Examen
El año está muerto; a lo mejor aguanta hasta mañana por la noche con la respiración asistida, pero eso no le va a alargar la exístencia y en, cambio, puede proporcionarle n numerables sufrimientos. Lo mejor es quitarle los catéteres y colocarlo sobre la mesa de mármol para ha cerle la autopsia antes de que su he dor resulte insoportable. Muchos preferirían incinerarlo y punto, pero como ha muerto en circunstancias extrañas no hay más remedio que avisar al forense para que le analice las vísceras. Lo malo es que carece de vísceras; alguien se ha llevado los intestinos y el cerebro tras forzarle la caja craneal con una palanca Probablemente ha muerto a manos de uno de esos sádicos que disfrutan devorando las entrañas de su víctima o escondiéndolas en el congelador. Así no hay forma de hacer un examen de conciencia, un resumen moral del año. Han saqueado el cadáver para no dejar pruebas, aunque todo induce a pensar que fue brutalmente violado antes de provócarle la muerte: se observan en el cuerpo abundantes síntomas de violencia, y tiene las uñas rotas, como si hubiera intentado defenderse de su agresor, o agresores. En cual quier caso, lo cierto es que se trata de un año sin entrañas, sin corazón Si hemos de contemplarnos en el reflejo de ese 'pasado', a lo mejor es preferible no encontrarle nada dentro, aunque nos quedemos sin espejo.
De manera que estamos más vacíos que un tambor: queda la música, como diría Aute, es decir, el futuro. Pero a ver quién le pone la letra a ese futuro, si no hay letristas, y cuando los hay, resulta que son unos psicópatas. No hay más que ver cómo han dejado el año. Qué digo el año: y el lustro y la década. Hasta los forenses, acostumbrados a todo, apartan la cara para no ver el cadáver.
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