_
_
_
_
ópera

El Liceu abraza el arte total del Macbeth de Plensa

El teatro de La Rambla estrena hoy la ópera bajo la dirección artística del escultor a un gran ritmo de ventas

Àngels Piñol
Un momento de la producción de Macbeth, en el último acto.
Un momento de la producción de Macbeth, en el último acto.

No solo va a ser una ópera más. Es un compendio de todas las artes. El Gran Teatre del Liceo acoge hoy el estreno de Macbeth, el Macbeth de Verdi y de Shakespeare pero también desde este jueves un poco también el del escultor Jaume Plensa que firma la dirección artística con una elegante, onírica y poética puesta en escena. Sondra Radvanovsky, la soprano norteamericana que interpreta a Lady Macbeth, afirmó durante la presentación que la obra combina danza, palabras y música. “Es una nueva forma de ópera. No se ha visto nunca. La gente quedará boquiabierta”, vaticinó. Con el 92% del aforo vendido, la función, producida por el Liceu, se representará en 11 funciones hasta el 3 de marzo.

La ópera arranca con la inquietante frase, suspendida por unas letras, de Sleep no more (No duermas más) que Macbeth dice en la obra de Shakespare y que es un preludio de su tormento por asesinar al Rey. El trío de brujas y el coro irrumpen entonces en el escenario junto a una escultura gigante, de malla metálica, de más de ocho metros de altura, sentada, con la cara rota, y con los abrazos rodeando las piernas. Muy parecidas a las que Plensa ha erigido en Londres o Estocolmo y en medio mundo. La obra evoca el castillo donde Macbeth y Banco inician el diálogo del primer acto. Luego aparecerán tres esfinges doradas y después ocho impresionantes bustos gigantes en la batalla final en la que muere Macbeth. Los colores rojo, negro y blanco impregnan el escenario en el que el universo de Plensa se percibe en cada rincón desde las letras del vestuario hasta el minimalismo que reivindicó.

“No se trata de llenar mucho el escenario. Había que dejar espacio a los protagonistas”, dijo en alusión a los cantantes y a los músicos el escultor durante la presentación de la obra y a quien se veía feliz, el lunes, junto a sus colaboradores, viendo uno de los últimos ensayos. Y es verdad que no está muy lleno porque unas copas con una pequeña lucecita su interior basta para imaginar el banquete presidido por Lady Macbeth y en el que su marido empieza a sufrir su tormento por los remordimientos; unas ramas para simular cómo avanza el bosque de Birnam. O cómo los verdugos, de color rojo o negro, para decir si un soldado es del bando de Macbeth o de Malcolm.

Tres bustos gigantes de color dorado presiden el escenario ante los bailarines en un momento de la ópera. / DAVID RUANO (Liceu)
Tres bustos gigantes de color dorado presiden el escenario ante los bailarines en un momento de la ópera. / DAVID RUANO (Liceu)

Luca Salsi, que interpreta a Macbeth, le da la razón a Plensa porque cree que esta ópera no necesita de hecho nada. “Solo una luz y una escultura fantástica y ya está hecho. El texto es más importante que la voz y en esta obra se funde con las esculturas, la música y el baile”. Josep Pons, el director musical, afirma que Plensa logra en esta obra huir de las escenas más escabrosas y recurre a la etimología que se atribuye también a la palabra obscena, fuera de escena, lo que no se ve. “Nos lo tenemos que imaginar”, dice en alusión al asesinato del Rey Duncán, que el director artístico sitúa en una especie de pasillo negro dividido en puertas. El trío de brujas y la veintena de bailarines, con coreografía de Antonio Ruz, y aparecen buena parte de la obra dialogando con el coro y los cantantes.

El trío de personajes principales lo encarnan los soberbios Salsi (Macbeth); Erwin Schrott (Banco) y Radvanovsky (Lady Macbeth), cuya evolución sobrecoge al pasar de ser una mujer ambiciosa, que alienta el regicidio, a su sonambulismo final. “No es una mujer sedienta de sangre: solo está enamorada y quiere que su marido cambie y es imposible. Eso explica su caída. No dejo de aprender sobre ella y espero algún día desentrañarla”, dijo la soprano. El escultor apuntó en la presentación que Shakespeare retrata la complejidad humana y que todos hemos podido ser alguna vez Macbeth, Lady Macbeth, Lady Macbeth o Banco. Y quizá cumplir los sueños: él, que desde 1996 había hecho incursiones en la ópera con obras de De Falla, Debussy o Bartók, tenía este deseo. En 1998, Gerard Mortier, director del Festival de Salzburgo, le preguntó qué ópera querría dirigir. Y contestó Macbeth.

Puedes seguir a EL PAÍS Catalunya en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_