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Un recluso en régimen abierto, acusado de matar a un travestido para robarle sus ahorros

Juan Manuel Martínez Sierra, un travestido de 29 años conocido como Joanna, apareció muerto el 21 de octubre en su casa de Lavapiés. Al principio, la policía pensó en un suicidio. Pero la autopsia desveló que se trataba de un asesinato. No había sospechosos, pero sí un indicio: alguien utilizaba la tarjeta del cajero automático y la chequera de la víctima. Esta pista llevó el miércoles a la detención de Joaquín Villalón Diez, de 37 años, que cumple condena, en régimen abierto, por haber descuartizado a su novia hace 11 años.

El presunto homicida, natural de Mérida (Badajoz), fue arrestado en un cajero automático de la plaza de Celenque, en el distrito de Centro. Se disponía a sacar una nueva suma de la cuenta de ahorros que el travestido asesinado tenía abierta en Cajamadrid. Ya se había gastado más de dos millones de pesetas de los tres que la víctima tenía en el saldo de su cuenta.Villalón se ha reconocido culpable del robo de la tarjeta, pero no del crimen. También asegura que era cliente habitual de la víctima, pero el grupo de travestidos que hacía la calle con Joanna en Recoletos y la Castellana explicó a la policía que nunca habían visto a ese hombre con su compañera.

La muerte de Martínez Sierra se produjo el 9 de octubre, pero el cadáver fue descubierto 12 días después, cuando varios compañeros del travestido, alarmados por su prolongada ausencia del ambiente nocturno, acudieron a su domicilio, en el número 42 de la calle de Buenavista. Allí se encontraron el cuerpo de su amigo, en avanzado estado de descomposición, arrodillado y con la cabeza sumergida en la bañera. Vestía un chándal.

Posible asfixia

En un primer momento, la policía pensó en un suicidio porque el cadáver, muy deteriorado por el paso de los días, no mostraba señales de violencia. Además, el apartamento estaba más ordenado de lo habitual y no había rastro de sangre ni de huellas dactilares. Sin embargo, alguien había sustraído la tarjeta del cajero automático y el talonario de cheques de la víctima. También faltaban un televisor, un vídeo y varias cintas.

La hipótesis del suicidio se derrumbó con la autopsia, que descubrió un traumatismo craneal leve y una pequeña erosión en la espalda del cadáver. Por el momento, los agentes desconocen cómo se produjo el crimen, pero sospechan, que la muerte fue por asfixia, ya que los golpes que la víctima recibió eran demasiado leves para originar su fallecimiento.

Los vecinos de Martínez Sierra no oyeron ni vieron nada. Algunos habitantes de esta abigarrada corrala se extrañaron de que Juana -como le conocían- llevara días sin aparecer por la casa. Tampoco sonaba el teléfono. Pero el gato seguía en el apartamento y no parecía alterado. Además, el travestido, considerado "un buen vecino, amable y educado, y que nunca creaba problemas", solía ausentarse a menudo.

Una vez descartado el suicidio, los agentes policiales sólo tenían una pista: alguien sacaba dinero de la cuenta bancaria del finado. Las operaciones se efectuaban a diario, en cajeros de la zona centro y con la misma periodicidad a las 10.30 y a las 12.30. Se montó un dispositivo de vigilancia en una veintena de cajeros. Y fue, precisamente en uno de ellos donde se produjo el arresto.

El detenido estaba cumpliendo condena por el asesinato de su novia, Francisca Gracia Coca, hace 11 años en Andorra. Villalón fue declarado culpable de estrangular y descuartizar a su amante, con la que trabajaba de dependiente en un supermercado del Principado. El cadáver, troceado e introducido en cinco bolsas de plástico, apareció el 4 de agosto de 1981 en el cauce del río Bixerrais. Entonces explicó que la malograda mujer "se inmiscuía mucho" en su vida.

Una novia en Arganzuela

Pasó nueve años internado en las prisiones de Badajoz y de Alcalá de Henares por este crimen. Fue en Alcalá donde, hace año y medio, obtuvo el régimen penitenciario abierto y se le trasladó a la cárcel de Yeserías.

En julio alquiló un apartamento en el número 20-22 de la calle de la Arquitectura, en Arganzuela. Allí convivía con su actual novia, siempre que se lo permitía el régimen abierto. Ella desconocía las actividades y el verdadero pasado de su pareja, según asegura la policía.

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