Nueva York tiende la mano a Trump: el alcalde intentará modificar leyes para facilitar la deportación
El intento del regidor demócrata de acabar con una normativa que desde los años ochenta garantiza un techo a los recién llegados subraya su giro a la derecha, en línea con la Administración republicana entrante
El alcalde de Nueva York, el demócrata Eric Adams, está estudiando la posibilidad de modificar mediante una orden ejecutiva las leyes que hacen de la ciudad un refugio seguro para los migrantes. Desde la reelección del republicano Donald Trump, el regidor, un moderado centrista en su partido, se ha escorado visiblemente a la derecha frustrado por la difícil gestión de la crisis migratoria, que empezó en la primavera de 2022 con la llegada a la ciudad —y otras urbes demócratas como Los Ángeles, Denver, Chicago o Boston— de los primeros autobuses llenos de migrantes fletados desde la frontera por el gobernadores republicano de Texas, Gregg Abbot, en un intento de presionar a la Administración demócrata de Washington.
Adams, que la semana pasada declaró que los migrantes convictos no tienen derechos porque la Constitución es solo para los estadounidenses, dio un paso más allá durante el fin de semana, al afirmar por primera vez de forma explícita —el globo sonda corría ya desde hace meses por el consistorio— que desea averiguar si está facultado para modificar las denominadas leyes santuario, vigentes desde los años ochenta, y permitir que las fuerzas del orden locales colaboren más estrechamente con los agentes federales para detener, y posteriormente deportar, a inmigrantes “peligrosos”, aquellos con antecedentes penales o sobre los que pesa una orden de expulsión. Con ese objetivo, apuntó Adams, está dispuesto a recurrir a una orden ejecutiva para saltarse el voto del Consejo Municipal, de mayoría demócrata.
Está previsto también que a finales de esta semana, Adams, políticamente en horas bajas tras ser acusado formalmente de corrupción en septiembre, se reúna con Thomas Homan, el llamado zar de la frontera de la Administración entrante, para debatir sobre el alcance de los planes de política migratoria de Washington en la ciudad de Nueva York y explorar un posible entendimiento entre ambas administraciones.
Adams, un exoficial de policía que convirtió la consigna ley y orden la base de su programa electoral, ha dicho que su postura sobre la inmigración obedece a su preocupación por la seguridad pública, y que es apoyada por muchos neoyorquinos. Una serie de sucesos violentos cometidos por inmigrantes en los últimos meses han reforzado además su discurso. “La gente dice que, después de la llegada del presidente electo [Donald Trump], Eric está diciendo cosas diferentes”, dijo hablando de sí en tercera persona en una entrevista televisiva el domingo. “No, no, yo ya decía esto antes de las elecciones. Decía que hay que ocuparse de los que cometen delitos en nuestra ciudad”.
Los analistas coinciden en señalar que la creciente percepción de inseguridad en las calles y en el metro, así como el lastre de su imputación, han podido provocar el giro político del alcalde. De hecho, la semana pasada no descartó presentarse a las elecciones municipales del próximo año como republicano, un extremo que rechazó este lunes, asegurando que lo hará como demócrata. Pero sus intentos de conciliación con los republicanos son más que evidentes, como demuestran también sus críticas al indulto que el presidente Joe Biden otorgó a su hijo Hunter.
Cierre de dos campamentos
La retórica del alcalde sobre la inmigración ha evolucionado en paralelo al número de llegadas, hasta alcanzar un total de más de 220.000. La ciudad ha destinado más de 6.000 millones de dólares a la acogida, mientras la frustración del regidor iba en aumento por lo que considera falta de respuesta y colaboración económica por parte de la Administración de Biden. Pese a su retórica rampante, no se ha manifestado sobre el futuro de los indocumentados acogidos en la red de 250 albergues de la ciudad que no tienen cuentas pendientes con la justicia.
El inminente cierre, en febrero, del campamento instalado en la isla Randall’s, que en su día fue el mayor de la ciudad, así como las instalaciones habilitadas en terreno federal en Brooklyn, que albergan a unas 2.000 personas, acrecientan los temores de un rechazo abierto por parte de la alcaldía. El cierre del campamento Floyd Bennett Field, situado en mitad de ningún sitio en Brooklyn, es, según el consistorio, una medida preventiva para evitar que la Administración de Trump lo sitúe en su punto de mira por encontrarse precisamente en terreno federal, y ponga fin al contrato de arrendamiento una vez que asuma el cargo, o bien lance una de sus anunciadas redadas de sin papeles. Es el único de la ciudad situado en terrenos federales y alberga a familias inmigrantes con niños desde noviembre del año pasado. La ciudad firmó un contrato de arrendamiento con el Gobierno de Biden en pleno pico de la crisis migratoria.
No son, sin embargo, los dos únicos albergues que echarán el cierre en breve. Tras disminuir de manera constante el número de llegadas en los últimos cinco meses, la ciudad planea cerrar 25 refugios, entre ellos varios hoteles repartidos por la ciudad, dos residencias universitarias en el Alto Manhattan y un almacén convertido en albergue en el aeropuerto J. F. Kennedy, además de diez hoteles a los que la ciudad pagaba por alojar a inmigrantes al norte del Estado de Nueva York.
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