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‘We Love LA’: Los Ángeles regala su música a los afectados por los incendios en un emotivo y grandioso concierto

La Filarmónica de la ciudad, conducida por Gustavo Dudamel, dio un sanador recital en la noche del martes en el querido Hollywood Bowl, donde brillaron la voz de Christina Aguilera, las composiciones de John Williams y la aparición sorpresa de Yo-Yo Ma

Filarmónica de Los Ángeles
María Porcel

Los Ángeles es, no hay duda, una ciudad de cine. Sus palmeras, su luz, sus decorados, Hollywood como telón de fondo. Pero muchos olvidan —guiados quizá por el desconocimiento, quizá por los prejuicios— que Los Ángeles es una ciudad cargada de cultura. Teatro, exposiciones, arte pictórico, gastronomía y mucha música inundan cada día la ciudad, su agenda y a sus habitantes. Como crisol de civilizaciones, la cultura más profundamente estadounidense celebra a la mexicana y la latina, a la canadiense, a la asiática, venida del otro lado del Pacífico. Con importantes salas de conciertos, festivales reconocidos (como Coachella, que arranca en 10 días a un par de horas de distancia) y una filarmónica de primer nivel, la música está presente en la vida de los angelinos, en sus calles, sus autobuses, sus saturadas autopistas. Porque la música sana. Y el efecto sanador de las corcheas fue conjurado la noche del 1 de abril en uno de los escenarios más queridos de la ciudad, su querido y centenario Hollywood Bowl, donde 18.000 oyentes —lleno total— se unieron para recordar y la vez olvidar una tragedia, la más dura y reciente que ha afectado a la ciudad: la de los incendios que el pasado enero quemaron tanto Altadena y Pasadena, al noreste de la ciudad, como Pacific Palisades y Malibú, al sudoeste, dejando 30 muertos, miles de estructuras destrozadas y a una inmensa cantidad de familias, de todo tipo y condición, sin sus negocios y sin sus hogares.

Por eso era tan importante y tan, pese a lo cursi y manido del término, mágico el concierto que el martes condujo Gustavo Dudamel con su Filarmónica, la residente de la ciudad, de la que se despedirá en poco más de un año y después de 17. We Love LA era el título del recital, y así fue: una declaración de amor, cariño y resistencia. Las entradas, gratuitas, se repartieron por sorteo, y asistieron cientos de afectados y de los llamados first responders, los cuerpos de emergencia que acuden en primer lugar, pero también muchos vecinos de la ciudad que quisieron mostrar su afecto. No era una recaudación de fondos (aunque hubo gorras y camisetas como vehículo de donación), sino una comunión sanadora. Era un momento de comer pizza en los asientos de piedra, de beber vino (la comida y la bebida se permiten en el recinto) entre amigos, de brindar por seguir presentes y juntos.

Con apenas 10 grados y viento cortante, la velada era especialmente fría para la ciudad, como lamentaba Laura Connelly, directora general del Hollywood Bowl, pero que también reflexionaba acerca de que era “una de esas noches que recordaremos, de las que diremos: yo estuve allí”. Tras 27 años trabajando en la centenaria sala de conciertos al aire libre, no se equivocaba. Dudamel se subió al escenario para conducir una de esas mezclas de estilos que tanto le gustan, y que tanto gustan a los angelinos: tras el clásico himno estadounidense llegó Kauyumari (cuyo significado es ciervo azul), creado a petición de la LA Phil (como se llama popularmente a la Filarmónica) por la compositora mexicana Gabriela Ortiz en 2021. Después, un adagietto de la Quinta Sinfonía de Mahler. Y luego, una de las sorpresas de la noche: el célebre violonchelista Yo-Yo Ma, que quiso estar presente para demostrar su cariño a la ciudad, interpretando el preludio de la suite No. 3 de Bach.

Hollywood Bowl

El pianista Gerald Clayton le siguió, con unas variaciones de I Got Rythm escritas por George Gershwin a principios de los años treinta. Y entonces, antes del intermedio y después de que la coral principal de Los Ángeles cantara por sorpresa Bridge Over Troubled Water, de Simon y Garfunkel, llegó uno de los grandes momentos de la noche: Christina Aguilera. Hace un par de semanas se anunció su participación en el concierto, pero sin más detalles. Pero la cantante neoyorquina, de 44 años, hizo su aparición estelar y dejó a todos boquiabiertos con el enorme registro de su voz. Primero, interpretó At Last, un romántico tema de Glenn Miller popularizado por Etta James. De hecho, la propia Aguilera cantó esa misma canción, entre sus favoritas, en enero de 2012, en el funeral de la mismísima James, a la que ha considerado su ídolo durante años. Tras la versión, también se lanzó con su clásico Beautiful, de 2002, acompañada de la coral.

Tras el intermedio, llegó el momento de la música más popular. Dudamel y sus intérpretes saben de la importancia que las bandas sonoras del cine tienen en el calado de la música orquestal entre el público, y por ello interpretaron cuatro piezas de John Williams, el director de orquesta y compositor leyenda del cine, de 93 años y que no asistió al evento, pero que mandó un cariñoso mensaje: “Estoy orgulloso de haber dirigido en el Hollywood Bowl durante 46 años y durante incontables sables láser”. La frase era un guiño a un hecho real: cuando el Bowl celebra conciertos de Williams, sus seguidores llevan sables láser que iluminan el gran anfiteatro de piedra al aire libre. Anoche, tras el mensaje de Williams que leyó Jason Subotky —responsable ejecutivo de la Filarmónica y quien calificó al compositor como “la persona más importante de Hollywood de los últimos 50 años”— los sables llenos de luz se elevaron en el aire.

Filarmónica de Los Ángeles

De Williams sonaron la marcha de Superman, el tema principal de Parque Jurásico, una selección de la saga de Harry Potter y dos de Star Wars, entre ellas su célebre marcha imperial, con la que concluyó el concierto. Y ahí, hasta Gustavo Dudamel dejó la batuta por un sable, con el que dirigió la última parte.

La parte política también estuvo presente. Además de la presidenta de la LA Phil, Kim Noltemy —vestida con una de las camisetas de merchandising, con el mensaje We Love LA—, salieron al escenario para agradecer el concierto y las muestras de cariño, así como el trabajo de los equipos de emergencia, las supervisoras de los distritos quinto (Altadena y Pasadena) y tercero (Palisades y Malibú). “Esta es una fuente muy necesaria de diversión, de conexión, de venir a escuchar música y tomar un vino, de disfrutar juntos”, afirmaba Kathryn Barger, la responsable del quinto distrito. “Juntos somos más fuertes, tenemos más esperanza, estamos más unidos”, aseguraba. Su homóloga en el tercero, Lindsey P. Horvath, hablaba de la importancia de las artes como apoyo e inspiración, y de que “la música es sanadora”. Los sables al aire, las copas de vino, las lágrimas y los aplausos demostraron ese poder.

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Sobre la firma

María Porcel
Es corresponsal en Los Ángeles (California), donde vive en y escribe sobre Hollywood y sus rutilantes estrellas. En Madrid ha coordinado la sección de Gente y Estilo de Vida. Licenciada en Periodismo y Comunicación Audiovisual, Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS, lleva más de una década vinculada a Prisa, pasando por Cadena Ser, SModa y ElHuffPost.
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