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Herzog explora en un documental el delirio del poder político

El director alemán ha realizado un filme sobre Bokassa

Cuando el cineasta alemán Werner Herzog expresó su deseo de visitar al ex emperador Bokassa I en la prisión donde está recluido a perpetuidad desde 1988, las actuales autoridades de la República Centroafricana le expulsaron de inmediato del país. Herzog no pudo ver a Bokassa, pero en cualquier caso su documental sobre el grotesco dictador centroafricano fue terminado y estos días ha sido presentado en París con el título Ecos de un imperio sombrío.

Como probó con Aguirre o la cólera de Dios o Fitzcarraído, Herzog está fascinado por las aventuras desmesuradas producto del sueño o la pesadilla de un solo hombre. En su interés por el caso de Jean-Bedel Bokassa, el cineasta alemán, según ha confesado a la prensa francesa, ha estado motivado también por una profunda inquietud personal: la de saber cómo y por qué un hombre e incluso todo un pueblo pueden caer sin razones evidentes en un delirio de poder que conduce a la barbarie."Me atormenta", ha dicho Herzog, "la idea de que Alemania, un país de filósofos, compositores, escritores y matemáticos, pudo realizar en tan sólo 10 años de nazismo las más terribles crueldades de la historia de la humanidad". En opinión del cineasta, nadie ha dado todavía una respuesta definitiva a ese hecho.

Herzog partió, pues, en busca de Bokassa, animado de un deseo de comprender. En esa peregrinación fue guiado por Michel Goldsmith, responsable de los servicios de la agencia Associated Press en África. Goldsmith, recientemente fallecido, era de los que pensaban que el periodista occidental en tierras del Tercer Mundo debe intentar explicar y no juzgar.

Colaboración

Ecos de un imperio sombrío, el resultado de la colaboración entre el cineasta y el reportero, es un largometraje que, a falta de poder acceder al encarcelado Bokassa. reconstruye la historia de este hombre a partir de documentos de archivo y de la filmación de relatos de testigos presenciales. Entre estos relatos, el del propio Goldsmith, detenido como presunto espía por los esbirros de Bokassa y torturado personalmente por el tirano.La República Centroafricana es una antigua colonia francesa de 2,7 millones de habitantes y clima entre ecuatorial y tropical. En 1966, seis años después de la obtención de la independencia, un oficial llamado Jean-Bedel Bokassa dio un golpe de Estado y se proclamó jefe de Estado vitalicio. Su dictadura duraría 13 años, tiempo suficiente para que Bokassa se labrara una carrera surrealista que pareció tener como modelo el Padre Ubú el fantoche literario creado por Alfred Jarry.

El filme reconstruye la abracadabrante coronación como emperador de Bokassa en 1977, y el proceso que en 1988, varios años después de su caída, le llevaría a la cárcel por vida. Polígamo, caprichoso, cruel, embriagado por el poder, enamorado de una Francia que ya no existía y de sus grandes hombres como Napoleón y De Gaulle, Bokassa implantó en su país el reino del terror y la extravangancia.

La última imagen de su Ecos de un imperio sombrío es la de un mono enjaulado fumando un cigarrillo. Quizá la única explicación posible pero no suficiente al extravío de Bokassa es el hecho de que éste regresó a su país con el grado de teniente del Ejército francés, tras haber servido en Indochina.

Años después, autoproclamdo emperador, Bokassa recordaba a los centroafricanos que osaban discutir sus decisiones que en las junglas asiáticas él había mandado incluso a hombres blancos.

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