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Dentro del móvil de un joven que vota a partidos ultras: “Hay que respetar las ideas de cada uno”

Según el último barómetro de 40dB. para EL PAÍS y la Ser, el 24% de los españoles de 18 a 24 años se decantaría por Vox (la primera opción tras la abstención en esa franja) y el 3%, por SALF

Juan Ruiz —nombre ficticio—, de 33 años, sostiene su móvil en Granada, votante de Vox, Santiago Abascal y Alvise Pérez.
Virginia Martínez

Viernes, 14 de marzo. 14.00 horas. El agitador Luis Pérez Fernández, más conocido como Alvise Pérez, vocifera delante del Congreso mientras protesta junto a un centenar de personas por el “maltrato” que ejercen las “furcias” de los medios de comunicación contra su jefe de prensa, el periodista Vito Quiles. El líder de Se Acabó la Fiesta (SALF) pide a sus simpatizantes que, cuando les llame una encuestadora, no digan la verdad: “No se os ocurra decir que votáis a SALF, mentid y en las próximas generales, demos la mayor sorpresa”. Acto seguido, entre los concentrados se escucha a un joven gritar: “¡Mucha gente que no votaba quiere votarte ahora!”.

Tras ataques contra la prensa, las instituciones del Estado, los “parásitos” de los políticos, los impuestos y el presidente Pedro Sánchez, Alvise concluye: “El boca a boca es lo más importante. Así que, cuando nos disolvamos, cambiemos España, persona a persona, con los móviles”.

Andrés, de 26 años —que no revela su apellido—, es el joven que gritó en medio de la masa. Según su relato, estudió hasta segundo de bachiller, ha ejercido como asesor inmobiliario y hace un mes volvió a casa de su madre en Madrid tras un año en Paraguay desarrollando negocios “ayudando a empresas a pagar impuestos”. En su móvil, Andrés sigue los perfiles sociales de Alvise y de Quiles, además de formar parte del grupo de Telegram donde el líder de SALF moviliza a sus seguidores. “Habla con claridad, es solo sentido común lo que él quiere. Estamos en un país en el que nos han vendido. Hemos vuelto a recuperar la esperanza con Alvise. Desde el minuto uno, cumple todo lo que dice”, afirma sobre el líder de SALF, a quien votaría en unos comicios generales porque promueve la bajada de impuestos, la reducción del número de políticos, porque está en contra del “hembrismo” —así tacha las medidas feministas que han provocado “494” derechos más de las mujeres sobre los hombres, que ahora están en “inferioridad”— o porque se opone a la inmigración irregular —hasta arriba de “ayudas”—.

Andrés y su móvil se mueven en un caldo de cultivo que en los últimos meses ha provocado el crecimiento sostenido del número de jóvenes de entre 18 y 34 años que en unas elecciones generales se decantarían por las formaciones ultras de Vox o Se Acabó la Fiesta. Según el último barómetro de 40dB. para EL PAÍS y la Ser, el 24% de los españoles de 18 a 24 años cogería la papeleta del partido de Santiago Abascal (la primera opción tras la abstención en esa franja) y el 3%, la de Alvise (en última posición). Entre los 25 y los 34 años, Vox baja al 21% (en segundo lugar por detrás del PSOE) y SALF se mantiene. “Es un fenómeno que llevamos viendo desde hace un tiempo y que va a más”, indica Belén Barreiro, directora de 40dB., quien puntualiza que ese alto grado de penetración de la ultraderecha se identifica con los jóvenes varones en mucho mayor grado que en las mujeres, tanto en el voto como en el posicionamiento respecto a distintos temas. “En cada barómetro se estudia el posicionamiento por género, y los jóvenes hombres están comprando el pack completo sistemáticamente en actitudes contra la inmigración, el cambio climático, el feminismo o pro Trump”.

Para informarse de ·todo lo que pasa a nivel político, Andrés lo hace a través de su dispositivo con las cuentas en redes sociales del propio Alvise o de Quiles. Mientras, carga contra los medios tradicionales: “Las noticias son un hervidero de desinformación y de miedo que quieren tener a todo el mundo asustado y pensando que el Estado es el único que los va salvar. Nos llaman fascistas, pero son ellos los que no nos dejan hablar. Toda la gente de provecho nos informamos en las redes sociales”. La primera vez que Andrés votó, optó por el PSOE. Luego dejó de votar y ahora se inclinaría por SALF. “Con la gente que me movía de chavalín era de izquierdas. El PSOE nos hablaba de clase obrera, pero nos suben los impuestos cada dos por tres”.

