Divina defensora
Ignoro en cuál de las magnas salas del Olimpo impusieron los dioses sus áureas manos sobre Mercedes Milá para encargarle la defensa de la libertad y la democracia ante los mortales en la tierra. Ignoro también si sus padrinos fueron Marte y Neptuno o acaso Felipe y Alfonso. Ignoro, necio de mí, a qué se debe la fortuna de la conjunción espacio-temporal que nos permite vernos por ella amparados. Ignoro cómo es posible que una periodista de profesión responda a planteamientos ideológicos razonados desde la inteligencia (como los del señor Arzalluz en su programa) con el pataleo de una adolescente a la que no dejan ir a la discoteca. Ignoro cómo la divina defensora de la libertad puede tener un concepto tan rudimentario de la libertad de expresión, indignándose ante el profundo y duro realismo del de Arzalluz. Y, desde luego, no recuerdo haber depositado mi voto en ninguna urna custodiada por hados que legitime a Mercedes Milá a decirme por televisión que "no nos preocupemos, que no nos va a abandonar".-
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