Estrellas al alcance de los niños
El director del Planetario de Castellón es coautor de la Superenciclopèdia catalana
Si difícil resulta la divulgación científica, más difícil resulta cuando el intento está dirigido a un público como es el infantil. Si la explicación de la ciencia es complicada, quizá, una de las pocas maneras de explicar a un niño qué pasa cuando no actúa la fuerza de gravedad es decir que 'los astronautas son unos imitamonos y que las burbujas de jabón flotan en el espacio desde hace mucho tiempo'. Hay que salir del paso de alguna manera.
Josep Maria Trigo es un astrofísico del departamento de Ciencias Experimentales de la Universitat Jaume I y aunque en este centro su 'público' no es tan infantil, está acostumbrado a 'lidiar' con los más pequeños en el Planetario de Castellón. Así, ha sido uno de los elegidos como coautor y asesor de la Superenciclopèdia, una obra de la editorial Enciclopèdia Catalana y la Televisió de Catalunya, que supone una apuesta por acercar la ciencia a los niños, en lengua catalana.
Josep M. Trigo: 'Hay investigadores que consideran la divulgación una pérdida de tiempo, no una inversión'
El primer volumen de esta obra didáctica está dedicado a la Tierra y el Universo, elementos complicados de hacer entender, no sólo por sus respectivas magnitudes sino por la necesidad de utilizar un vocabulario acorde al público al que va dirigido, desde los 4 años hasta los 13, aproximadamente. Sin embargo, según señala Trigo, existen otros handicaps como el hecho de que los niños, en muchos casos, están intoxicados por un exceso de información en ocasiones nada rigurosa.
'En verano hace calor porque estamos más cerca del sol'. Los científicos, los que se dedican a la divulgación, en este caso, astrofísica, han de enfrentarse a planteamientos como éste y a otras ideas preconcebidas extraídas, en algunas ocasiones, de la ciencia-ficción. De hecho, hasta el primer curso de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) los niños no disponen en sus temarios de información sobre el sistema solar o la Vía Láctea, la galaxia en la que se encuentra el planeta en el que habitan. Con posterioridad, la enseñanza se reduce a una idea muy general que, tal como señala Josep Maria Trigo, 'no les permite conocer la implicación que tienen los descubrimientos de la última década sobre planetas y galaxias'. De hecho, el volumen en el que ha participado, en una de las pocas, sino la única, obra actual de astronomía dirigida a los niños ya que existe un trabajo anterior, fechado en 1984.
Así, el volumen 1 de la Superenciclopèdia está estructurado en seis capítulos en los que se describe el origen del Universo, las galaxias, la Vía Láctea, las estrellas, el sistema solar y las técnicas de observación del espacio. En una segunda parte se describe la estructura de la Tierra y los materiales que la forman, la Luna, los eclipses, las mareas y la atmósfera. Cada capítulo se inicia con un cuento, que se presenta a modo de introducción y que permite que los niños 'se familiaricen' en el tema con algo tan cercano como son los cuentos. La edición incluye un sinfín de imágenes, gráficos y fotos con los que se pretende llamar la atención para, posteriormente, dirigir ésta a los textos explicativos.
Una de las dificultades más complicadas de superar ha sido la de ajustar el contenido y delimitar hasta dónde puede entender el niño. Sin embargo, el astrofísico asegura que también se han superado 'limitaciones sociales', ya que 'la sociedad pone muchos límites al conocimiento de los niños', aunque, en parte, se deba a la ausencia de líneas de divulgación científica infantil. Así, opina que si se fomentara más la enseñanza de las ciencias entre los más pequeños, de adultos, la divulgación sería más fructuosa.
Aún así, Josep Maria Trigo opina que uno de los problemas es que la divulgación 'no está bien vista' por todos los investigadores. Hay quienes piensan, según relata, que uno se dedica a la divulgación porque no tiene capacidad para la investigación. Otros creen, según su consideración, que la divulgación no es más que una pérdida de tiempo, en lugar de una inversión. Sin embargo, Trigo advierte de que, actualmente, la ciencia 'se vende' y, cada vez, la financiación se fija más en lo que tiene trascendencia y aceptación en la sociedad. Para lograr estos objetivos, según el astrofísico de la Jaume I, es necesario 'crear una necesidad de saber'.
Pero además, para el profesor, los beneficios que estas enseñanzas pueden reportar a los niños no se limitan en el conocimiento, sino que 'el conocer el planeta en el que viven, con todas sus rarezas, su valor y la formación de la tierra para la existencia de la vida y el hecho de que sea un planeta único, no sólo contribuye a su protección, sino que puede otorgar dosis de humildad'.
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