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El poder se llama Armando Benedetti: salvar al Gobierno y preparar la sucesión

El presidente pone al frente de los asuntos más importantes de su gestión a su antiguo jefe de campaña

Juan Diego Quesada
Armando Benedetti, rodeado de congresistas tras la aprobación en un primer debate de la reforma a la Salud, el jueves en Bogotá.
Armando Benedetti, rodeado de congresistas tras la aprobación en un primer debate de la reforma a la Salud, el jueves en Bogotá.Luisa Gonzalez (REUTERS)

Sus enemigos le temen. Sus amigos aún más. Sobre todo ahora que se ha convertido en el político más poderoso de Colombia. Gustavo Petro le ha encargado dos asuntos: salvar al Gobierno y preparar la sucesión.

Armando Benedetti se ha hecho esta semana con el mando en la Casa de Nariño, la residencia presidencial. “No hay duda, ahora manda él. Petro le ha puesto al frente de todo. La salida de Laura Sarabia le ha allanado el camino”, dice uno de los ministros con más peso. AB, como le dicen en los chats y él mismo usa como nombre en Whatsapp, ha regresado al país después de dos experiencias fallidas como embajador, la primera en Caracas y la segunda en Roma. Disfrutó de las playas de los Roques y recibió la bendición del Papa, pero siempre sintió que se encontraba lejos del núcleo irradiador de poder, lejos de Bogotá, una ciudad cruel con los que no toman las decisiones.

Juró que algún día volvería. Y aquí está. Sobrio, sin consumir drogas, arropado por esposa Adelina Guerrero y sus hijos, Benedetti tiene acceso a un psicotrópico mucho mayor: el de ser ministro de Interior. Era donde quería llegar desde el principio, desde que fuese clave en la victoria de las elecciones de 2022. Ha tenido que dar un rodeo y esperar dos años largos que se le han hecho eternos. Pero ahora tiene el mandato del presidente. Y no cualquiera. En sus manos descansa gran parte de la huella que dejará este Gobierno.

Hace unos días entró con el caminar de un príncipe en la Cámara de Representantes. Fue una imagen que impactó a muchos, que hace unos meses parecía inimaginable. Principalmente por dos temas: Benedetti se vio envuelto en un escándalo al reconocer él mismo, en unos audios, que supuestamente se había recibido dinero ilegal en la campaña electoral y, más tarde, pareció haber firmado su defunción pública al protagonizar un caso de supuesta violencia de género en España que después no ha tenido recorrido judicial. Eso, para muchos, le convirtió en un cadáver político. Los que no le quieren bien celebraron verlo muerto y enterrado. Pero se equivocaban. Y por ahora la apuesta le está dando resultado a Petro.

Con su intervención ha destrabado la reforma a la Salud, que ha sido aprobada en un primer debate y debe someterse ahora al escrutinio del Senado. Esa reforma del sistema sanitario obsesiona a Petro. El presidente quiere quitar de en medio a las empresas intermediarias, conocidas como EPS. Los críticos con la reforma consideran que estas corporaciones aseguran estabilidad, a diferencia de lo que ocurre en otros sistemas sanitarios de la región puramente públicos. Un sector de la izquierda, sin embargo, las ve como comisionistas, fondos buitre. Petro las quiere sacar de la jugada. Benedetti ha dado el primer paso en esa dirección.

Armando Benedetti en la reunión de trabajo sobre decreto de conmoción interior, el 3 de marzo de 2025.
Bogotá Colombia
Armando Benedetti en la reunión de trabajo sobre decreto de conmoción interior, el 3 de marzo de 2025. Bogotá ColombiaJuan Diego Cano (gobierno de la república)

El presidente también anda preocupado por quién vendrá cuando él salga por la puerta. Le aterra que sea Vicky Dávila, una política que antes era la directora de la revista Semana y con la que Petro ha tenido sonadas peleas públicas. Por ahora no tiene ningún nombre en mente, de hecho puede que ser que ni siquiera el nombre sea lo más importante. Más bien cree que debe ser “un frente amplio” el que continúe con el cambio que ha iniciado. Benedetti ya ha dicho que trabaja en sacar eso adelante.

“Esto se va a definir entre petristas y antipetristas. Si logramos hacer un frente amplio para marzo, en las próximas elecciones, donde vaya el Partido de la U, el Pacto Histórico, el Partido Liberal, independientes y la Alianza Verde de Carlos Amaya, entre otros, y que de ahí salga un candidato, muy seguramente se puede ganar versus el aspirante de la derecha que puede ser Claudia López, Sergio Fajardo o Vicky Dávila”, dijo el miércoles.

La oposición le ha criticado porque por ley no puede inmiscuirse en procesos electorales. El mensaje, sin embargo, ya está enviado: Petro busca sucesor y Benedetti se ha puesto manos a la obra. El resto de candidatos teme que, desde el Gobierno, está alianza que busca ponerle freno al conservadurismo parta con la ventaja del aparato estatal. Son los mismos que acusan a Benedetti de venir con la intención de fomentar el clientelismo y repartir cargos a cambio de su voto en el Congreso.

El caso es que Petro le ha dado todo el poder a Benedetti. Laura Sarabia, ahora canciller, ha salido de la ecuación y su palabra en Casa de Nariño ha perdido peso. Nadie le hace sombra a Benedetti, que se ha impuesto a un número importante de ministros y asesores que le aconsejaban al presidente que no se fiaran de él. Pues Petro lo hace con fe ciega. Muchos no entienden el tipo de vínculo que les une. En realidad, nadie. Quizá ni ellos mismos. El poder se construye sobre alianzas ambiguas.

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Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.
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