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Antoni Cañete, presidente de Pimec: “Cataluña tiene el mayor absentismo laboral de España y, posiblemente, uno de los mayores de Europa”

El responsable de la patronal de las pequeñas y medianas empresas urge a tomar medidas urgentes contra la falta de personal

Antoni Cañete, presidente de PIMEC, fotografiado en su despacho.
Marc Rovira

Antoni Cañete ha sido reelegido recientemente presidente de Pimec, tras ganar las elecciones sin ninguna oposición. Afronta su segundo mandato al frente de la patronal de la pequeña y mediana empresa aferrado a un lema que, dice él mismo, tiene algo de provocador: “Activismo empresarial”. Su discurso es directo y contundente contra aquellos temas que lastran la productividad empresarial, y lo mismo denuncia el exceso de burocracia que el absentismo o la ineficacia de los cargos políticos

Pregunta. ¿Le chocó que no apareciera nadie dispuesto a pelear el cargo?

Respuesta. Me hubiera gustado, aunque considero que los primeros cuatro años de mandato fueron extraordinarios. Hemos crecido un 20% y tenemos 144.000 socios, somos la patronal más grande del sur de Europa. Critico a los políticos porque no rinden cuentas de lo que hacen y, por lo tanto, no puedo hacer yo lo mismo. Por eso di un tour por Cataluña para explicar cuáles habían sido mis compromisos y qué habíamos conseguido. En ese periplo yo defendía que era importante que aparecieran otras propuestas o ideas. Siempre he dicho a los empresarios que hay que estar allí donde se les representa, que hay que asociarse para defender sus intereses y valores. Si no estás donde se toman las decisiones, otros las tomarán por ti, y pueden ser contrarias a tus intereses.

P. Califica su primer mandato como extraordinario, pero ha relevado a un tercio de su equipo. ¿Ha habido pérdida de confianza?

R. Es fruto de una evolución natural y de la participación en los órganos de gobierno, donde hay una entrada de juventud. Hemos logrado una junta paritaria, y esto es un mérito importante, que además es representativa de los distintos territorios de Cataluña.

P. Alude a la necesidad de darle voz a la pyme. ¿Eso implica que Foment no ha hecho bien su trabajo a la hora de representar los intereses de todo el tejido empresarial?

R. Hasta 2019 Foment tenía una prioridad representativa injustificada, diría que casi por la gracia de Dios. Entonces se llegó a un acuerdo para dar una representatividad paritaria a las grandes empresas y a las pymes. Y eso homologa a Cataluña con lo que sucede en Europa. En cambio, en el resto de España eso no pasa porque hay una organización grande y libre, que se llama CEOE, que tiene una marioneta que se llama Cepyme. La mano de la gran empresa maneja la marioneta de las pymes. Y eso provoca que se haya regulado en beneficio de los intereses de cuatro, y no en interés de cuatro millones. Que Pimec haya entrado en el Consejo Económico y Social estatal es un cambio que yo mismo le pedí al presidente Pedro Sánchez.

P. ¿Qué le preocupa más, el exceso de burocracia para las empresas o el absentismo laboral?

R. Dedicamos 42 horas al mes a rellenar papeles, pero el problema más acuciante es encontrar personal y, con las cifras de paro que hay, algo no estamos haciendo bien. Sobre el absentismo, en los últimos años se ha doblado. En Cataluña tenemos el mayor absentismo de España y, posiblemente, uno de los mayores de Europa. En Pimec hemos desmitificado un mito.

P. Usted dirá.

R. Cuando hemos tomado los datos de bajas por enfermedad común vemos que estamos en un 5,7% de bajas en Cataluña, y 1,9% en Extremadura. Casi se puede afirmar que si quieres tener buena salud hay que hacerse autónomo, porque ese casi 6% de bajas del régimen general se reduce al 1,4% en el caso de los autónomos.

P. ¿Qué papel tiene que jugar la inmigración para configurar el mapa laboral?

R. La inmigración es absolutamente necesaria, sin inmigración sería imposible atender las necesidades de las empresas. La natalidad va a la baja y para que la rueda siga girando hay que poder abastecer las necesidades estructurales. No cubrimos con la oferta interna la demanda de ocupación. Otra cosa es definir qué tipo de inmigración es deseable. Hablamos de inmigración regulada, para que aquellos que llegan tengan un puesto de trabajo no necesiten fiarse de la economía sumergida, paguen sus impuestos y puedan beneficiarse de servicios como la educación o la sanidad.

P. ¿Qué le convence más, la reducción de la jornada laboral o el incremento del salario mínimo?

R. Yo no conozco a nadie que no quiera trabajar menos y cobrar más. Pero para encontrar una fórmula que lo haga posible es necesario hacer poco menos que patinaje artístico. En el tema de la reducción de la jornada laboral, el café para todos no sirve porque hay empresas o sectores que no pueden asumirlo. Tal y como se ha planteado, para las pymes tiene consecuencias perjudiciales. Y no se trata de una cuestión de márgenes o de costes, es pura inviabilidad.

P. Defendió que las empresas que se marcharon de Cataluña no lo hicieron por motivos políticos. Ahora que hay algunas que vuelven, ¿sigue pensando lo mismo?

R. Las pymes que se marcharon lo hicieron pensando en dónde pueden ser más viables y competitivas. Ahora, puertas abiertas para las que quieran regresar, pero lo que no se puede hacer es darles ventajas con respecto a las que se quedaron. Hay que dejar que las decisiones empresariales fluyan.

P. Si fructifican las negociaciones por el nuevo modelo de financiación, ¿ese nuevo marco le dará a Cataluña más capacidad para atraer empresas?

R. Este es un tema absolutamente necesario. Hay que propiciar que Cataluña tenga la financiación y las infraestructuras que necesita para seguir siendo un tractor de la economía. La financiación tiene que ser justa y actualmente el modelo no lo es, no solo para Cataluña sino para la mayoría de territorios de España.

P. Habla de infraestructuras, pero hay proyectos, como la ampliación del aeropuerto de Barcelona, que generan controversia.

R. Respetar las minorías no puede condicionar los intereses generales.

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Sobre la firma

Marc Rovira
Corresponsal económico de EL PAÍS en Cataluña, encargado de seguir la información relacionada con la actualidad empresarial y política. Licenciado en Derecho, durante una etapa en la prensa local trabajó en Girona y en Tarragona. Ya en EL PAÍS, tuvo un paso por la sección de Deportes, cubriendo el Mundial de MotoGP. Colaborador en la SER y en TV3.
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