Diecinueve muertos en Nigeria en una ola de disturbios por el fallecimiento de Abiola
El general Abdulsalam Abubakar, que preside Nigeria desde la muerte, el 9 de junio, del dictador Sani Abacha, disolvió ayer el Consejo Ejecutivo Federal, un Gobierno de 34 ministros, la mayoría de ellos militares, y realizó un llamamiento a la calma. El objetivo: frenar las protestas callejeras por el inesperado fallecimiento del líder opositor Moshood Abiola. Al menos 19 personas han perdido la vida en los graves disturbios de Lagos e Ibadan, donde la policía abrió fuego contra grupos de manifestantes y miles de seguidores de Abiola incendiaron barricadas levantadas con neumáticos.
"Habéis asesinado a Abiola y pagaréis por ello", gritaban ayer miles de personas en la calle de Ikorodu, en el centro de Lagos. Portaban ramas verdes, el símbolo de la resistencia al régimen militar. Ninguno de ellos cree en la versión oficial de que un infarto de miocardio acabó con la vida del líder opositor que llevaba cuatro años en prisión por considerarse el presidente electo del país."Ibadan [segunda ciudad de Nigeria] está en llamas", dijo por teléfono un testigo. "Los que salen a la calle corean consignas contra el régimen". La ira se centra en los automóviles, en las tiendas y en las viviendas de los norteños. En el sur, en Abeokuta, la ciudad natal de Abiola, a tan sólo 60 kilómetros de Lagos, también se produjeron incidentes.
Miles de policías antidisturbios, equipados con granadas lacrimógenas y balas de goma, tratan de hacerse con el control de la calle. El propio general Abubakar, en una alocución televisiva, realizó ayer un llamamiento a la calma. No hizo promesas de cambios ni anunció la libertad de nadie. Abubakar se mostró apenado por la muerte de Abiola. "Es el momento más triste de mi vida", dijo.
La disolución del Gobierno, confirmada por Abubakar, es, según todos los analistas, un golpe de efecto del general, quien trata de hacerse con las riendas de la situación. Abubakar tenía previsto, antes del inesperado fallecimiento del líder opositor, hacer público un plan de democratización, con un calendario electoral concreto y una fecha de entrega del poder a los civiles.
Emeka Anyaoku, secretario general de la Commonwealth, organización de ex colonias británicas que agrupa a 53 países, aseguró ayer que se debía ampliar el plazo de un año (que concluye el 1 de octubre) dado a la junta militar para traspasar el poder a los civiles. Éste fue el tiempo dado por la Commonwealth a Abuja para evitar nuevas sanciones. Anyaoku, que es de nacionalidad nigeriana, dijo que, según sus informaciones, el general Abubakar aprovechará la muerte de Abiola para acelerar el proceso.
Éste no es un argumento universal. Son varias las fuentes diplomáticas occidentales que consideran que la súbita muerte de Abiola complicará y retrasará el proceso de normalización política del país.
La muerte del dictador Abacha, que se había erigido en candidato único en las previstas elecciones presidenciales del 1 de agosto (ahora en el limbo), dejó a los militares sin su única baza para perpetuarse en el poder. Y la de Abiola deja a la oposición sin su única referencia de peso. Bolaji Akinyemi, portavoz en el exterior de la Coalición Democrática Nacional (Nadeco), agrupación que apoyó a Abiola en los comicios de 1993, cuando los militares suspendieron abruptamente el escrutinio, es de esa opinión: "No hay nadie más... No es que quiera decir que no hay nadie más en Nigeria con capacidad para dirigir la oposición, pero Abiola tenía algo muy importante que no tenemos los demás: tenía legitimidad democrática".
Thomas Pickering, enviado especial de EEUU, que fue testigo de la agonía de Abiola, reclamó ayer la puesta en libertad de "todos los presos políticos" del país. Sin excepción alguna. El Gobierno francés, que alabó el talante del general Abubakar en las pocas semanas que lleva en el poder, se mostró seguro de que impulsará la reforma. París recuerda que Abubakar ha puesto en libertad en un sólo mes a 30 importantes presos políticos.
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