"Hacer el amor, la comida y el sol es lo mejor de la vida"
"La comida, el aire, el sol y hacer el amor son las mejores cosas de la vida". Así de claro lo tiene Cristina Rota (La Plata, 1945), quien lleva en sus venas sangre calabresa, egipcia (vía paterna), navarra y canaria (vía materna), y por si fuera poco vivió de pequeña en su Argentina natal en un barrio de emigrantes, donde aprendió de sus ancestros el miedo a abrir la boca "porque el acento podía delatar y eso suponía una nueva huida".
Hoy el acento la delata y ésta es la hora en que no ha llegado a su personal Ítaca: "Aún no cuelgo los cuadros en casa por si hubiera que salir corriendo". La última vez que lo hizo fue en 1978. La dictadura la obligó a abandonar su país con sus hijos pequeños, después de que su marido, el actor Diego Botto, se convirtiera en un "desaparecido". Hasta hoy.
La actriz y maestra de actores les aconseja que se defiendan del negocio de la cultura
De eso y de su vida llena de experiencias como actriz, directora y formadora de actores (su escuela es de las más prestigiadas) habla en el libro que saldrá en breve, Diré que te recuerdo (Espasa), y en el que confiesa que también se adentra en cuestiones políticas: "Les doy a los de la derecha de aquí; total, ¿qué más pueden hacerme?". Sale poco a comer fuera, porque le gusta crear en la cocina, donde tuvo de maestros a sus abuelos y donde ella ha dejado huella en sus hijos, que alternan escenarios y pucheros.
Le gusta venir a La Bardemcilla por amistad entre su familia y los Bardem (la dueña, Mónica, es hija de Pilar Bardem y por tanto nieta y hermana de actores): "Pero lo fundamental es que la cocina de aquí, además de buena, tiene afecto, hay gusto por la comida y está llena de sensualidad", dice mientras observa la plasticidad de unas verduras a la plancha que casi da pena comer para no desequilibrar la estética del plato. Se llama "éxtasis de la huerta" y, como todos los del restaurante, hace referencia a películas y obras de teatro en que han trabajado los Bardem. De hecho, sus especialidades son huevos de oro estrellados, callos Mayor (en homenaje a Juan Antonio) o croquetas jamón jamón.
"Además, es un restaurante decente, no se han puesto a buscar el gran negocio, yo siempre alerto a mis alumnos para que se defiendan del negocio de la cultura. Como dice Marx, 'tú eres lo que haces'; al final la decencia es lo que nos llevamos a la tumba; ¿qué pasa si sobre muertos y sangre derramada vas y te forras?, ¿qué le diría a mis hijos?, no se puede bastardear a los muertos y mucho menos ir de familiar de víctima del terrorismo y pedir trato especial, ¡eso nunca!, es repugnante el caso de los victimistas que usan a los muertos y a los familiares con fines políticos".
Se autodefine como "radical de izquierdas" y sus únicas pasiones son la militancia, la ideología y el teatro. Ahora quiere dedicarse a interpretar y dirigir. "He cumplido con mis promesas a los muertos y a los vivos, me he ganado trabajar en lo que me gusta". No dedicará más tiempo a buscar a su marido: "Pero tengo relación con antropólogos y forenses [hay un organismo que busca desaparecidos] y a lo mejor un día podemos celebrar un funeral, algo que mis hijos necesitan, es ley de vida desde Antígona".
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