaban diferencias respecto a otras producciones anteriores. “Habíamos trabajado siempre en la televisión generalista española y era frustrante, porque te imaginabas una serie a lo americano y luego los medios eran los que eran y te salía lo que te salía. De Física o Química había 10 o 15 minutos que me encantaban por capítulo, pero el resto me ponía colorado, no lo podía ver, porque mis referentes eran muy ambiciosos. Élite se parecía a las series que me gustaban”, dice Montero.

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Fernando Líndez y Nuno Gallego, en un momento de la última temporada de 'Élite'.MATÍAS URIS/NETFLIX

Tras las tres primeras temporadas, llegó el salto al vacío. Darío Madrona decidió marcharse. “Me gusta contar lo que tengo que contar y luego no sé por dónde seguir, y más en el caso de Élite, una serie supersubida de tono. Al final de la tercera temporada me veía un poco agotado”, explica. Habían planteado a Netflix hacer borrón y cuenta nueva, como llevar a tres adolescentes ricos a un instituto de una zona pobre, pero no cuajó. La marcha del cocreador coincidió con la salida de muchos de los actores originales. Entonces, Jaime Vaca, que comenzó como guionista en la segunda temporada, tomó las riendas. “Apostamos por seguir y demostrar que la marca Élite era más grande que los actores. Y lo demostramos”, dice Carlos Montero.

Si todas las series tienen algo de la personalidad de sus guionistas, en Élite eso queda patente en este cambio a partir de la cuarta temporada. Lo explica Montero, que ejerce de común denominador en toda la serie: “Jaime es más espectáculo, más frívolo, más juguetón, y Darío está más apegado a la tierra. La serie empezó ya muy arriba y la apuesta era cada vez mayor, y en esa huida hacia delante disparatas mucho. Pero a mí me parece muy bien, era nuestro modelo a seguir. Cuando decidimos que en la cuarta temporada los que llegaban eran más ricos que los ricos, sabíamos que entrábamos en un mundo que, si ya era un poco delirante, ahora era mucho más”.

A la izquierda y en el centro, Carlos Montero y Darío Madrona, creadores de 'Élite'. Jaime Vaca (derecha) se convirtió en 'showrunner' de la serie con Montero a partir de la cuarta temporada.
A la izquierda y en el centro, Carlos Montero y Darío Madrona, creadores de 'Élite'. Jaime Vaca (derecha) se convirtió en 'showrunner' de la serie con Montero a partir de la cuarta temporada. INMA FLORES

La renovación del reparto era inevitable: aunque los alumnos de Las Encinas tuvieran poco tiempo para estudiar entre tanta fiesta, no podían repetir curso indefinidamente. Cada año la apuesta era mayor: más sexo, más fiestas, más desenfreno. Todo vale. “Queríamos pasarlo bien, teníamos pasión por lo que estábamos haciendo”, dice Vaca. “Lo hacíamos con mucho corazón. Estamos en un género, que es el melodrama arrebatado, en el que nos manejamos muy bien y nos lo creemos. Aunque la serie es frívola, nosotros no hemos frivolizado con la serie”, añade Montero. “Sea por la lona de Carlos o porque era la primera serie que hacíamos en Netflix o lo que fuera, nos entregamos a muerte para que saliera bien. No la hicimos como un producto, nos dejamos el corazón”, añade Madrona.

¿Élite termina por decisión de sus creadores o de Netflix? “Es una mezcla. Hay un desgaste de audiencia evidente. ¿Yo habría hecho una temporada más? Probablemente sí, pero tampoco mucho más”, responde Montero. “Siempre teníamos la fantasía de ganar a Anatomía de Grey [renovada por su 21ª temporada]”, añade Vaca. “Yo solía decir eso en las entrevistas, pero sabía que no era realista, por el mundo de ahora y porque nuestra serie tiene un crimen por temporada. Era ridículo después de 20 temporadas seguir matando alumnos”, reconoce Montero.

Valentina Zenere y André Lamoglia son Isadora e Iván en 'Élite'.
Valentina Zenere y André Lamoglia son Isadora e Iván en 'Élite'.MATÍAS URIS/NETFLIX

Aunque a sus creadores les cueste hablar del legado que deja, la lluvia de ficción española dirigida a adolescentes que ha venido tras ella es evidente. Sin ir más lejos Netflix ha anunciado esta misma semana el rodaje de Olympo, ambientada en un centro de alto rendimiento para jóvenes atletas. “Como funcionó, parece que era una apuesta muy obvia, pero estaba en las antípodas de lo que era razonable: el mundo de los ricos, un melodrama desatado…”, dice Montero. “Élite te abre las puertas, te permite conocer gente interesante, proyectos interesantes, posibilidades que antes no tenías. A mí personalmente me ha cambiado la vida para mucho mejor”, dice Madrona. “Yo gracias a Élite tengo mi productora, hago los proyectos que quiero, estoy trabajando con Netflix…”, dice Montero, que a finales de agosto estrena también en la plataforma su nueva serie, el drama médico Respira. “Yo he hecho las paces con mi yo adolescente, que siempre pensaba, ‘Jaime, vete a Hollywood’. Y ahora Jaime está muy feliz aquí”, dice Vaca.

Después de su marcha, Darío Madrona no siguió viendo la serie. “No he podido. Es como si te levantaras una mañana y estás desayunando con tu familia y tienen otras voces que no son las suyas, hay una disonancia. Era un mundo donde yo era el dios y en un momento dado ya no era nadie y estaban haciendo su vida independiente… y yo eso no lo soportaba”, se sincera. Ahora promete darse un maratón para ponerse al día, y mientras, se tapa los oídos cuando se comenta en su presencia el divertido autohomenaje con el que la serie termina para conseguir cerrar el círculo. Quizá Élite se despida sin una nueva lona, pero la estela que ha dejado a su paso todavía perdura.

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Sobre la firma

Natalia Marcos
Redactora de la sección de Televisión. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS, donde trabajó en Participación y Redes Sociales. Desde su fundación, escribe en el blog de series Quinta Temporada. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y en Filología Hispánica por la UNED.
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