La mayoría de expertos consultados apuntan a un cóctel de factores para explicar ese crecimiento: empuje de la ola ultra internacional; voto contestatario contra el Gobierno de Pedro Sánchez; reacción a las políticas feministas y ensalzamiento del hombre heterosexual “emprendedor”, liberal y contrario a la gravación fiscal frente a condiciones laborales y de vida precarias. Los consultados subrayan que ese totum revolutum penetra en los jóvenes sobre todo a través del bombardeo continuo en sus móviles. Esas ideas son propugnadas en la red por Abascal y por otros líderes internacionales como el presidente de EE UU, Donald Trump, pero además por un ejército de youtubers e influencers que amplifican el mensaje en redes o través de think tanks.

Entre dichas cuentas hay nombres como Pedro Buerbaum, Wall Street Wolverine, Capitan Bitcoin o Roma Gallardo, que inundan el móviil de los jóvenes agitando el ideario ultra y antiwoke o proclamando la consigna del “hombre hecho a sí mismo” en la manosfera (red de foros, webs, blogs, canales de YouTube y perfiles en redes marcados por la defensa de una masculinidad cargada de misoginia). También con canales de noticias digitales ultras como EDATV. Con 858.400 seguidores en X, Wall Street Wolverine tiene como tuit destacado una entrevista al diputado de Vox José Figaredo y publicaciones anteriores con datos que diferencian los delitos entre españoles y extranjeros. En el caso de Andrés, el simpatizante de SALF, sigue entre otros influencers a Llados, que se centra en el culto al cuerpo: “Mi trabajo en la inmobiliaria fue creciendo cuando empecé a seguir las pautas de Llados: levantarte pronto, hacer deporte, cuidar tu alimentación. Tu cuerpo es una máquina. De no estar facturando nada a montar una empresa en Paraguay”.

Manifestación de Alvise Pérez y Vito Quiles delante del Congreso.

Un reciente Eurobarómetro indica que la mayor parte de los jóvenes europeos recurre prioritariamente a las redes sociales para informarse de temas políticos y sociales, por delante de los medios de comunicación tradicionales. En España, el 49% de los españoles entre 16 y 30 años dice informarse a través de las redes sociales (sobre todo Instagram), más proclives a propagar las fake news. “La extrema derecha es la que mejor ha sabido instrumentalizar las redes sociales, con un tipo de mensaje con lenguaje cercano, sencillo, que se naturaliza muy bien con pocos caracteres. Todavía los partidos políticos tradicionales van muy retrasados, la ultraderecha lo tiene muy claro y fueron alumnos aventajados porque estaban al margen del sistema, empezaron a utilizar las redes los primeros como medio de movilización y adoctrinamiento”, señala Anna López, doctora en Ciencia Política, que alude a las últimas elecciones alemanas como ejemplo de movilización de los ultras en TikTok enfocados en el electorado joven. “Además, antes la rebeldía propia de los jóvenes consistía en ir contra el capitalismo y ahora es sinónimo de abrazar los partidos de ultraderecha, porque encuentran en ellos los únicos que canalizan los problemas y la falta de confianza en las instituciones; es su forma de protestar, el voto antisistema”, agrega López.

Desde el bajo propiedad de sus padres donde reside solo, Juan Ruiz bucea en Youtube, Google e Instagram para informarse. Ni paga la suscripción de periódicos de los conocidos como tradicionales ni ve el telediario; buena parte de la información que consume le llega por enlaces a medios digitales en abierto y editorialmente conservadores a través de su teléfono móvil. De 33 años, licenciado en Políticas y camarero en un hotel de Granada, Ruiz —nombre ficticio a petición propia— no votó en las últimas elecciones, pero de hacerlo ahora optaría por Vox como la única capaz de promover un “cambio de Gobierno” y de “trayectoria” en el país.

Con una familia repartida entre izquierdas y derechas, Ruiz votó en sus primeras elecciones al PSOE, luego al PP y en las últimas ni siquiera votó por decepción con la clase política. “Al principio en el colegio todos los amigos éramos de izquierdas”, recuerda. Vox se amolda ahora a sus preferencias en busca de “más libertad en el tema económico a la hora de emprender negocios”, porque está a favor de “reducir el Estado” y por el rechazo a una izquierda que “quiere que seamos todos iguales”. “Hay que respetar las ideas de cada uno”, sentencia. Eso sí, este camarero no se identifica ni con las políticas racistas ni contrarias a los derechos LGTBI que promueve Abascal. “No puede gustarte el pack completo”, apostilla. En su caso, empezó a seguir en Internet a prescriptores de “cuentas más liberales” y en favor de la “autoorganización” sobre todo con la irrupción del coronavirus.

