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Claves para conseguir que tu hijo te escuche y no sentir que hablas con la pared

La habilidad de escuchar atentamente se aprende, por eso es importante trabajarla desde que el niño es pequeño. Si los padres desean que su hijo les escuche y se interese por lo que dicen deben fomentar una comunicación respetuosa, cálida y efectiva

La habilidad de escuchar atentamente se aprende, por eso es tan importante trabajarla desde que el niño es pequeño.
La habilidad de escuchar atentamente se aprende, por eso es tan importante trabajarla desde que el niño es pequeño.Studio4 (Getty Images)
Sonia López Iglesias

¿Qué madre o padre no ha tenido alguna vez la sensación de que cuando habla con su hijo parece que lo haga contra una pared? ¿Como si sus palabras se las llevase el viento o el mensaje cayese en un saco roto? Esta es una situación relativamente frecuente que genera en los progenitores una sensación muy desagradable, mucha frustración y crea en casa un clima de disputas constantes. En muchas ocasiones, absorto por sus sentimientos, entretenido por la actividad que está realizando o por evitar recibir una orden, un consejo o escuchar alguna cosa que no desea, el niño hace ver que no escucha al adulto y lo ignora. Continúa a su aire sin importarle demasiado si aquello que se le quiere transmitir es o no importante.

Pero cuando un niño o joven parece ignorar a sus padres no siempre es una cuestión de desobediencia. Durante la infancia y la adolescencia, el cerebro está en constante crecimiento y formación, lo que afecta a la forma en la que se procesa la información y se responde a los estímulos. El sistema de atención aún no está completamente maduro, lo que puede provocar que el menor se distraiga con facilidad o que no logre enfocar su atención en una sola tarea o estímulo, como cuando sus padres les llaman.

La piedra angular de la escucha es la atención. Para que el niño pueda escuchar de manera efectiva, primero debe prestar atención. La atención es el elemento fundamental que permite que la información llegue de manera clara y comprensible a nuestra mente, y sin ella el proceso de escucha se ve interrumpido o distorsionado. Esta capacidad se irá desarrollando poco a poco y con mucha práctica. La atención implica no solo oír los sonidos o las palabras, sino también estar plenamente enfocado en el mensaje, captando el significado detrás de las palabras, los matices, las emociones y las intenciones del hablante. La atención activa permite procesar y retener lo que se escucha, creando una conexión más profunda con el contenido.

La habilidad de escuchar atentamente se aprende, por eso es tan importante trabajarla desde que el niño es pequeño. Si las familias desean que su hijo les escuche, deben mantener la calma y hablar con voz firme pero tranquila. Si lo que los padres solicitan no despierta el interés o el deseo de su hijo, este tenderá a desconectarse y a evitar responder. A medida que crezca irá aprendiendo la regla social básica de que cuando alguien le hable debe dejar de hacer la actividad que está desarrollando y prestar atención.

Para conseguir que un niño escuche con atención un mensaje, este debe ser conciso y claro. Si el adulto divaga o utiliza un vocabulario elevado, no entenderá qué quiere de él. Será muy importante tener presente la edad que tiene para adaptar la información a su grado de comprensión. Si cuando el chaval no escucha el adulto le alza la voz, se enfada con él, le amenaza o pierde los nervios, lo único que conseguirá es que en casa se cree un ambiente tenso y se intensifique el conflicto. Los gritos únicamente generarán en el hijo resistencia, desinterés e incluso desconexión emocional.

Pautas para conseguir que el niño escuche cuando se le hable

  1. Lo primero que debe hacer el adulto cuando desee ser escuchado es eliminar las posibles distracciones. Si la televisión está alta, el niño está en otra estancia de la casa o está inmerso en un juego divertido, se le debe avisar con calma que necesitamos que nos escuche dándole el tiempo necesario para que reaccione de forma tranquila. Bajar el volumen del dispositivo, ir a la habitación donde se encuentra o dejar que acabe la partida ayudará a que nos preste atención.
  2. Ponerse frente al niño, tocarle el hombro o el brazo, situarnos a nivel de sus ojos para conseguir un contacto visual, facilitará que muestre atención más rápido. Realizar preguntas como “¿me estás escuchando?”, “¿me has oído bien?” o “¿has entendido lo que te quiero decir? permitirán confirmar al adulto la comprensión que ha hecho el niño del mensaje.
  3. Será clave que siempre que hable el adulto lo haga de forma coherente y cumpla siempre con lo que dice. Si el menor observa que el adulto dice una cosa pero después no cumple su palabra, perderá su credibilidad. Hablar de manera calmada, pero firme, transmitirá al hijo seguridad, control y generará una atmósfera de confianza, favoreciendo una mejor receptividad. Si el niño siente que su opinión o sus sentimientos son importantes y escuchados, será más probable que se interese por lo que el adulto quiera decirle. La escucha activa debe ser recíproca.
  4. El adulto puede fomentar la motivación y el interés del niño para escucharle felicitándole cuando lo haga con frases como “¡muchas gracias por escucharme y contestar!” o “¡me gusta que me prestes atención porque es importante para mí!”.

La clave para lograr que un niño escuche y se interese por lo que le dice el adulto radica en crear un ambiente de comunicación respetuosa, cálida y efectiva en casa. Establecer una conexión emocional, ser claro y mostrar empatía son factores determinantes para captar su atención y fomentar una interacción positiva.


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Sobre la firma

Sonia López Iglesias
Psicopedagoga, maestra y conferenciante. Especialista en educación emocional, comunicación y adolescencia. Colaboradora en diferentes portales educativos y en Club de las Malasmadres como experta en educación. Autora del libro 'El privilegio de vivir con un adolescente' (2023).
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