Colores de vergüenza
Francia prohíbe las películas coloreadas
El pasado 28 de mayo la justicia francesa zanjó una polémica legal que se había iniciado entre nuestros vecinos tres años antes: el derecho a colorear, para exhibirlas, películas rodadas en blanco y negro. La decisión de la Cour de Cassalion es contraria a los intereses de la empresa que preside Ted Tuner, propietario también de la cadena televisiva CNN y personaje que compró los derechos de parte de la producción hollywoodiense de los años treinta y cuarenta para poder colorearla y aumentar así el precio de su pase televisivo.
En la actualidad, prácticamente ninguna cadena de televisión, ni en los Estados Unidos ni en Francia ni en ninguno de los países más ricos, acepta emitir filmes en blanco y negro en horas de máxima audiencia.La sentencia de la Cour de Cassation desautoriza otra de la Cour d'Appel y ratifica una inicial de los tribunales de Primera Instancia de junio de 1988, momento en que La Cinq quiso difundir la versión coloreada de La jungla del asfalto, el clásico del cine negro de John Huston. La justicia francesa ha considerado que las reglas de derecho moral -que eran las que alegaban los herederos de John Huston -frente a Ted Turner y La Cinq- son de naturaleza pública y, por consiguiente, superiores a todas las condiciones que hayan podido estipularse en un contrato.
La primera sentencia, en 1988, prohibió la difusión de La Jungla del asfalto en su versión coloreada, pero en 1989 la Cour d'Appel de París determinó que la propiedad de la película prevalecía sobre el derecho moral del autor a que su trabajo se diese a conocer íntegramente. La Cinq pudo pues emitir la obra de Huston aunque ahora ve definitivamente imposibilitada su redifusión. En 1987 el propio Huston declaraba que había "escogido rodar en blanco y negro como el escultor elige entre modelar barro, realizar su trabajo en bronce o esculpir en mármol". La sentencia ofrece también la particularidad de confirmar que los beneficios del derecho moral del autor sobre su trabajo son reconocidos en Francia aún y cuando no lo sean en el país de origen del artista o de la producción.
Autores
La gran mayoría de autores franceses, a través de las sociedades que les representan, la SRF y la FACD, manifestaron su solidaridad con los herederos de Huston y en defensa de los derechos del autor. Sólo algunas excepciones -la más conocida de las cuales es la de Jean-Luc Godardhan cuestionado la oportunidad de la batalla cuando son varias las empresas televisivas que, con el acuerdo o no del autor, logran imponer criterios de producción ajenos a la obra. Un caso reciente en Francia es el del director André Techiné, cuya última película, aún no acabada, J'Embreasse pas (Yo No beso), coproducida por Canal + y La Cinq, tendrá dos versiones: la que verán los espectadores del canal de pago o los que acudan a las salas y la que emitirá La Cinq, que estará mutilada para adaptarla a las "exigencias morales de un público familiar". En este caso ni la SRF ni la FACD se atreven a pronunciarse dado que el propio Techiné ha de aceptar los cortes -exigidos ya a partir del guión- si quiere disponer del dinero que aporta La Cinq.Por su parte, Godard, que se siente más próximo al Duchamp que le ponía bigotes a la Monalisa que de la gente que contempla el cuadro de Leonardo desde un reclinatorio, está acabando de colorear una de sus viejas películas, la mítica A bout de souffle, de inminente reposición en España en su versión original en blanco y negro. La utilización que Godard propone de las técnicas de coloreado electrónico es creativa, no estandarizada, una oportunidad que se concede el creador de volver sobre su obra para comentarla usando la paleta. Obviamente, no es éste el objetivo de Turner, que se limita a intentar aumentar el precio de los filmes.
Según Godard, la televisión, con su formato y su definición de imagen, con todo lo que comporta la manera de consumirla, modifica siempre el sentido y las características de los filmes que emite. Eso es además literalmente exacto en casos en que las versiones televisivas y cinematográficas de una misma obra son radicalmente distintas, ya no sólo por razones morales -que pueden ser ajenas a los cambios- sino a razones comerciales. Ingmar Bergman ganó el Óscar a la mejor película con Fanny y Alenxander, la versión de menos de tres horas de la película de idéntico título y casi seis horas de duración que él mismo dirigió para la pequeña pantalla.
Babelia
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