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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Refugiados vietnamitas en España

¿Qué pasará con las familias vietnamitas que llegarán en breve a nuestro país?Enojo es la palabra más indicada para describir los sentimientos de muchas familias españolas, familias que habían decidido acoger en sus hogares a esos niños desvalidos que nos llegaban del lejano Vietnam. Esta gente había puesto su ilusión en dar un hogar, una familia, a estos niños, que se nos antojan necesitados de cariño.

Pero ¿qué ha pasado? ¿Por qué ese cambio? Los organismos encargados de la evacuación de estas personas ya no traen niños, sino familias completas; o sea, los papás, abuelos y, por supuesto, sus hijos.

Ya no se puede adoptar a un niño, ahora hay que adoptar una familia, buscarle trabajo y alojamiento.

Y entonces yo me pregunto: ¿a cuántas familias españolas tendríamos que adoptar, que se encuentran paradas y sin un futuro esperanzador? ¿No será que estas familias evacuadas van a servir de lacayos poco remunerados a la alta burguesía española? Entiéndase, a los de siempre. Forma de empleo: él, jardinero; ella, cocinera, para que los señores puedan degustar los exquisitos platos orientales.

No creemos que ésta sea la solución. ¿Cuántos niños huérfanos hay en Vietnam sin ninguna protección, aquejados de toda clase de calamidades? Según los medios de difusión, son muchos, pero los organismos encargados por España para subsanar, en parte, este gran holocausto, a nuestro juicio, han equivocado la forma de ayuda y, para evitarse críticas de opinión pública, alegan que son niños difíciles de adaptar.

Nosotros consideramos que es mucho más difícil la adaptación de personas mayores, que por sus edades llegan a nuestra patria con costumbres muy arraigadas. No nos oponemos a que vengan familias, pero consideramos que es más positivo para su adaptación el traer niños huérfanos, que se integrarían en familias españolas sin necesidad de subvenciones estatales.

Lo tomaremos con humor español, mezcla de sarcasmo y amargura, al ver que los intereses de unos cuantos siguen prevaleciendo sobre todos los de los demás.

¿Hasta cuándo estas injusticias?

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