Donen ‘Cheek to Cheek’
Lástima que ahora que ha muerto el director haya sido olvidado en la ceremonia de los Oscar dentro del espacio que se dedica a los fallecidos
Como antiguo bailarín profesional y posterior director de grandes películas musicales, a Stanley Donen le encantaba bailar y a la menor ocasión se marcaba unos pasos de claqué delante de todos. Así lo hizo en el escenario del festival de Valladolid cuando en 1989 le dedicaron un homenaje con su filmografía completa y un estupendo libro que escribió Juan Carlos Frugone.
Bailó de nuevo en San Sebastián cuando en 1996 vino a recoger la Concha de Oro que treinta años atrás había obtenido con su película Dos en la carretera, aunque en realidad su visita estuvo más relacionada con el diseño del cartel oficial de aquella edición del festival que representaba la sombra de Gene Kelly encaramado a una farola sobre un pavimento mojado por la lluvia, encuadre que no existe realmente en Cantando bajo la lluvia y que, según comentó con humor el propio Donen, se castigaba a sí mismo por no habérsele ocurrido filmarlo en su momento. El buen humor parecía acompañarle siempre, y volvió a marcarse unos divertidos pasos en el Velódromo de Anoeta tras la proyección de su genial película ante unos 3.000 espectadores.
Y dos años más tarde bailó igualmente al recibir el Oscar de honor de manos de Martin Scorsese; en aquella ocasión fue con Cheek to Cheek, la canción que Fred Astaire le canta a Ginger Rogers en Sombrero de copa, a la vez que besaba la estatuilla del Oscar y bailaba cheek to cheek con ella ante una salva de aplausos cantando feliz “estoy en el cielo y me late el corazón tan fuerte que casi no puedo hablar”. El público entusiasmado le ovacionó en pie.
Lástima que ahora que ha muerto haya sido olvidado en la ceremonia de los Oscar dentro del espacio que se dedica a los fallecidos durante el año. Cierto que Donen murió un día antes de la ceremonia y puede que no hubiera tiempo para incluirlo en la triste lista, pero sorprende que en el poderoso Hollywood no se lograra algo tan sencillo. Bueno, esta omisión jamás nublará el recuerdo de Stanley Donen y su alegre escenificación de lo que es la felicidad con ese inolvidable joven enamorado cantando bajo la lluvia.
Babelia
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