Adiós, 2024. Hola, segunda era de Donald Trump
Solo un viajero en el tiempo podría haber predicho con exactitud en febrero lo que iba a pasar entre entonces y las elecciones de noviembre
El de las predicciones es uno de los géneros más resbaladizos del periodismo; todos los reporteros tienen un cajón más o menos lleno de artículos en cuyos pronósticos erraron. Aquí van dos: el día de marzo de 2023 en el que Donald Trump dio el discurso de cierre de la Conferencia Política de Acción Conservadora ante un auditorio semivacío y entre los bostezos del público —el titular fue: “El poder de convocatoria de Trump ya no es el que era”— y la crónica del Día de la Marmota de 2024, que establecía un paralelismo entre la película Atrapado en el tiempo, aquella en la que Bill Murray se veía obligado a repetir una y otra vez la misma y fastidiosa jornada y la soporífera campaña electoral que se avecinaba.
En mi descargo diré que en el primer caso Trump estaba tirado en la lona política y aún no había sido imputado en ninguno de los cuatro procesos penales que indudablemente le dieron una inyección de simpatía entre los suyos que le permitió levantarse para continuar en la pelea. En cuanto al segundo: no, el año que ahora se cierra no fue el año de la marmota, pero entonces, con la reedición del duelo entre dos candidatos, dos ancianos gruñones que ya se habían visto las caras en 2020, lo parecía.
Hay que reconocer que solo un viajero en el tiempo podría haber predicho con exactitud en febrero lo que iba a pasar entre entonces y las elecciones de noviembre: una sentencia del Supremo que otorgaba inmunidad al candidato republicano en su pasada condición de presidente; un desastroso debate en el que quedó claro que Joe Biden no estaba para ganar unas elecciones; un intento de asesinato en el que Trump se salvó por los pelos (y al que un par de meses después siguió otro); una operación relámpago para sustituir a Biden por Kamala Harris y la subsiguiente carrera para convertirla en una opción con posibilidades de triunfo; y la victoria, también en el voto popular, de alguien que hace cuatro años dejó la Casa Blanca incitando a una insurrección. Un candidato cuyos votantes antepusieron la urgencia por mejorar las perspectivas económicas y arreglar la crisis migratorias a la cascada de sus comentarios racistas y misóginos.
Los sobresaltos no terminaron el 5 de noviembre. Más bien al contrario, han continuado a buen ritmo, con el anuncio de los fichajes de las personas de las que se rodeará en su segunda vuelta en el Despacho Oval. Las prisas de Trump por formar cuanto antes su gabinete hablan de la urgencia de un presidente que tomará posesión el 20 de enero, convertido inmediatamente en un pato cojo: salvo que cambie la ley, no le está permitido volver a presentarse a las elecciones en 2028, año en el que, por otra parte, tal vez no esté para muchas campañas; para entonces, tendrá 82 años. La lista de los escogidos incluye a un negacionista de las vacunas al frente de la sanidad, un presentador de la Fox para el Pentágono, una defensora de Putin y El Asad para llevar los asuntos de la inteligencia y un buen puñado de milmillonarios que trabajarán para un presidente cuyo triunfo pasó por convencer a la clase obrera de que se desvelaría para ellos.
Hay muchas incógnitas acerca de lo que le espera a Estados Unidos en la era de Trump 2.0. Por ejemplo, cuántos de los elegidos aguantarán en sus puestos con un jefe que se hizo famoso por despedir a la gente en televisión y durante cuya primera presidencia solía deshacerse de sus subalternos a golpe de Twitter. Tampoco está claro cuántas de las promesas con las que obtuvo el respaldo de la mayoría del país podrá cumplir. ¿Deportará a millones de personas? ¿De qué manera piensa hacerlo? ¿Terminará el muro de la frontera sur que dejó a medias? ¿Realmente será capaz de imponer altísimos aranceles a México y Canadá mientras consigue bajar los precios? ¿Cómo piensa terminar con la guerra de Ucrania y apaciguar Oriente Próximo en un abrir y cerrar de ojos?
Sirvan estas y otras preguntas para despedir esta newsletter y el año que ya toca a su fin.
Y bienvenidos de nuevo a la era de Donald Trump.
Más noticias poselectorales de Estados Unidos:
- Biden bate el récord de indultos en un solo día al conmutar casi 1.500 penas y perdonar otras 39. El presidente, que concedió una polémica clemencia a su hijo Hunter, asegura que aprobará nuevas medidas de gracia antes de dejar el cargo.
- El Gobierno de los milmillonarios de Donald Trump. Entre los nombramientos de la nueva Casa Blanca del presidente electo estadounidense figuran al menos una docena de superricos, con fortunas estratosféricas que carece de precedentes.
- ‘Separated’, una advertencia del pasado y una hoja de ruta para el futuro migratorio de Estados Unidos. El documental dirigido por Errol Morris y basado en un libro del periodista Jacob Soboroff aborda la polémica separación de familias migrantes en el primer mandato de Donald Trump.
- “El periodismo no es un oficio para silenciosos”: el último noticiero (que no adiós) de Jorge Ramos tras 38 años. La salida de Univisión del gran referente informativo de la comunidad latina marca el fin de una era en el periodismo hispano en EE UU. La despedida llega en mitad de una crisis de identidad de la cadena y entre críticas por su acercamiento a Trump.
- La cadena ABC acuerda pagar 15 millones de dólares para cerrar una demanda de Trump por difamación. El caso giraba en torno a unas declaraciones del presentador estrella de la cadena, George Stephanopoulos, en vivo durante un programa.
- De quién habla Trump cuando dice que deportará en primer lugar a los migrantes delincuentes. Los datos que da el presidente electo se contradicen con la realidad: la tasa de nativos con condenas por delitos violentos más que duplica la de los migrantes con estatus irregular.
- El presunto asesino del directivo de UnitedHealthcare: héroe para unos y verdugo para otros. Los investigadores rastrean las cuentas en redes sociales de Luigi Mangione, el joven acusado del crimen, para determinar sus motivos.
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