Donald Trump marca un nuevo giro en la agenda internacional
El presidente electo de EE UU intenta crear un desequilibrio de poder con sus reclamaciones sobre el canal de Panamá, Canadá y Groenlandia. Busca intimidar a los países para obtener concesiones
Donald Trump ha logrado imponer un tema completamente nuevo en la agenda internacional, y todo esto en un abrir y cerrar de ojos, antes incluso de asumir oficialmente su cargo. No será simplemente un presidente reaccionario, sino también un presidente expansionista.
Estados Unidos no invadirá Panamá, ni Canadá, ni Groenlandia. Estos territorios no son, para Estados Unidos, lo que Ucrania es para Rusia o Taiwán para la República Popular China. La prioridad de Trump y de su electorado está en lo que ocurre al sur, es decir, en la frontera con México, no en el norte. Si bien Panamá forma parte de América Central, los intereses de EE UU no están en peligro allí. Los canadienses, por su parte, no tienen ningún interés en convertirse en estadounidenses. En cuanto a Groenlandia, la situación es más compleja e interesante. Este territorio tiene una historia particular con EE UU. De facto, ya forma parte de la zona de defensa de América del Norte, con bases militares estadounidenses allí establecidas, y nadie en Copenhague ni en Nuuk parece dispuesto a desalojarlas.
Sin embargo, la cuestión de la posible “compra” de este territorio fue mencionada por Trump durante su primer mandato. No obstante, este escenario parece improbable. Ya no estamos en una época en la que las grandes potencias compraban y vendían colonias entre sí. Sin embargo, Trump probablemente sabe que la cuestión de la independencia de Groenlandia podría surgir en los próximos meses, ya que se prevé un referéndum en abril como parte de las elecciones locales. Quizás busca posicionarse ante una posible decisión, como lo sugirió la reciente visita de su hijo al territorio.
Lo que Trump intenta, como siempre, es crear un desequilibrio de poder con los países involucrados, buscando intimidarlos para obtener concesiones. Quienes conocen su estilo, saben que, para él, una buena negociación comienza con la humillación de su adversario.
Trump busca maximizar los beneficios comerciales con Canadá, aprovechar al máximo los recursos minerales de Groenlandia y contrarrestar la influencia de China. Las empresas chinas están presentes en las cercanías del canal de Panamá y muestran un creciente interés por las riquezas del Ártico.
¿Podrían las palabras de Trump alentar a Moscú y Pekín en sus propias aspiraciones expansionistas? Es poco probable, y su impacto sería marginal. Los líderes rusos y chinos no esperan la aprobación de las autoridades estadounidenses para invadir a sus vecinos. Además, saben leer un mapa: si las fronteras estadounidenses se extienden hacia el norte, eso significaría un EE UU más cerca de ellos, con una mayor influencia sobre el Ártico, un punto estratégico crucial y objeto de codicia en el siglo XXI.
Sin embargo, las palabras de Trump tienen un impacto efectivo y pueden tener consecuencias perjudiciales para la solidaridad transatlántica. Cualquier debilitamiento de la OTAN beneficia a Rusia. Y, en un momento en el que se discute cada vez más sobre una posible negociación para un alto al fuego, Moscú debe estar satisfecho al escuchar a un presidente estadounidense plantear sin vacilar la posibilidad de adquirir territorios vecinos por la fuerza.
Es hora de que los europeos reaccionen con firmeza ante las declaraciones de Trump. Debemos dejar claro que continuaremos defendiendo los principios del orden liberal que EE UU podría estar dispuesta a abandonar. En primer lugar, la inadmisibilidad de adquirir territorios mediante la fuerza, y el carácter inalienable de nuestra soberanía, incluida la de Groenlandia. Es cierto que este territorio no forma parte formalmente de la Unión Europea. No obstante, el Tratado de Lisboa incluye un artículo que obliga a los países miembros a defenderse mutuamente en caso de agresión armada, y este principio se aplica “a los territorios de los Estados miembros”. Groenlandia forma parte del Reino de Dinamarca. ¿Trump quiere que los europeos se defiendan por sí mismos? Es una oportunidad para demostrar que estamos preparados para hacerlo.
En resumen, el mensaje debe ser claro: a soberanista, soberanista y medio.
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