_
_
_
_

El arte contemporáneo le cambia la cara a Marsella: una ruta entre museos, ferias y galerías

Recientes enclaves culturales llevan unos años insuflando nueva vida a muchos de los distritos centrales de esta ciudad francesa multicultural y auténtica. De los edificios de Norman Foster y Jean Nouvel al barrio de Le Panier y un salto a la cercana La Cité Radieuse, de Le Corbusier

Arte Marsella
L’Ombrière, una enorme marquesina con efecto espejo proyectada por Norman Foster en el Vieux-Port de Marsella (Francia).mauritius images / CORDON PRESS

Eclipsada por la grandeza de París, Marsella, la segunda ciudad francesa por población, siempre ha sido una especie de patito feo para el viajero. A su mala fama histórica (mafia, narcotráfico) se sumaba la suciedad de algunos barrios y un tráfico bastante caótico (aquí los semáforos parecen discrecionales, nunca obligatorios). Pero esa reputación está cambiando gracias al arte contemporáneo. Museos, ferias y galerías llevan años insuflando nueva vida a muchos de sus distritos centrales, sin que el peligro de la gentrificación se otee aún en el horizonte de esta metrópoli multicultural, auténtica y adictiva.

Marsella no solía ser un gran polo para el arte contemporáneo, pero creo que estamos empezando a crear algo nuevo, fresco y vibrante”, afirma Jérôme Pantalacci, director de Art-o-rama, la feria más influyente del sur de Francia, que el próximo mes de agosto celebrará su 19ª edición (a la del año pasado acudieron 5.000 visitantes de toda Europa). Aunque una visita a Marsella, una urbe con unos 930.000 habitantes, pero muy extensa, ha de empezar obligatoriamente en el Vieux-Port, el puerto viejo sobre el que se fundó la ciudad en el año 600 antes de Cristo. Allí, el nuevo punto de referencia es L’Ombrière, una enorme marquesina con efecto espejo proyectada por el reconocido arquitecto Norman Foster en 2013, que se encuentra rodeada de decenas de restaurantes especializados en bullabesa, la sopa de pescado elevada, con permiso del pastis, a emblema gastronómico local.

“La escena artística ha cambiado mucho en los últimos tiempos”, sostiene Pantalacci. “Creo que la gran transformación se produjo con la capitalidad europea de la cultura, en 2013″. Ese año abrió el MUCEM [Museo de las civilizaciones de Europa y del Mediterráneo], uno de los dos únicos museos nacionales que tienen su sede fuera de París. Situado al final de uno de los muelles, lo ideal es acceder por el fuerte de San Juan, con inmejorables vistas de la ciudad. Desde esta antigua fortaleza del siglo XII se llega al flamante edificio J4, obra de los arquitectos Rudy Ricciotti y Roland Carta, que lo definen como una “casba vertical”, que aloja el primer centro dedicado a las culturas mediterráneas. Un cajón de sastre donde se mezclan la arqueología, las propuestas creativas más radicales y los temas sociales de actualidad.

El Museo de Civilizaciones de Europa y del Mediterráneo (MUCEM), en Marsella (Francia).
El Museo de Civilizaciones de Europa y del Mediterráneo (MUCEM), en Marsella (Francia).Rafael Wiedenmeier (GETTY IMAGES)

Desde allí, Le Panier queda a tiro de piedra. Este popular barrio de sinuosas callejuelas, y una de las áreas más antiguas de la ciudad, fue uno de los escenarios de la película French Connection. Contra el imperio de la droga (1971), un clásico de los años setenta que desvelaba las tramas del narcotráfico internacional. La ciudad mantiene aquí parte de su espíritu rebelde, aunque ahora mandan las boutiques de diseñadores independientes, los talleres de artesanos y los cafés a punto de ser hipsterizados. También es el territorio de espacios como la Invisible Galerie o La Galerie des Augustines. Y de La Vieille Charité, una maravilla arquitectónica del siglo XVII, concebida como hospital para personas sin hogar y ahora reconvertida en un centro multidisciplinar, que acoge el Museo de Artes Africanas, Oceánicas y Amerindias; y el Museo de Arqueología Mediterránea.

El centro multidisciplinar La Vieille Charite, en el histórico barrio de Le Panier.
El centro multidisciplinar La Vieille Charite, en el histórico barrio de Le Panier.olrat (GETTY IMAGES)

Al norte de Le Panier surge su reverso ultramoderno: La Joliette, un distrito en plena transformación gracias al proyecto de renovación urbana Euroméditerranée. Además de innovadores rascacielos como La Marseillaise (obra de Jean Nouvel) o la torre CMA CGM (del estudio de Zaha Hadid), que están modificando el skyline, aquí se ubican el Centro Fotográfico de Marsella y el Frac Sud (Fondos Regionales de Arte Contemporáneo), un edificio del arquitecto japonés Kengo Kuma dedicado a la producción local experimental.

