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Forrest y un Baskonia con siete vidas anulan al Barcelona

El equipo de Laso, capaz de volver al partido en varias ocasiones, supera a un rival que fue de más a menos (88-86)

Punter y Howard, durante el duelo en el Buesa Arena entre el Baskonia y el Barcelona.
Punter y Howard, durante el duelo en el Buesa Arena entre el Baskonia y el Barcelona.ADRIÁN RUIZ HIERRO (EFE)
Jordi Quixano
Euroliga jornada 24
Baskonia
Baskonia
88 86
Finalizado
Barça
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Forrest recibió el balón, descontó a Núñez y se elevó por encima de Parker para encestar y resolver el partido en tres segundos y a favor de un Baskonia (88-86) que demostró tener siete vidas. Suficiente para desarticular al Barça, incapaz durante el curso de dar con la tecla de la regularidad y la superioridad.

La puesta en escena del Barça fue de esmoquin, defensa agresiva y robos para evidenciar que es el mejor ladrón de Europa, también un equipo al que le gusta correr en las transiciones. Y aunque aceptó el reto el Baskonia -cosa que se evidenció con canastas de los pequeños y anonimato de los gigantones-, no supo echarle el lazo a Satoransky. Es el checo un jugador irregular, de ráfagas y épocas, en ocasiones ignoto sobre el parqué y en otras efervescente, un tifón sin remisión. Y eso hizo en el primer acto, canastas en suspensión, bandejas, un triple y hasta un mate, una exhibición en toda regla que, sin embargo, no se le indigestó al Baskonia (23-25 al cerrar el prólogo) porque supo aprovechar la indolencia de la segunda unidad azulgrana y porque Forrest, Luwawu-Cabarrot y Forrest se definieron con las penetraciones para evidenciar que Fall es tan alto como desabrido cuando se le buscan las cosquillas. Una titularidad que señala a Willy Hernángomez, que sigue sin la confianza de Peñarroya; que también explica que sin Vesely (lesionado de la rodilla) en la pintura no hay músculo ni brega en el defensa en la botella.

Pero el problema del Barça, proclama Peñarroya con persistencia y a los cuatro vientos, es la plantilla corta y, sobre todo, la falta de un base que ocupe el lugar del lesionado Laprovittola, una petición en la lista de los Reyes que no se completa, descartado Heurtel por la tirria que le tenía la afición y desterrado Neto porque no funcionó. Tara que, en cualquier caso, Satoransky desacreditó de inicio. Aunque para despegue el de Brizuela, que a base de actuaciones estelares y puntos se está ganando los galones y los piropos, además de minutos. Condición que replicó en el Buesa Arena cuando el rival asomaba la pata por la puerta, seis puntos de carrerilla junto a la aparición de Metu, jugador que siempre suma, plástico y efectivo. Bofetadas que le hacían al Baskonia remar de nuevo, desatinado Howard en el lanzamiento, pero fiables Samanic y Hall bajo el aro como Forrest con sus entradas a canasta para hurgar en la llaga azulgrana. Eso y la puntería desde el extrarradio de Rogkavopoulos bastaron para retorcer al Barça y borrar una ventaja de 12 puntos, 44-46 al entreacto.

Sucedió entonces que a Punter y Parker se les encogió el aro, la peor de las penalidades para el Barça porque son los que más juegan y los que más tiran, a menudo egoístas porque entienden el baloncesto a la americana, ataques fulgurantes y a otra cosa mariposa. Aunque Satoransky tenia el día y no quería que fuese en balde, rebotes y también asistencias, todo en uno para mantener el pulso a un Baskonia que alargaba los ataques y metía todos los triples que falló en un inicio (Baldwin, Moneke, Luwawu-Cabarrot). Una batalla de final incierto (65-64) que se citó para el último acto.

Con el reloj descontando minutos, los equipos perdieron la fluidez, como si se les encogiera el brazo o les pesara la responsabilidad, solo Forrest y Moneke jugaban con capa al tiempo que Hall imponía su ley en las zonas, pues contó hasta cuatro tapones y se subrayó en la canasta rival con rebotes y puntos. Problemas para un Barça que no destilaba su baloncesto, que palidecía con Forrest, Moneke y (al fin) Howard como francotiradores, por más que Núñez cuajara un acto sensacional, dirección y puntos. Y, si bien Punter anotó el empate en el penúltimo suspiro a falta de tres segundos, Forrest puso la sentencia para alegría de un Baskonia que pudo con su gafe -en cuatro de sus últimos seis partidos de Euroliga había perdido por 1 ó 2 puntos- y al fin mira hacia arriba en la Euroliga. Para desasosiego, de paso, de un Barça que no se encuentra.

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