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Reportaje:UN PAÍS DE CINE / DVD | La gran familia

Ejemplar España del seiscientos

La colección de cine español de EL PAÍS presenta 'La gran familia', de Fernando Palacios

"No cabe duda de que La gran familia fue un éxito popular del cine español de la época de los Planes de Desarrollo, y que su narración, entre la comedia y el melodrama, conectó muy bien con el público de entonces, y muy especialmente con los niños, a los que iba primordialmente dirigida", escribió Fernando Méndez-Leite Jr. en su desgraciadamente incompleta Historia del cine español en 100 películas. Aquellos Planes de Desarrollo, impulsados por los tecnócratas del Opus Dei entonces en el Gobierno, intentaban modernizar la España de la boina con la invasión del coche utilitario, de la televisión, de la venta a plazos... y de la emigración. "El país necesitaba mano de obra", recordó Javier Hernández Ruiz en la Antología crítica del cine español. Y esa mano de obra era suministrada "por el éxodo rural y por un elevado índice de natalidad. La familia numerosa se había convertido en el ejemplo a seguir". Como algunos recordarán, las campañas gubernamentales para que los matrimonios fabricaran muchos hijos incluían premios en metálico, medallas y hasta apariciones en el No-Do.

López Vázquez: "Con esta película me convertí en el padrino de todos los niños españoles"
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Una carrera truncada

El perspicaz productor y guionista Pedro Masó atisbó la conveniencia de una película que propagara el mensaje de una familia numerosa y modélica -decente, trabajadora, simpática, y desde luego, muy católica-, y no se equivocó, puesto que La gran familia, además de obtener un gran éxito popular, fue declarada "película de interés nacional", lo que entonces acarreaba sabrosos beneficios económicos. La historieta era sencilla: un pluriempleado aparejador (Alberto Closas) y su abnegada esposa (Amparo Soler Leal), más el abuelo (José Isbert) y quince hijos entre los veinte años y los pocos meses, componían el retrato de una familia feliz que vive sus intrascendentes avatares cotidianos "con tópicos aceptados comúnmente en la época, que de forma voluntaria y casi militante evitaban cualquier profundización", en opinión de Méndez-Leite Jr.

No eran momentos para plantear problemas. Oficialmente España nunca había ido tan bien. El mismo año de La gran familia (1962), el príncipe Juan Carlos se casaba con Sofía de Grecia, Raphael triunfaba en el festival de Benidorm con su canción Llevan, en la radio se imponía la serie Matilde, Perico y Periquín, Marisol se hacía popular con Tómbola y el dúo Dinámico con Perdóname, mientras en el cine español se descubría el primer bikini (naturalmente de una extranjera) en Bahía de Palma, las folclóricas se reunían en El balcón de la luna y Sara Montiel seguía excitando al personal con La reina del Chantecler... No había lugar para la disidencia, aunque en Munich se hubieran reunido 118 dieciocho intelectuales "en contubernio" contra el franquismo, y en Asturias y el País Vasco se hubiera decretado el estado de excepción.

Al cabo de los años, los comentarios respecto a La gran familia no son siempre negativos. Hernández Ruiz reconoce "sus méritos cinematográficos", especialmente "esos diálogos rápidos, perspicaces, ráfagas verbales llenas de gracia", mientras que Méndez-Leite Jr. aprecia la "evidente habilidad" del guión, "en lo que se refiere a la concatenación de sucesos, a la dosificación de sentimientos y sensaciones, por baratos que éstos fueran" así como la importancia de "algunos personajes de comedia de primera fila, como el abuelo o el conserje" (éste último interpretado por el clásico secundario Xan Das Bolas). Sin duda, otro de los personajes clave de la película fue el del padrino, al que dio vida José Luis López Vázquez: "Con La gran familia me convertí en el padrino de todos los niños españoles", le comentó el actor a su biógrafo Eduardo Rodríguez.

El historiador Mendez-Leite von Haffe en su Historia del cine español fue en su momento el más entusiasta: "Todo lo que vemos y escuchamos suena a verdad y a autenticidad. Todo está en su punto. Ni sobra nada, ni falta nada. Un resultado tan convincente, pocas veces se consigue en una plasmación. El mejor elogio de esta gran labor directiva es su enorme y clara sencillez". Años después, en este periódico, Fernando Morales escribió: "Entrañable, propia de fechas navideñas, todo un clásico del cine español. Magistral, como siempre, el gran Pepe Isbert".

El éxito de la película no fue sólo de público y crítica, sino también de premios: el Sindicato Nacional del Espectáculo consideró que su guión era el mejor del año, y la actriz Amparo Soler Leal fue premiada tanto por el Círculo de Escritores Cinematográficos como por la revista Fotogramas. De modo que Pedro Masó y sus guionistas, Rafael J. Salvia y Antonio Vich, no dudaron en preparar para el mismo director, Fernando Palacios, una continuación de esta saga familiar. Tres años más tarde apareció triunfando otra vez en las pantallas La familia... y uno más, interpretada por el mismo reparto, salvo dos excepciones: José Isbert, que había fallecido, y Amparo Soler Leal, que según cuenta Augusto M. Torres en El cine español en 119 películas, tuvo un desacuerdo económico con el productor Pedro Masó, lo que obligó a los guionistas a matar a su personaje. Así pues, la pobre madre había fallecido, entre película y película, en su parto número dieciséis: asunto resuelto. Quince años más tarde, en 1979, aún volvería Pedro Masó, y esta vez también como director, con una tercera parte, La familia bien, gracias, con la que ya no obtuvo el éxito de las anteriores. El país había cambiado, y los jóvenes actores de La gran familia se le habían hecho mayores: Jaime Blanch, Maribel Martín, Carlos Piñar, Pedro Mari Sánchez...

José Luis López Vázquez, en una imagen de <i>La gran familia.</i>
José Luis López Vázquez, en una imagen de La gran familia.

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