La escena indie porteña tiene su gran noche en el Music Wins
El festival completa su segunda edición con un éxito total de taquilla: 15.000 espectadores
Es domingo por la noche y en Palermo no ha quedado nadie. El barrio más hípster de Buenos Aires siente el abandono por un día, la escena se traslada durante unas horas a unos cuantos kilómetros, a un viejo predio ferial caído en desgracia que por estos meses se ha transformado en una suerte de ciudad del rock para Buenos Aires. Tecnópolis acoge la segunda edición del festival Music Wins, la propuesta más convocante de la escena indie argentina que también tiene un espacio de privilegio para el rock garage. Se destacaron los franceses Air, los escoceses Primal Scream y la australiana Courtney Barnett.
Sombreros panamá en pleno río de La Plata, chicos con labios pintados, muchísimas gafas (aún entrada la noche), clima de picnic de cemento, boinas, tatuajes dadaístas, camisas hawaianas, monos de vaquero, ropas de todos los colores y una barbería montada entre los escenarios. En Buenos Aires ha quedado oficialmente inaugurada la temporada de verano urbana gracias a la inyección de color aportada por el Music Wins, el evento donde las culturas mainstream y under se mezclan en un doble escenario que no da respiro entre show y show: cuando uno termina, empieza el otro.
Así se fueron sucediendo los números desde temprano, con una propuesta variopinta que no disgustó a nadie. La lluvia que arreció sobre Buenos Aires desde la madrugada del domingo hizo que algunos dudaran sobre la realización del evento y que otros, más avezados, imaginaran la concreción de esa siempre postergada remake del festival Woodstock con el que tantos sueñan. No sucedió ni una cosa ni la otra. El gran descampado donde se instalaron los escenarios más grandes no sufrió complicaciones y el área de chill out, un pequeño bosque donde además se ubicaron otros dos espacios absorbió el agua antes de que ingrese el público. El gran predio Tecnópolis, abierto por el kirchnerismo en 2011, ha pasado a ser un sitio incómodo para el nuevo gobierno. Sin embargo, le queda muy bien el traje de recinto festivalero, algo que había quedado comprobado con el festival BUE y que se confirma este fin de semana con el Music Wins.
“No sé muy bien cómo describir mi música. Creo que es un producto de lo que tengo en el interior, no puedo definirla, es una combinación de todo lo que escucho”, dijo hace poco la cantante y guitarrista australiana Courtney Barnett a la prensa argentina. Con un poco de espíritu colaborativo se puede concluir en que la artista de 29 años es la mejor sucesora de Patti Smith, para cuando esta quiera retirarse. Sus canciones contra el consumismo, la vida cotidiana y sus propias crisis existenciales son el argumento ideal para una puesta en escena cruda, concisa y con la potencia de un power trío.
La rudeza quedó bien equilibrada en el escenario contiguo, donde, entre otros, pasaron La Femme y Edward Sharpe and the Magnetic Zeros, dos bandas a las que las sugerencias de YouTube le han hecho cosechar cientos de fans en Argentina. El bueno de Edward lo sabe y fue a por ellos: apenas iniciado su show bajó del escenario para cantar y bailar junto al público, que repitió religiosamente cada una de sus letras. Incluso una bella versión del clásico de John Lennon, Instant Karma. Sobre el final, el artista –quien debería cuidar un poco más su exigida garganta, o por lo menos dejar de fumar en público- eligió algunas personas entre el público y les ofreció el micrófono para que cuenten alguna historia sobre sus vidas. “Hoy es mi primer recital con mi hijo después que mi médico me haya dicho que no podía quedar embarazada”, dijo una mujer que emocionó a todos. El festival Music Wins también se destaca por permitir el ingreso de niños al recinto, incluso, los menores de 7 años entraban gratis.
Con el cierre de Sharpe salió la luna más grande en 70 años, un fenómeno que se repitió en todo el mundo pero que pareció encontrar al aforo en el lugar preciso para contemplarlo en su totalidad. La dulzura la cortó The Brian Jonestown Massacre, uno de los números destacados de la jornada en su primera presentación en Argentina. La banda liderada por Anton Newcombe también es muy querida en Argentina, sobre todo luego de la trilogía discográfica que comprenden Their Satanic Majesties Second Request, Thanks God for Mental Illness y Take it from the man, pero sobre todo por la actitud reaccionaria del californiano contra las empresas discográficas.
El festival de doble escenario tuvo también un doble cierre. Por un lado, un show que al finalizar 2016 será considerado como uno de los mejores del año. La presentación de Primal Scream fue tan buena que los escoceses se han dado el lujo de guardar algunos éxitos bien esperados en esta parte del mundo. Alcanzó con Moving on up y Country girl, el look flamenco del siempre juvenil Bobby Gillespie, el bajo furioso de Simone Butler y un show sin fisuras que marcó un salto de calidad muy notorio con respecto a lo que se había escuchado hasta ahí. Sobre la medianoche, Jean Benoit Dunkel y Nicolas Godin, enteramente vestidos de blanco, echaron un manto de solemnidad que acompañó la retirada de muchos y el relax de otros, sentados en pleno cemento. El show de Air fue sobrio, sin mayores distorsiones y con una lista de temas destinada a que nadie se vaya insatisfecho y que incluyó los éxitos Venus, People in The City, Talisman y Sex Boy. Los amos de las pistas cerraron una noche completa, aunque con algunas decisiones inexplicables de la organización, como la de establecer una moneda propia para consumir dentro del recinto. Con todo, la segunda versión de Music Wins hace suponer que no será la última.
Babelia
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