Fiesta de máscaras en el palacio de José María Cano
El exMecano reunió en Lisboa, donde posee una vasta propiedad, a varias 'celebrities' para que pasaran un fin de semana lleno de arte
Viene a cuento, más o menos: "En tu fiesta me colé / coca-cola para todos y algo de comer..." Así fue la celebración de José María Cano, exmiembro del grupo musical Mecano, que en la noche del sábado ofreció una fiesta para 200 de personas en el palacio de San Vicente de Fora, que adquirió hace un año por 3,5 millones de euros.
"No me invitó, pero yo fui / tras la esquina espero el momento / en que no me miren y meterme dentro". El anfitrión de la fiesta odiaba esta canción (Me colé en una fiesta, el tercer sencillo de la banda), escrita por su hermano Nacho Cano en 1982. Sí, era otros tiempos, otros siglos, pero quizás también una premonición, quizás el destino de la vida. Los invitados de esta fiesta, organizada el pasado sábado por el músico y artista para celebrar el cumpleaños de su amiga Sandra García San Juan —la empresaria que coordina desde hace seis años el Festival Starlite de Marbella— no tuvieron que colarse a este evento cuya temática era un baile de máscaras veneciano.
El sábado había sido agitado, con los invitados siendo llevados en autobuses de aquí para allá en un fin de semana dedicado al arte –trabajo favorito del hoy pintor José María Cano–, con museos abiertos por la noche y muchas galerías de estreno. Los invitados del Cano menos pop visitaron el museo MAAT y la feria JustLX en el Museo de Carrís. Preocupados por su propia guapura, allí ni se percataron de la presencia del primer ministro portugués, António Costa. Claro que parte del grupo ni paseó por las galerías, optando por la botella de agua y la silla para descansar: la noche iba a ser muy larga. Por JustLX paseaban Mireia Cisneros y Patricia Kheler, Fátima y Gonzalo de la Cierva, Nico Luca de Tena, Luján Argüelles, Manolo Ruiz de la Prada...
De la feria JUSTLX, el glamour se trasladó a la popular feria de Ladra, la feria de la ladrona, porque en sus alrededores es donde Cano tiene su palacio, una espectacular mansión en la rua San Vicente de 400 años de antigüedad que ha sido rehabilitada con mimo por el artista. El Palacio de San Vicente da Fora data del siglo XVII y tiene dos mil metros cuadrados de jardines.
La singularidad del escenario imponía algunas condiciones a los invitados: nada de zapatos de tacón para las señoras (para evitar dañar los suelos) y nada de fotografías "por respeto al palacio". El aviso se cumplió a medias porque en las redes sociales de algunos de los invitados hay imágenes publicadas por ellos aunque casi todas con un fondo no reconocible. Todo un símbolo de la confianza hacia los reunidos a los que se les sugería con esta indicación respetar la privacidad de un lugar en el que se supone está gran parte de la colección de arte privada de su propietario.
Las máscaras que llevaban la mayoría de los asistentes impedían identificar el bosque, al menos en las primeras horas –la fiesta vio caer y levantarse el sol– en los maravillosos espacios ajardinados. De los 3.000 metros de palacio, dos terceras partes son terrazas sobre el barrio de Graça. La comida era portuguesa, pero el personal, español.
A falta de fado, una cantante amenizó la cena con bossa nova hasta que llegó la hora del Dj en una sala del palacio. El público se desmelenó, o sea, se desenmascaró. Entonces vimos a Mar Flores, a Patricia Espírito Santo y a otros miembros de la ex primera familia portuguesa; Kike Sarasola hablando con Joe Slim, Estefania Luyk, Pia Miller Getty y el conde de Sigurta, Paloma Suelves y Pedro Trapote, Zita Serrano-Súñer con Hugo Vailante. Margarita Stabiumi y los Falconieri, Irina Fournier, Gloria Fluxá o Joseph Fiennes... Aparte de máscara, a la fiesta del exMecano había que entrar con apellido. Por allí danzaban Carmen Posadas y las hijas de Gustavo Cisneros, Marion y Anita.
Francisca Garrigues, Veva Longoria con Carlos Perreau de Pinninck, los Lacalle, Kiessling y Kayser. Los Luján y los Luca de Tena, los Cisneros y los De la Cierva. Mal día para los comercios madrileños de la llamada milla de oro. Buen día, quizás, para los galeristas y las tiendas de la Avenida Liberdade. Tampoco faltó a la fiesta el embajador de España en Portugal, Eduardo Gutiérrez Sáenz de Buruaga, ni la mexicana Vanessa Téllez ni, por supuesto, Sandra García-Sanjuán, la empresaria de Marbella, gran amiga del anfitrión y en cuyo honor abría el palacio. Un lugar que una vez restaurado se alquila para eventos muy restringidos para sufragar gastos pero al que, según comentó uno de los asistentes: "No todo el mundo puede acceder por mucho que pague".
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