Hamburguesas de Tigre

Hombres hechos y derechos, es más, campeones de antaño, comiendo hamburguesas. Lo que hay que ver, y si nadie lo remedia, lo que habrá que seguir viendo. Y nada menos que en la cena de los ganadores, uno de los ritos más valiosos que el dinero que hacen tan especial la victoria en el Masters. Pero lo de las hamburguesas era un capricho de Tiger Woods -"todos los chicos de mi edad comen hamburguesas", dijo- y los caprichos del campeón saliente son sagrados, por lo menos una noche. Así que el chico eligió cheeseburgers, chickenburgers, patatas fritas y batidos de fresa y vainilla y ese menú, que haría las delicias de cualquier chaval de 15 años celebrando su cumpleaños, fue el oficial de la cena de campeones. Y allí estaban: octogenarios, heptagenarios, sexagenarios y demás componentes de la facción geriátrica del Masters declinando amablemente el menú especial y pidiendo discretamente a los camareros un buen entrecot a la plancha, poco hecho, por favor, en lugar de la comida favorita de sus nietos. Ellos, evidentemente, no se sentían culpables en absoluto de que el Masters 97 lo hubiera ganado un joven de 21 años, moderno y sin complejos. "Yo pasé de la hamburguesa", dice Severiano Ballesteros, el campeón de 1980 y 1983. "Yo pedí pescado". Cántabro, claro.A quien no le quedó más remedio que pasar por el aro de la hamburguesa fue al veterano Fuzzy Zoeller, último hombre que ganó el Masters el año de su debut (1979). Había dicho públicamente nada más ganar Tiger Woods que sólo esperaba que en la cena de campeones no le diera por elegir "cualquier cosa de ésas que comen los negros".