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BICHOS DE VERANO

Salmonela

Imaginamos a la salmonela de color salmón. Al igual que a la legionela le concedemos un color verde grisáceo y nos la imaginamos fornida como un legionario. Lo microscópico casi siempre se traduce en nuestra mente en una imagen magnificada, de proporciones humanas. El nombre de la sífilis nos hace pensar en una bacteria bella y estilizada como una sílfide. Aunque la palabra sífilis parece impropia para una bacteria. Términos como pseudomonas, espiroqueta, o simplemente, coco, resultan mucho más adecuados. Y, sin embargo, todo se explica cuando descubrimos que el término fue creado por Gerolamo Fracastoro, en un largo poema en el que describe los síntomas y la decrepitud del protagonista que contrae la enfermedad. Este dato indica que a principios del siglo XVI la enfermedad ya estaba extendida por Europa. El microbiólogo Robert S. Desowitz, en su libro ¿Quien trajo la sífilis en la Santa María?, reconstruye la vida del presidiario y sodomita Juan de Morguer, que se embarcó con Colón a cambio de salvar la vida. Según Desowitz, Morguer contrajo la enfermedad en San Salvador, y la introdujo posteriormente en Sevilla y desde allí se extendió por toda Europa. Por eso, quizá hubiese sido más adecuado para esta bacteria llamarse Morgueria, palabra que además para un anglosajón contiene inmediatas resonancias. Es lo que se comentaba de la subjetividad de los nombres... Porque la legionela no hace referencia a fuertes y recios soldados legionarios, sino a una reunión de patriotas americanos (Legión Americana), más bien provectos y octogenarios, que fue donde por primera vez se manifestó esta enfermedad. Así como el nombre de la salmonela nada tiene que ver con el color, sino con el de su descubridor, el veterinario Daniel Elmer Salmon, que aisló estos organismos en una partida de ganado.

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