De las ‘showgirls’ a las ‘influencers’: la historia del mundo contada en un ‘Versés’
El legado ético-estético de Gianni Versace, prolongado y ampliado por Donatella, explica mucho de la cultura popular de las últimas tres décadas. Una herencia que, sin embargo, pudo haber tenido un destino muy distinto, según revela Santo Versace, el mayor de los hermanos, ahora que se cumplen 25 años del asesinato del creador que hizo virtud de la vulgaridad
Se cumplen 25 años del asesinato de Gianni Versace, pero este 15 de julio la noticia es Lily James, irreconocible en la campaña de la colección del próximo otoño/invierno de la firma italiana. Fotografiada por el dúo Mert (Alas) & Marcus (Piggott) en plan dominatrix gótica, la actriz británica releva en las tareas de imagen de marca a las hermanas Gigi y Bella Hadid y al cantante colombiano Maluma, modelo de relumbrón esta primavera/verano. Una temporada fenomenal, de hecho, cuyo volumen de ventas —a fecha del pasado 1 de junio— se cifra en 300 millones de euros, un 34% más que durante el mismo ejercicio de 2021. Como para echarle cuentas al malogrado fundador de la casa de la Medusa que, en efecto, lleva muerto y enterrado un cuarto de siglo.
“Dios bendiga a Gianni (flores para Gianni)”, canta Rosalía en La combi Versace, sonando ahora mismo en la gira de Motomami. No hay noticias de mayores homenajes estos días, como si toda la pólvora y todas las salvas se hubieran gastado hace un lustro, cuando el 20º aniversario, en el marco de una operación comercial que ni calculada y ejecutada al milímetro. Era septiembre de 2017, semana de la moda de Milán mediante, y Donatella Versace culminaba la presentación de la primavera/verano 2018 sacando a la pasarela a Claudia Schiffer, Naomi Campbell, Carla Bruni, Helena Christensen y Cindy Crawford revestidas de oroton (la cota de malla con textura de seda marca de la casa) y desfilando al son del himno Freedom! ‘90 de George Michael.
El impacto mediático de tan simbólica escenificación se vio refrendado por las declaraciones de la hermana del creador calabrés, que reconocía no haber podido superar el trauma familiar hasta entonces, y se prolongó además en el tiempo gracias al éxito de la serie American Crime Story: El asesinato de Gianni Versace. Justo para que, exactamente un año después, se confirmara la venta de la marca al grupo de lujo estadounidense Michael Kors Holdings por 1.830 millones de euros.
“Han pasado dos décadas desde que me hice cargo de la empresa junto a mi hermano Santo y mi hija, Allegra. Me enorgullece que Versace haya sabido mantener su relevancia tanto en la moda como en la cultura moderna”, decía Donatella en el momento de la adquisición, encantada de sacudirse al fin los sinsabores económicos.
La empresa casi colapsó tras la crisis financiera de 2008 (recuérdense los 22 millones de pérdidas en 2010) y su recuperación ha sido lenta, tanto que en 2017, el mismo año en el que Gucci rompía la barrera psicológica de los 6.000 millones, sus ingresos en ventas no llegaron ni a los 700 millones de euros. En cualquier caso, los planes del nuevo propietario, rebautizado Capri Holdings Limited a partir de la compra, siempre se han sabido ambiciosos, confiado en hacer de Versace una etiqueta con un valor de mercado de 2.000 millones de euros más tarde o temprano fiándolo todo al tirón popular de la hermanísima: “El icónico estilo de Donatella es el corazón de la estética Versace y continuará liderando la visión creativa de la marca en este próximo capítulo de expansión”, alababa John Idol, director ejecutivo de Capri Holdings. Ni una palabra a propósito de Gianni.
Significativa y definitoria de un momento sociocultural muy específico, la impronta ético-estética que dejó el mediano de los hermanos Versace (Regio de Calabria, 1946 – Miami, 1997) es en realidad temporalmente breve, tanto que ni alcanza una década. Aunque surge como marca comercial en 1978, no será hasta 1989 cuando comience a sonar internacionalmente como sinónimo de maximalismo y, sobre todo, provocación erótica merced a esos catálogos y campañas fotografiados por Richard Avedon, Doug Ordway, Mario Testino, Bruce Weber y Steven Meisel en los que lo de menos era el barroquismo de las prendas y lo de más, las anatomías casi al desnudo de Matt King, Helena Christensen, Mark Hug, Tatjana Patitz, Sasha Mitchell, Stephanie Seymour, Mark Vanderloo o Alex Lundqvist.
Lo ha contado Giorgio Armani al menos en dos ocasiones, lo de aquella vez en 1992, cuando reunidos en las escalinatas de la plaza de España de Roma para el desfile de alta moda Donna sotto le stelle (La mujer bajo las estrellas) Gianni le espetó: “Tú vistes a las beatas; yo, a las putas”. Donatella siempre ha negado el episodio, aunque ella misma ha seguido explotando esa irresistible mezcla de sofisticación y vulgaridad que puede rastrearse desde los vestidos apenas sujetos con imperdibles de la primavera/verano 1994 hasta el célebre jungle dress que Jennifer Lopez vistió originalmente en 2000 y volvió a exhibir en 2019 como rúbrica de la actual directora creativa a esa última jugada maestra económica.
Entre el minivestido negro con los medallones de la Medusa de 1995 en el que Nomi Malone se dejó su primer sueldo como showgirl en Las Vegas y los zapatos de plataformas estratosféricas (los Medusa Aevitas, lanzados en 2021) con los que se casó Nicola Peltz con Brooklyn Beckham se explica, desde luego, buena parte de la cultura popular de los últimos tiempos.
“Estoy seguro de que, de seguir vivo, me diría que lo que hago sigue sin ser suficientemente bueno”, reconocía Donatella (1955) en una entrevista al poco de vender la marca a los estadounidenses. Santo Versace, el hermano mayor, revelaba este jueves en el diario Corriere della Sera que él y Gianni mantuvieron contactos con el entonces Grupo Gucci (hoy Kering) con el objetivo de fusionarse. Una operación que debería haber concluido con la salida a bolsa de Versace en 1998, pero que Andrew Cunanan truncó la mañana de aquel fatídico martes 15 de julio, hace ahora 25 años.
“Era un proyecto extraordinario que veníamos trabajando desde el 10 de mayo de 1997. Habría nacido el primer gran entramado italiano de la moda, con marcas complementarias y una gran integración industrial”, cuenta el que fuera presidente de Versace hasta 2018. “Gianni nunca se ocupaba de las cuestiones financieras o corporativas, solo estaba preocupado por garantizarle un futuro a la firma. ‘¿Dónde quieres que esté Gianni Versace dentro de 20 años?’, le pregunté. Aún oigo su respuesta en mi cabeza: “Contigo, en la cima del mundo’”.
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