“El estado de alarma no va a frenar nuestra búsqueda de una vacuna”
Las investigaciones científicas sobre el coronavirus son consideradas una excepción al estado de alarma y siguen adelante, según el Gobierno
Es imposible que la vacuna esté lista para afrontar el actual brote de coronavirus que sufren España y muchos otros países, de ahí que la única forma de frenar al virus y no colapsar los hospitales sea tomando medidas que restringen el movimiento de las personas. Es algo similar, aunque ahora en una escala muchísimo mayor, de lo que ya sucedió con otra epidemia de coronavirus, el SARS de 2003, al que se venció con armas del siglo XIX y no del XXI, como explicó uno de los médicos que hizo frente a la epidemia en Asia.
En cualquier caso hay muchas posibilidades de que el nuevo coronavirus siga presente el próximo invierno e incluso que se convierta en una infección estacional y ahí sí que podrían emplearse ya armas científicas de este siglo.
Isabel Sola ha recibido la noticia del estado de alarma en su puesto de trabajo y no espera irse a trabajar a casa “hasta dentro de mucho tiempo”. El equipo que lidera junto a Luis Enjuanes en el Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC) está desarrollando una vacuna contra el SARS-CoV-2.
El Gobierno está trabajando para incluir en el listado de personas y lugares esenciales al equipo de Sola, las instalaciones del CNB y también el resto de instituciones y equipos que están realizando investigaciones sobre el nuevo coronavirus, según ha explicado un portavoz del Ministerio de Ciencia, dirigido por Pedro Duque.
Sola, microbióloga navarra de 52 años, lleva 25 estudiando coronavirus. Dice que nunca había vivido algo como lo que estos días está sucediendo en España. El CNB cuenta con laboratorios equipados para trabajar con patógenos peligrosos para humanos, pero antes de poder comenzar con el nuevo coronavirus necesita el permiso preceptivo del Gobierno.
Ayer se reunió el Consejo Nacional de Bioseguridad para analizar su petición de trabajar con una versión sintética del virus que se construye a partir de su secuencia genética. Es un paso esencial para poder retirar todos sus componentes de virulencia y dejar solo una versión atenuada que no causa enfermedad y que puede funcionar como una vacuna para la gente que aún no ha sido infectada. La petición ha sido aprobada y ahora tiene que pasar el plazo preceptivo de consulta pública, que terminará el 26 de marzo, aunque es posible que en el Consejo de Ministros extraordinario de Hoy se tomen medidas para acortar este plazo, explica Sola. “A partir de esa fecha hay un proceso de aprobación final de unos ocho días que también se podría acelerar para que podamos empezar a trabajar cuanto antes”, añade la investigadora.
Una vez les den el permiso podrían tener la versión del virus atenuado en unos dos meses. Después habría que realizar los ensayos de efectividad en animales —ratones— que se realizarán en el Centro de Investigación en Sanidad Animal, también en Madrid, y que llevarían en torno a seis meses. Llegados a este punto, si la vacuna parece efectiva, habría que buscar a una empresa farmacéutica interesada para que se encargarse de realizar las tres fases de pruebas en humanos, lo que podría llevar en torno a un año.
“Sentimos la responsabilidad de responder al desafío que plantea un virus como este, pero aquí los pasos son secuenciales y no podríamos acelerarlos aunque trabajásemos 24 horas al día”, resalta Sola. “Al menos tenemos la ilusión de hacer lo máximo que podamos”, añade.
El equipo de Enjuanes y Sola está formado por 12 personas entre científicos y técnicos. Pero para que puedan funcionar sus laboratorios, especialmente el de máxima seguridad, son necesarios también trabajadores de seguridad que controlan los accesos, las cámaras de vigilancia, así como los encargados de los cultivos celulares y la retirada de los desechos. “El lunes hay prevista una reunión para fijar los servicios esenciales. Mientras, aquí seguimos trabajando como siempre y esperamos poder seguir haciéndolo mucho tiempo”, explica Sola.
Lo mismo sucede con el equipo de Laura Lechuga, del Instituto Catalán de Nanociencia y Nanotecnología (ICN2), que está desarrollando un diagnóstico rápido de infección por coronavirus. Las pruebas que se realizan con la tecnología actual tardan unas cuatro horas. El objetivo de su proyecto, financiado por la Unión Europea, es conseguir hacerlo en menos de 30 minutos. Ocho equipos científicos de España participan en proyectos relacionados con el Covid 19 que han recibido 2,5 millones de euros de financiación de emergencia de la Unión Europea.
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