“Tras la pandemia, TikTok pegó un bum. Y las cuentas de derechas tuvieron un impacto muy importante, metieron mucho dinero y supieron moverse”, apunta Adrià Junyent, politólogo y secretario de Juventud de Comisiones Obreras. “La extrema derecha ha sabido resignificar el término libertad, han ganado la batalla cultural, la disputa por la narrativa y la han ganado en la gente joven porque están en las redes sociales”, insiste Enrique Javier Díez, catedrático de la Universidad de Educación de León. “Antes se decía ‘tienes que ser machote’ y ahora se dice ‘tienes que ser emprendedor’. Es como ser el mejor en el fútbol, competir con los demás, estar en primera línea, tú eres responsable de tu futuro”, subraya.

En relación con el fútbol, y más allá de los influencers de la manosfera, han surgido también cuentas en la red social X que propugnan los mismos valores pero a través del deporte estrella. ESnomanu, Clonazepam, RevenRV o CapitanBitcoin son algunos de los ejemplos de lo que se conoce como “twitter fútbol”. Clonazepam, por ejemplo, se define en su perfil así: “Despertando machos de este Matrix hembrista que vivimos” y “CEO de la comunidad Incel Hispana”. El acrónimo anglosajón incel proviene de la expresión inglesa involuntary celibate (célibe involuntario), que según el diccionario de Cambridge se refiere a un miembro de una comunidad de Internet que no puede encontrar parejas sexuales a pesar de desearlas, y que expresan odio hacia las personas a las que culpan de ello: las mujeres.

clonazepam

La reacción negativa a las políticas feministas ―en España particularmente desde 2018― es otro de los principales motivos para el aumento de los jóvenes hombres ultras. Y la conversación en los móviles atestigua la tesis. La experta en comunicación, incidencia y gestión de proyectos sociales, Anxela Iglesias, apunta a otra derivada: la falta de referentes alternativo. “Muchos chicos jóvenes se sienten desconcertados e inseguros en sus relaciones sociales y afectivas, necesitan hablar y a menudo solo encuentran espacios tóxicos para hacerlo en internet y en las redes”, explica.

Entre los seguidores de Clonazepam está Luis García. De 22 años e informático que teletrabaja desde casa de sus padres en Tarancón (Cuenca), con quienes convive, es otro ejemplo de joven pro formaciones ultras. García —nombre ficticio a petición del entrevistado— votó en las elecciones europeas a SALF porque “vio que tenía más apoyo”, pero en unas generales se decantaría hoy por Vox como opción más viable para acabar con el Gobierno de Sánchez. Siempre fue de derechas, pero considera que el PP es “cada vez más de centro”.

Entre los podcasts que García escucha a través de Spotify se encuentran algunas de las entrevistas de Pedro Buerbaum, uno de los influencers que dan pábulo a teorías de la conspiración, que atacan la Agenda 2030, el feminismo y los migrantes o desdeñan los impuestos. A su espacio digital de entrevistas se sumó el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en julio pasado en la búsqueda del voto joven. Frente al éxito de Vox entre la Generación Z, los populares caen en picado en esa franja de edad: de 18 a 24 años, solo el 8% apunta al PP como su papeleta, según el último sondeo de 40dB.

El malote de clase es el de Vox

Javier Carbonell, profesor asociado del Instituto de Estudios Políticos de París, añade otro elemento a la ecuación: “Todos los jóvenes en total están peor, pero si las mujeres están peor, se las señalan porque ellas han perdido en capacidad adquisitiva, pero han ganado en libertad, pero el chico ha perdido en todo”. Un 58% de las mujeres entre 25 y 34 años tenía un título superior en 2023 frente al 46% de los hombres, según datos del INE, por lo que la brecha retributiva se está revirtiendo en edades tempranas, con trabajos y vidas más precarias en los hombres. Y muchos culpan al Gobierno actual y a la izquierda, que, según sostienen, no resuelve sus problemas, indica Carbonell. “En 2016 se miraba hacia los nuevos partidos como Podemos, ahora, a Vox”.

El catedrático de Educación Enrique Javier Díez recuerda en ese sentido un episodio reciente que vivió en un instituto de un pueblo de la cuenca minera de León, donde preguntó a qué partido votarían los alumnos. Tres levantaron la mano y gritaron: ‘¡Vox!’. “Ahora, el malote de clase es el de Vox”, se lamenta Díez.

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Sobre la firma

Virginia Martínez
Es redactora en la sección de España y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS, donde trabajó en la sección audiovisual hasta verano de 2021. Antes cubrió información local en el diario Granada Hoy. Es licenciada en Derecho por la Universidad de Granada y en Periodismo por la Universidad de Málaga y Máster de Periodismo de EL PAÍS.
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