Morfo, el arte culinario contemporáneo ya tiene su propia galería en Madrid
Asesina Suárez y Lisandro Illa abren el primer espacio de estas características “del mundo”, donde mostrarán desde obras creadas con materiales comestibles hasta las que referencian de algún modo a la comida o al universo que la rodea
Se presenta como “la primera galería de arte culinario contemporáneo del mundo”, está en el madrileño distrito de Carabanchel (Esteban de Arteaga 3, local 4) y abre sus puertas este viernes 27 de septiembre. Su nombre, Morfo, da una pista de quiénes se encuentran detrás del proyecto: la pareja creativa formada por los argentinos Asesina Suárez y Lisandro Illa. Ella es artista textil, comisaria, productora creativa y directora de arte. Él es artista culinario, una definición a la que llegó después de dedicarse a la producción de eventos culturales, el comisariado y la alta cocina.
“Morfar’ significa comer en lunfardo [la jerga popular surgida de la mezcla de palabras de las diferentes gentes que migraron a Argentina]. Viene de morfa, boca en italiano”, explican. De las derivaciones de ese verbo tan culinario surgió Morfo, que para quien no conozca el término argentino podría sonar a “morfología”, es decir, a la forma en que se presentan las cosas. Lo cual tampoco va desencaminado de lo que se han propuesto hacer: cambiar la forma en la que se presenta el arte culinario. La estética de su logo, líquida y escurridiza, un tanto amorfa, también entra en el campo semántico al que remite la palabra que da nombre al espacio.
Escurridizo es, desde luego, el propio concepto con el que se definen. ¿De qué hablamos cuando hablamos de arte culinario? Para Suárez e Illa abarca desde aquellas obras creadas con materiales comestibles hasta las que referencian de algún modo a la comida o al universo que la rodea. “Es todo lo que tenga una intersección con lo culinario que podamos enmarcar dentro del arte, ya sea un objeto, un cuadro o una experiencia en la que se degusta algo”.
Si la comida puede o no ser arte, es un debate que lleva años sobre la mesa. ¿Algo que es esencial para nuestra supervivencia, por muy creativa que sea su preparación o su presentación, puede elevarse a la categoría de arte? ¿Un plato es capaz de contener el simbolismo de una obra de arte? El “objeto” culinario o la intencionalidad que haya detrás son factores determinantes y, para los impulsores de Morfo, influye decisivamente el marco en el que se inscribe cada cosa. “En ciertos lugares sí se puede decir que lo que se ofrece es arte, pero para mí no puede considerarse como tal si está en el marco de un restaurante, donde se vende comida para alimentar”, dice Illa. Desde Morfo insisten en que no son un restaurante, ni un catering, ni un estudio de food design, aunque entre las actividades que acoja la galería pueda haber, puntualmente, algunas que incluyan probar comida. “Parte de la finalidad del proyecto es revalorizar lo culinario como arte en sí mismo, darle un nuevo espacio, una nueva dimensión en la que desarrollarse”, aclaran.
Tanto Suárez como Illa son veganos y esta filosofía está presente en la galería. Por supuesto, en todo lo que cocina Lisandro y, en la medida de lo posible, en las experiencias culinarias que organicen allí. Sin embargo, no todas las propuestas que acojan tienen por qué serlo. En su propia práctica artística, Illa ha hecho patente su veganismo con obras como Thanks for your killing, con la que invitaba al público a reflexionar sobre sus hábitos de consumo. También en su trabajo como cocinero: cuando ambos vivían en Barcelona, formó parte de la quesería vegana Väcka y, en Argentina, se marchó del programa televisivo Pasaplatos en el que concursaba después de negarse a cocinar carne. Además, ha tenido un proyecto de carne vegana a base de sandía llamado Vegan or Death.
“Siempre cociné y siempre me gustó la cocina. Aprendí viendo a mi abuela italiana, así que mi relación con la comida viene desde lo cotidiano, desde una pasión”. Esa pasión le llevó hasta Copenhague, donde trabajó en Popl, la hamburguesería del grupo Noma, y posteriormente en el propio Noma. “Mi sueño era llegar allí, pero siempre digo que tuve que llegar a Noma para saber que no quería trabajar en Noma”. Las jornadas maratonianas, el ambiente de competitividad y la actitud de ciertos chefs le hicieron dejar la alta cocina. Después de esta experiencia, la pareja regresó a Buenos Aires, donde crearon la instalación comestible Foraged, inspirada en la recolección (foraging) que se hace en el bosque. Esta experiencia, junto a la “avasallante energía” de la capital argentina, como la define Asesina Suárez, fue el germen de lo que hoy es Morfo. Unos meses después, se instalaron en Madrid y comenzaron a buscar local.
La galería abre sus puertas con una exposición colectiva en la que encontramos nombres como los de Josefina Sierra Guzmán, Clara Cebrian, Dalila Virgolini, Agustina Ros, Santiago Paredes, Paloma Mariné, Fernanda Kusel, Laura Campo de Luna y Alberto Menéndez Cué. Esta selección de artistas es su carta de presentación, una forma de mostrar la línea curatorial que van a seguir de aquí en adelante. “Hemos buscado que haya variedad de técnicas y estilos”, de ahí que en la exposición inaugural vayamos a encontrar pintura, pero también una tarta-performance o piezas de glass art.
Además, Lisandro ha planeado una acción junto al artista Nicolás Romero Escalada (Ever Siempre) a la que han bautizado como “metabanquete”. Romero ha pintado un mural junto al que se expondrá el bodegón que ha servido de modelo para la obra. Los asistentes podrán degustar in situ lo que verán pintado en el mural. La parte culinaria de ese bodegón ha sido creada por Lisandro. A la inauguración le seguirán una serie de activaciones de las obras de los diferentes artistas que participan en la muestra colectiva.
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