Dirigiéndonos hacia el este llegamos a Friche la Belle de Mai, uno de los epicentros culturales marselleses. Este espacio postindustrial (antes fue una de las mayores fábricas de cigarrillos Gauloises y Gitanes, que cerró en 1990), alberga el centro de arte Triangle-Astérides y la feria Art-o-rama, que en su última edición reunió más de 40 jóvenes galerías internacionales. Entre ellas, la barcelonesa Bombon Projects, la valenciana Set Espai d’Art o la malagueña Isabel Hurley. Además, alrededor de Art-o-rama florecen eventos paralelos como la feria Paréidolie, consagrada al dibujo, o Systema, una incubadora de proyectos e instalaciones en el Palais Carli.

La Friche la Belle de Mai, uno de los epicentros culturales marselleses.
La Friche la Belle de Mai, uno de los epicentros culturales marselleses.Caroline Dutrey

Cerca de la Friche la Belle de Mai se levanta el magnífico palacio Longchamp, sede del Museo de Historia Natural y del Museo de Bellas Artes (con obras de Rodin o Courbet), que da nombre al parque adyacente. “La ciudad es realmente extensa, pero hay áreas que han cambiado mucho, como el bulevar Longchamp”, asegura el director de Art-o-rama. “Es muy diferente de lo que era hace 15 años. Hace una década decidieron hacerla peatonal y hoy solo circula el tranvía”. Como resultado, en la zona abrieron multitud de restaurantes, ateliers y pequeñas galerías como La Nave Va, Shifting Frames (especializada en creadores indios) o SISSI club (con posiciones feministas, decoloniales, queer y ecológicas).

El tranvía T2 nos lleva a Noailles, un céntrico barrio multicultural donde se encuentran el mercadillo de Capucins, con sus puestos de gastronomía norteafricana; y el Cours Julien, célebre por su vida nocturna. Caminando hacia el sur accedemos a la otra dársena del Vieux-Port y al barrio de Préfecture, con sus arterias comerciales y otro buen puñado de galerías como Double V, Nendo o Le 33, que se aglutinan alrededor del Museo Cantini, el corazón de la zona. Situado en una mansión del siglo XVII, posee una de las colecciones más completas de arte moderno y contemporáneo de Francia, con piezas de Picasso, Matisse, Giacometti, Balthus, Dubuffet o Bacon.

También se pueden descubrir galerías y estudios en el arenal de La Malmousque, en la Corniche Kennedy, la deliciosa avenida que transita paralela al Mediterráneo y que va dando paso a diversas playas urbanas, en un ambiente que recuerda a la cercana Costa Azul. “Otro punto de inflexión para Marsella fue la pandemia”, rememora el director de Art-o-rama. “Muchos parisinos descubrieron que es mucho más barata, además de tener una gran calidad de vida y buen clima. En verano tenemos un montón de playas y en invierno, las estaciones de esquí están a dos horas y media. Existen trenes TGV diarios hacia París. Y estamos muy cerca de España y de Italia. La localización es perfecta”, asegura.

El arenal de La Malmousque, en la avenida Corniche Kennedy, en Marsella (Francia).
El arenal de La Malmousque, en la avenida Corniche Kennedy, en Marsella (Francia).Hemis / Alamy / CORDON PRESS

En La Malmousque han abierto espacios como el parisino Spiaggia Libera, que ha inaugurado una segunda sede en esta privilegiada esquina del Mediterráneo. O La Traverse, que cuenta con una residencia de arte y diseño (centrada en creadoras femeninas) y un encantador café con comida orgánica y vinos naturales. Siguiendo por la costa, en dirección a Las Calanques, las imponentes calas rocosas que se alinean a la salida de Marsella, se sitúa el Museo de Arte Contemporáneo (mac), que abarca la segunda mitad del siglo XX y el siglo XXI (arte povera, pop art o Fluxus).

Azotea de La Cité Radieuse, de Le Corbusier en Marsella.
Azotea de La Cité Radieuse, de Le Corbusier en Marsella.Martin Thomas (Alamy / CORDON PRESS)

Pero el verdadero motivo de llegar hasta esta zona un tanto alejada del centro es La Cité Radieuse, de Le Corbusier. Una visita obligatoria no solo para los amantes de la arquitectura. Declarado patrimonio mundial de la Uneso en 2016, esta vanguardista mole fue construida entre 1947 y 1952 con la idea de albergar 337 apartamentos sociales para las clases menos pudientes. Una ciudad jardín vertical de hormigón armado y levantada sobre pilotes, señalada como una de las obras maestras del genial arquitecto suizo. En la terraza de su azotea, con excepcionales vistas, se ubica la galería MaMo. Y uno de los pisos inferiores del complejo alberga un hotel, con habitaciones diseñadas por el propio Le Corbusier. Para quedarse a vivir, como Marsella.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_