Famosos que dan la cara y ponen el dinero en los negocios
Jennifer Aniston o Blanca Suárez son algunas de las celebridades que han optado por invertir o diseñar en las marcas que promocionan
Las marcas de moda y belleza llevan décadas alineadas con los famosos y hasta ahora lo más habitual era verles ser parte de ellas de dos formas. Por un lado, con el rostro conocido convertido en embajador, imagen de marca o amigo de la firma: pone la sonrisa, posa en el photocall y se lleva, además del producto, buenas ganancias. Por otro, que el nombre del famoso en cuestión tenga tanto calado que se decida a hacer su propia línea de zapatos (como Katy Perry), barras de labios (Kylie Jenner), cremas faciales (Isabel Preysler) o hasta vibradores (Gwyneth Paltrow). Sin embargo, en los últimos tiempos ha surgido una tercera variable: la de celebridades que quieren formar parte del diseño del producto, estar en la junta de accionistas de la marca o incluso invertir en ella.
Con un panorama en el que cada día el famoso en cuestión anuncia una marca de móvil o un chándal distinto, el hecho de implicarse en un cargo directivo o artístico da más valor a la colaboración. En Estados Unidos este modelo resulta cada vez más habitual. Por ejemplo, el pasado noviembre la actriz Jennifer Aniston asumía el cargo de directora creativa de Vital Proteins, que se dedica a hacer suplementos con el colágeno como ingrediente principal. “Hace años que empecé a usarla de forma regular”, dijo sobre la firma en el comunicado que envió para dar cuenta de este proyecto, “así que cuando se presentó la oportunidad de ser parte de una marca de un modo más grande, me lancé”. Es decir, que además de poner su rostro a la campaña publicitaria de la firma, cosa que también hace, según la marca “proporciona su visión única en las innovaciones de producto y en la estrategia de la firma, compartiendo su experiencia personal”.
Si bien no es la primera vez que la actriz se implica tanto en una marca (fue portavoz e inversora de la firma capilar Living Proof de 2012 a 2016, año en el que Unilever adquirió el total de la compañía), el de Aniston ha sido de los saltos más llamativos del sector, que empieza a ver cómo sus rostros más demandados son más y más exigentes en sus colaboraciones. Como destaca el medio especializado Business of Fashion, este modelo se está convirtiendo en tendencia. La actriz Kerry Washington es socia, creativa e inversora de la start-up (empresa de reciente creación y potencial crecimiento) de joyas sostenibles Aurate, mientras que la también intérprete Dakota Johnson ha entrado en Maude, una marca de juguetes sexuales fundada por la joven de origen mexicano Éva Goicoechea, y lo ha hecho como cocreadora artística e inversora. También la tenista Venus Williams, apasionada de la cosmética, ha formulado su propia línea de protección solar, EleVen, y la pasada primavera lanzó dos productos junto a la marca Credo.
En España ese modelo está tardando en consolidarse. Resulta más habitual que grandes marcas se lancen a sacar líneas más pequeñas —de belleza, de accesorios— con el nombre del famoso de turno a que estos inviertan o pongan de su parte para el avance de las mismas. Aunque ese fue el caso de Blanca Suárez hace un par de años. En 2018 empezó a ser embajadora de la firma de belleza Guerlain y en 2019 ella sola diseñó una carcasa para un pintalabios de la firma. Como recuerda su directora de comunicación, María Borrás, la implicación de Suárez fue absoluta. “Quería algo relacionado con Asia, e incluso llamó a un tatuador amigo suyo. Si algo no le gustaba, lo decía claramente. Estuvo totalmente involucrada en el proyecto hasta que sacó la funda Nami, que significa ‘ola’ en japonés”, recuerda Borrás. Al final, las dos partes ganan: “Nosotros buscamos relaciones a medio-largo plazo, que aporten credibilidad y con contenidos orgánicos”. Y el famoso en cuestión se consolida como algo más que una cara bonita.
El caso se parece al de Cristina Pedroche en Puma, marca de la que, además de ser imagen —y ahora serlo también su marido, el cocinero Dabiz Muñoz—, lanza cada año una colección cápsula que lleva su nombre, y en la que en ocasiones se ha implicado en cuestiones de diseño. Algo similar a Patricia Conde con la línea homónima dentro de Dándara, una firma textil española con 80 empleados y 14 millones de facturación. Incluso Rosalía ha diseñado ropa para Pull&Bear.
Pero cuando en vez del diseño hay por medio inversiones, resulta más complicado encontrar ejemplos. Es el caso de Jaime de Marichalar, que tras conocer el buen hacer del sastre madrileño Goyo Fernández decidió entrar en la propiedad de la firma y, junto a otro socio capitalista argentino, renombrarla como B Corner y lanzarla a nivel internacional. Además, el exmarido de la infanta Elena es consejero de firmas de lujo como Fendi o Loewe. Otros nombres aristocráticos que también han sabido poner rostro y dinero en sus inversiones son los Medina. Luis, el segundo hijo de Nati Abascal, fue imagen de firmas como Dolce&Gabbana y ahora gestiona la comunicación de otras grandes. Rafael, el mayor y actual duque de Feria, ha fichado por Massimo Dutti para el desarrollo de su firma masculina y antes fue socio principal de Scalpers. Pero este cambio no le ha hecho perder las acciones de la firma de moda, que ahora han pasado a su esposa, Laura Vecino. Todo queda en casa.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.