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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El éxito del euro

El euro cumple un año. La valoración de los primeros 12 meses de un experimento sin precedentes en la historia económica mundial es inequívocamente favorable. En contraste con las presunciones de los más pesimistas, que vaticinaban la imposibilidad técnica de una operación de integración monetaria entre 11 economías no absolutamente homogéneas, el euro ha sido un éxito. El próximo punto culminante llegará en los tres primeros meses de 2002, con la desaparición de las monedas nacionales de curso legal.En este primer año, el euro ha ido asentándose como la segunda moneda más importante del mundo en los mercados financieros. Las emisiones de bonos denominados en la moneda europea han sido superiores a las que han utilizado el dólar. La entrada del Reino Unido en la unión económica y monetaria terminaría de consolidar la más ambiciosa operación que ha vivido Europa.

La disposición de una moneda única ha acelerado la ya explícita integración financiera de la región. Aunque se hayan producido mayoritariamente en ámbitos nacionales, los procesos de concentración de las empresas financieras, en especial de los bancos, constituyen la más explícita aceptación de la irreversibilidad de la unificación monetaria y de la redefinición del espacio competitivo relevante. Este año seguirán otros movimientos transfronterizos similares.

Poco después de su nacimiento empezó a depreciarse frente al dólar. Lejos de debilitar la integración monetaria, esta depreciación ha contribuido a la recuperación de aquellas economías centrales de Europa más afectadas por la crisis internacional y por su propio ajuste, especialmente la alemana, donde el cambio al euro ha coincidido con un complicado relevo en el Gobierno.

La debilidad de la economía alemana en la primera mitad de 1999 determinó en gran medida la orientación inicial de la política monetaria del Banco Central Europeo (BCE), obligado a reducir en medio punto sus tipos de interés, lo que contribuyó al debilitamiento adicional del euro frente al dólar. Pero así se favoreció la recuperación que hoy ya es evidente en todas las economías de la zona, sin que se perciban amenazas significativas a la estabilidad de precios, en la medida en que la tasa de inflación promedio del área se mantiene significativamente por debajo del objetivo del 2% fijado por el BCE al inicio de su andadura.

Para la economía española la participación en la fase final de la unión económica y monetaria ha sido una verdadera bendición, origen del círculo virtuoso en el que ha estado inmersa desde entonces. La intensa reducción de tipos de interés, consecuente con la integración monetaria, ha favorecido un proceso de saneamiento financiero en todos los agentes económicos, administraciones públicas incluidas.

Sin embargo, obnubilado por este círculo virtuoso, el Gobierno de Aznar ha descuidado sus deberes en materia de inflación. El IPC español ha duplicado ampliamente el promedio del área euro y triplicado el de las economías francesa y alemana, con las que los intercambios son más intensos, con consecuencias ampliamente negativas en cuanto a gasto público y agravamiento de la muy deteriorada balanza exterior de España. El Gobierno, lejos de llevar a cabo las reformas de fondo para eliminar esos quistes inflacionistas, especialmente localizados en los servicios, se ha limitado a intervenir puntualmente sobre algunos precios administrados, sin apenas efectos favorables. Un año después del lanzamiento de la moneda única europea, la economía española empieza a acusar la ausencia de decisiones de política económica destinadas a preservar los efectos favorables de la incorporación al euro y de los esfuerzos que la hicieron posible.

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