¿Y si el reloj más popular del mundo hubiera elegido una esfera cuadrada?

Hay decisiones que marcan el futuro. Para Swatch, la firma que revolucionó la relojería a principios de los ochenta, cuando lanzó sus primeros relojes asequibles, con movimiento de cuarzo y un diseño sencillo y ligero, de plástico, que funcionara como un lienzo en blanco, la forma de la caja supuso un camino de retorno. Hasta ahora. La marca suiza que democratizó el diseño y la relojería, el emblema del pujante grupo Swatch, vuelve a sus inicios para explorar un camino alternativo.

En el principio, hubo una disyuntiva. ¿Caja redonda o cuadrada? La primera opción era la más sensata. De hecho, de los seis prototipos que llegaron a la fase final de la selección, cinco de ellos contaban con una caja en forma de circunferencia. Era la posibilidad más plausible, no solo porque sea uno de los formatos más extendido en la relojería, sino también por sus propiedades. El plástico era imprescindible en la visión de negocio de la empresa, y una caja cuadrada confeccionada en dicho material corría el riesgo de romperse o deteriorarse a la primera de cambio. Así que el equipo de diseño de la empresa decidió que aquel primer Swatch sería redondo, como la mayoría de los que le han sucedido a lo largo de estas cuatro décadas: intervenidos por artistas, diseñados con la colaboración de los museos más importantes del mundo o, en los últimos tiempos, convertidos en materia viral por obra y gracia del Moonswatch, la alianza con Omega que ha cambiado el sector de la relojería para siempre.

Swatch tiene motivos para sacar pecho. Por eso, este 1 de agosto, coincidiendo con el día de la Fiesta Nacional de Suiza, la más suiza de las marcas emprende su particular viaje en el tiempo. ¿Qué habría sucedido si los responsables de la marca hubieran elegido el prototipo cuadrado, en lugar de uno de los redondos? La respuesta es una colección llamada Bioceramic What If? que recupera el diseño original de 1982 y lo interpreta en clave contemporánea. El detalle más importante está en el propio nombre de la colección. El material Bioceramic de Swatch, que combina polvo cerámico con materiales de origen biológico, es duradero y resistente, lo que permite afrontar con solvencia el reto de una caja cuadrada, todo un quebradero de cabeza a la hora de trabajar con materiales más frágiles.

De todos los elementos del reloj, la esfera es el más decididamente retro, con un diseño gráfico inspirado en los años ochenta —que, por otro lado, están de plena actualidad en el sector relojero—. La caja, la corona y la hebilla son mucho más actuales. Por ejemplo, el cristal de origen biológico se extiende hasta el borde de la caja. Y la correa integrada, también en un material biológico, lo hace más ergonómico y fácil de llevar: aunque sobre el papel la carcasa podría parecer pequeña —de 33 mm x 33 mm—, sobre la muñeca resulta perfectamente equilibrada. Y, al darle la vuelta, el reverso de la caja muestra, en la tapa para las pilas, la esfera de uno de los cuatro primeros relojes Swatch lanzados en 1983, cuando la casa suiza transformó la industria para siempre sin sospechar que, cuatro décadas después, podría permitirse el capricho de volver atrás en el tiempo sin renunciar a nada.

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