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La última del goleador apocalíptico El brasileño Edmundo abandona a su equipo minutos antes de un partido

Carlos Arribas

La cosa fue más o menos así: llegó el Vasco da Gama de visita al Palmeiras y lo primero que hizo Edmundo fue irse al vestuario del equipo rival, acompañado de su agente, Pedrinho Vicençote, y tirarse media hora hablando con Luis Felipe Scolari, entrenador del Palmeiras sobre su posible fichaje por el equipo de São Paulo. Luego volvió a su vestuario. Discutió (dicen) con su compañero goleador Romario (dicen que porque él quería ser el capitán ese día y Romario no le dejó), se fue a hablar con el médico, dijo que no podía jugar, salió a la puerta del estadio, pidió un taxi y se fue al aeropuerto. En el bolsillo ya llevaba el billete de avión para Río. Mientras, en el vestuario, su entrenador, Alcir Porte, entregaba al árbitro la alineación del equipo, en la que figuraba Edmundo.El Palmeiras ganó (2-1), su hinchada no paró de jalear el nombre de Edmundo durante todo el partido, y el presidente del Vasco anunció, muy enfadado, que ésta podría ser la última andanza del futbolista con su camiseta. Nada nuevo bajo el sol.

Talentoso, irreverente y provocador, Edmundo Alves de Souza Neto, el goleador apocalíptico del fútbol brasileño, pasará más a la historia por la cantidad de conflictos que ha protagonizado o ha contribuido a encender que por la cantidad, también muy alta, de goles conseguidos en su tortuosa carrera. Broncas, riñas, peleas, deserciones, borracheras... Tempetuoso e incontrolado, Edmundo ha conocido comisarías de policía y celdas carcelarias, casi tantas como clubes de fútbol en su ya larga carrera. Debutante en 1992 como gran esperanza del Vasco da Gamma, aún sigue desempeñando el papel de ídolo máximo en el club de Rio de Janeiro, en lo que es su tercera etapa, pero no sin antes y entremedias haber conocido y vestido las camisetas del Palmeiras, Flamengo, Corinthians y la italiana del Fiorentina.

La afición vasquista siempre le perdona, siempre le recuerda, siempre vive de su estruendosa temporada 97. Aquel mágico año, Edmundo marcó 29 goles, batió el récord histórico del fútbol brasileño (28 goles de Reinaldo en 1977), marcó seis goles en un solo partido (al União São João), y marcó tres goles al Flamengo, igual que el año anterior. El heredero de Roberto Dinamita, pero con un carácter más explosivo. Y atolondrado. Una personalidad que le puede costar, por lo menos, el contrato.

"Si su fuga se ha debido a un problema con Romario o a una negociación con otro equipo, Edmundo no volverá a jugar con el Vasco. Se irá, y no en préstamo, sino traspasado definitivamente", aseguró en Rio Antonio Soares Calzada, el presidente del Vasco de Gama. "Tengo que conversar con los médicos para saber realmente qué fue lo que ocurrió, pero tengo entendido que Edmundo estaba en condiciones de jugar".

No hace ni una semana Edmundo manifestó su intención de continuar con el Vasco da Gama, equipo al que llegó por tercera vez en mayo pasado y que quiso abandonar tras la derrota en la final del primer Mundial de Clubes de la FIFA ante el paulista Corinthians. "Después de perder esa final me sentí muy triste y pensé que lo mejor era regresar a Europa, pero he recapacitado y deseo continuar en el Vasco da Gama", manifestó entonces. Claro, que un día antes había dicho que negociaba con el Lazio y el Roma. Y luego con el Palmeiras...

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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